La época de las vacas flacas no ha dejado indiferente a la población española. La crisis, los recortes, el paro juvenil, la falta de oportunidades para los mayores de 45 años, entre otros factores no ha hecho sino procurar un estado de alerta que lejos de favorecer nuevas situaciones no ha hecho sino empeorar lo que hace una década ya se auguraba. La depresión y la ansiedad han llegado para quedarse y los datos son realmente alarmantes.
El 57 % de la población española confiesa haber tenido ansiedad a lo largo de este tiempo y el 35 % asegura haber pasado por una depresión por al menos una de estas causas. La conciencia de haber tenido ambos episodios de forma mixta no está clara en la mayor parte de la población entrevistada, dado que sus problemas cotidianos se prolongan en el tiempo pero sí manifiestan haber tenido insomnio, falta de apetito, ninguna motivación para seguir adelante y sobre todo, un cambio en su modus vivendi importante.
Todo ello, paliado o atenuado por los fármacos que les son proporcionados por su médico de familia que conoce a la perfección cómo se siente en todo momento. El 60 % de los entrevistados nunca ha acudido a un servicio de salud mental pero sí confiesa ser atendido en este aspecto en el centro de salud cuando nota los primeros síntomas. La visita a un psicólogo o a un psiquiatra si la cosa va a mayores no lo contempla la población general ya que consideran que no sirve para nada y que su situación cambiaría si tuviesen una oportunidad en el trabajo, etc. etc.
Otros problemas que la población nota que les hacen tener estos cuadros de ansiedad o depresión son los debidos a los divorcios, situaciones de deslealtad con la pareja, violencia de género, así como los problemas de salud normales por los achaques que comienzan en la cuarta década de la vida con mayor o menor intensidad. Sobre la forma de atenuar estas circunstancias, el 51 % de la población entrevistada aseguró no seguir con ninguna terapia pero sí recurrieron a los fármacos, tanto antidepresivos como ansiolíticos, que comenzaron a tomar hace ya al menos cinco años. Algunas personas, las menos, cerca de un 10 % recurrieron a otras técnicas de relajación como el yoga, el deporte aeróbico o la meditación.
Esta forma de vida ha llegado a ser una concreta para la población mayor española, que no prevé que exista un cambio a corto plazo. En relación a las parejas u otros miembros de la familia, las bajas laborales con motivo de la enfermedad de una de las personas de la familia se han incrementado. Es posible que cuando uno cae arrastre a la pareja o a alguno de los hijos ya que no ven salida cercana y la ansiedad, la tristeza y falta de motivación les lleva a experimentar juntos ese estado de ánimo irritable, triste o con falta de energía.