De estreno en Francia este mes de agosto de 2015 “Floride” (Florida) una tragicomedia del director francés Philippe le Guay, interpretada por Jean Rochefort y Sandrine Kiberlain.
Una comedia agridulce sobre un tema grave : la enfermedad de Alzheimer que amenaza a los ancianos. Se trata de una adaptación cinematográfica de una obra de Florian Zeller: “El padre”, que en el teatro había interpretado con mucho éxito el actor Robert Hirsch.
Si Philippe Le Guay prueba una vez mas su talento en la dirección de actores, el principal bemol de “Floride” es a mi juicio su guión apuntalado con insistencia por repetidos flash back innecesarios sobre la infancia del personaje o sus secuencias oníricas. Su realización es discreta y elegante, pero resulta finalmente muy clásica y sin verdaderas sorpresas.
La adaptación de Le Guay parece escrita a medida para el veterano octogenario Jean Rochefort, de esbelta figura, ojo avispado que brilla en presencia de la belleza femenina, camaleónico actor que tiene en su paleta interpretativa todos los matices requeridos para ese papel.
Un anciano, -Jean Rochefort- antiguo patrón de una empresa fabricante de cartones, ahora regida por su hija –Sandrine Kiberlain-, padece de un incipiente alzheimer, que se irá acentuando a medida que progresa la película. Malicioso, lúbrico, tierno, cruel, desagradable, tacaño, tímido, generoso, imprevisible como la misma enfermedad.
Todos esos matices que van del humor al comportamiento patético, de la tragedia a la comedia son una mina de oro para este veterano del cine francés. Uno de esos actores, Jean Rochefort, que como el vino se ha ido bonificando con la edad.
Sandrine Kiberlain acompaña con brío el dramático destino de ese padre, obsesionado por la muerte de su otra hija que vivía en Florida, leitmotiv que da título al film. Un viejo que va perdiendo poco a poco sus facultades, hasta convertirse en un electrón libre de todo control.
Un relato que Le Guay sitúa en un preciso contexto social, el de la modernización y transformación de la empresa familiar, y del actual mundo del trabajo. La automatización de esa industria de cartones y sus consecuencias humanas es vista así a través de la mirada de ese personaje desfasado y senil.
Un incesante desfile de sirvientas contratadas para ocuparse del insoportable viejo permiten a le Guay excelentes secuencias sobre la complejidad del comportamiento humano, en el eterno registro de la relación entre amos y criados. Hasta que se plantea entonces la crucial cuestión que amenaza a tantas familias: ¿Guardarlo en casa, pese al riesgo que eso representa, o “abandonarlo” en una institución especializada?
La gravedad del tema es abordada por Le Guay con buen sentido del humor, y muchas son las secuencias bien logradas con claves de comedia, en torno al comportamiento extravagante e incontrolable de ese simpático y patético anciano. De relieve la participación de la actriz rumana Ana María Marinca, a quien los cinéfilos recordaran por “4 meses, 3 semanas, 2 días” de Cristian Mungiu.
Philippe Le Guay entre humor y gravedad
Philippe le Guay es un director francés que sigo desde hace tiempo con interés, desde que filmó “L’année Juliette”, 1995, una ingeniosa comedia sentimental con Fabrice Luchini. Actor con el que ha reincidido después en otras tres ocasiones. Brillante alumno del IDEHC, escuela de cine francesa, Le Guay realizó su opera prima en 1989, una película de época “Les deux Fragonard”.
Su filmografía se afirma después poco a poco con un cambio constante de géneros, pero con evidentes obsesiones. Entre el humor y la gravedad, las comedias agridulces de Le Guay tienen siempre una densidad en sus personajes que escapa a la ligereza o a la facilidad, con ajustados castings y una siempre excelente dirección de actores.
Historias dramáticas o sentimentales que evolucionan en un contexto social de gran realismo y veracidad. Dramas sociales en “Trois huit” 2001 y en “El costo de la vida” 2003, o historias humanas de profunda humanidad como “Las chicas de la sexta planta” 2013, con Carmen Maura, Natalia Verbeke y Fabrice Luchini, inspirada en su propia infancia, en donde relataba la vida de las muchachas españolas que en los años cincuenta y sesenta venían a París para servir en los adinerados barrios de esta capital. Esas “españolas de París” que en nuestro cine hispano inmortalizó Roberto Bodegas.
En la interesante filmografía de Le Guay destaquemos también, de nuevo con Fabrice Luchini, “Alcestes en bicicleta”, virtuosa comedia con la participación de Lambert Wilson. Una relación de amistad traicionada, de celos profesionales, de egos, de deseos y pasiones entre dos actores en la tranquila y poética isla de Re. Una alusión directa al personaje de Alcestes en “El Misántropo” de Moliere.
El teatro es fuente de inspiración también ahora en “Floride”, su última película, en un guión cuyo principal defecto, como decía al comienzo es su excesivo recurso a los flash back que reducen o limitan la fluidez del relato.