¡Evite errores mayúsculos y minúsculos! (1)

Siempre he dicho que muchos de los artículos publicados en este espacio de divulgación periodística surgen de sugerencias y peticiones que de manera regular recibo por diversas vías.

En el selecto grupo al que semanalmente le hago llegar mi publicación semanal, hay periodistas, educadores, locutores, publicistas, abogados, médicos, ingenieros y gente que no es profesional universitaria, pero se esmeran por escribir bien y hablar de mejor manera, aunque habrá otros a los que no les preocupe mejorar.

Esas sugerencias y esas peticiones me facilitan el trabajo de selección de los temas, me permiten evidenciar que este esfuerzo no ha sido en vano y, por supuesto, me honran. ¡Gracias por esa deferencia!

En el selecto grupo al que aludo en el párrafo anterior está la periodista venezolana Cynthia Higuera, quien en varias ocasiones me ha manifestado lo útil que le han sido los temas sobre los que ha leído desde que comenzó a ser asidua seguidora de esta publicación.

Me pidió que le reenviara un artículo escrito por mí no sé cuándo ni dónde está, relacionado con el uso y el abuso de las letras mayúsculas; pero para mí fue más fácil volver a escribir sobre ese asunto, a manera de repaso y con el deseo de disipar las dudas que hayan quedado, tanto de ella, como de los que se preocupan por mejorar cada día su expresión escrita y oral. Cynthia se preocupa, y por eso ha marcado la diferencia. ¿Quiénes más podrán decir lo mismo?

El uso de letras mayúsculas innecesarias se ha convertido en un vicio casi indesarraigable. Hay personas que a todo le colocan mayúscula, como si con eso pudieran impactar al lector. Ignoran que el exceso aja y envilece la escritura, además de que evidencia poca preocupación por hacer un buen uso del lenguaje que emplean, o desconocimiento, en el peor de los casos.

Es justo y necesario destacar que en cuanto al uso de mayúsculas hay mucha ambigüedad, sobre todo en las explicaciones que ofrece la Real Academia Española, que deberían ser simplificadas; pero hay otras que son sencillas de manejar. A ello se une el criterio de muchos autores que, quizás con la intención de facilitar la comprensión, las han condensado en grupos; pero han generado muchas confusiones. Es frecuente leer: «Los cinco, los ocho, los diez y hasta los cincuenta, usos más frecuentes de las mayúsculas».

Para esta entrega he seleccionado ejemplos tomados de algunos blogs y publicaciones que aparecen en Google, con el deseo de contribuir con la disipación de las dudas. ¡Espero que le saquen el mayor provecho; esa es la finalidad! Les aclaro que algunos los adapté a la realidad venezolana.

Se debe tener presente que no se usa letra mayúscula al comienzo de una palabra para escribir los meses del año, estaciones y días de la semana, excepto si forman parte del nombre, como Viernes Santo, barrio 23 de Enero. Los gentilicios también deben ir con inicial minúscula: rioplatense, español, acarigüeño, regiomontano, guanariteño, vegabajeño etc.

Es prudente acotar que muchas personas no saben lo que es el gentilicio, y por eso creen que se refiere a mucha gente. Gentilicio es el nombre que se le da a persona o cosa personificada, de acuerdo con su lugar de origen. En tanto que gentío es grupo, muchedumbre, multitud: «Luego de los disparos, un gentío se refugió en el salón de convenciones». ¡Téngalo claro, y no se le ocurra decir gentido, porque la puede pasar muy mal!

Los nombres de entidades o de organismos cuando se usan de forma genérica, van con inicial minúscula; pero con mayúscula cuando se menciona el nombre propio: «La prueba de acceso a la universidad, es un requisito sine cua non»; «La Universidad Central de Venezuela es la máxima casa de estudios de ese país».

Los puntos cardinales cuando se usan para indicar la orientación o la dirección de un sitio: «Los países del norte de Europa»; pero deberá escribirse: «Corea del Norte», Corea del Sur», «Norte de Santander», etc.

Estas son las formas que considero más sencillas, y por tal razón creo que no habrá complicaciones para asimilarlas, aunque el venidero sábado le daré continuación al tema, no sin antes repasar la entrega anterior. Espero que con esta primera entrega de esta serie, que no sé cuántas serán, pueda haber mayor claridad en cuanto al uso de mayúsculas y minúsculas.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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