Antonio Manuel Álvarez Vélez, Ayamonte, (Huelva) 1980, conocido en el arte como Pitingo, (“presumido” en caló) hijo y nieto de pescadores y madre gitana, de ahí le viene lo de mestizo, parte del título de su recientísimo trabajo, Mestizo y Fronterizo, tanto que es español “por los pelos”, justo de la orilla izquierda del Guadiana por su extremo sur y también fronterizo de mil fronteras que viene frecuentando con éxito desde hace años.
No ha sido querido por cierta crítica musical nacional, pero si querido por el público; querido, admirado y respetado internacionalmente. Dicen que una vez se quejaba de la incomprensión de las críticas a su padrino en el arte y amigo Enrique Morente. Y que éste le animó diciéndole, “no te preocupes, a mí llevan treinta años intentando destruirme”. Véanlos ahora.
Así se presentó el sábado 4 de agosto de 2018 en el auditorio del Antiguo Mercado de La Unión, con su Mestizo y Fronterizo, en una de las galas estrella del Festival del Cante de las Minas, ante un público que vibra con sus espectáculos, como así sucedió en 2016 con Soul, bulería y más. Además de ser maestro en las artes del espectáculo, lo es también en “meterse al público en el bolsillo” desde el primer minuto, porque es un ‘as’ de la comunicación directa y de hacerle levantar de la silla en masa y ponerle a bailar en los minutos finales de sus conciertos. Él es el auténtico showman. No cabe duda que esto puede crear resquemores sobre la piel de toro.
“Me presenté una vez a este concurso y gané un premio por soleá” agradece a ésta que considera su casa. Hoy me presento con una soleá muy especial, inspirada por la canción Imagen, un homenaje a John Lennon.
Mención ineludible al equipo de instrumentistas, guitarra y bajo eléctricos, contrabajo, batería, teclado, saxo y alguno más y las maravillosas voces negras de gospel de Astrid Jones, Deborah Ayo y la blanca de Dani Reus. Contundentes efectos lumínicos y sonoros para enfatizar situaciones cumbre y clave.
Voces que sonaron a trío en Gospelerías ¡por fandangos!, por sevillanas mestizas en Ayamontino. A esto siguió una parte de concierto exclusivo de percusión, pura delicia de gospel al que se añadió la guitarra eléctrica. Electrizante, nunca mejor dicho..
Mestizo y fronterizo de culturas, todo está presente en este espectáculo diseñado para un público polivalente, internacional: gitanos, payos, afroamericanos, latinos. Se ríe de sí mismo con la puesta en escena de A contratiempo buena cara, traducido, “a críticas sesgadas más y mejor trabajo”. Eso es poner a cada uno en su sitio.
Toda la banda se activa para esta versión del mejor gospel Soul man feat, la canción que le regaló Sam Moore, quien pasó de espectador a admirador en una noche de vino y rosas y de ahí a colaborador. A partir de aquí el ambiente va aumentando en grados de euforia, con ayuda de los largos parlamentos de Pitingo contando la historia de cómo llegaron estas joyas de la cultura negra americana a su repertorio. El maestro de poner al público con la emoción que destilan música e interacción, él y toda su banda se lanzan a Giorgia on my mind, uno de los temas más míticos de Ray Charles, en versión espectacular aquí, esta noche, con las voces de su coro de gospel, Astrid Jones, Deborah Ayo y Dani Reus. Las cosas llegan a la euforia total con Proud Mary de Tina Turner. Quién hubiera osado predecir al niño de unos pobres pescadores de Ayamonte que llegaría a ser la estrella internacional en que se ha convertido por obra y gracia de voz, talento a raudales, trabajo duro, determinación, creer en sí mismo, comprensión de que gospel y flamenco tienen su origen en “fatiguitas” de trabajo esclavo en la otra orilla atlántica y semiesclavo por estas tierras. Por eso no fusionan, dialogan entre ellas. Bravo, Pitingo.
Viéndolo aquí, sobre este escenario todo parece suceder de modo natural. Pero detrás hay un trabajo lleno de talento, experiencia, dedicación, amor y magnífica coordinación en equipo, con los arreglos musicales y producción de José Manuel Gamboa, a quién menciona y agradece colaboración.
Este trabajo tiene vocación aglutinadora de cantes. Rinde homenaje a su maestro y amigo Enrique Morente con Estrella de 1977. Tan vigente la letra hoy como entonces:
Si yo encontrara la estrella que me guiara/ Como relámpago de fuego fuiste / en mi sentimiento entraste / entre llamas me dejaste. /Estrella, llévame a un mundo con más verdades / Con menos odios, con más clemencia y más piedades./ Romperemos las nubes negras / Que nos engañan, que nos acechan /Abriremos un mundo nuevo sin fusiles ni venenos.
Momento latino para un final con canciones de culto que estribillea con el público que ya se siente artista: Cucurrucucú paloma. ¡Qué sabia colocación de las canciones! Tras un inmenso ruido orquestal y efectos especiales, esta canción es como un remanso de calma y dulzura. Vuelve la orquesta con esa monumental joya cubana que es Guantanamera y Pitingo se baja del escenario para cantar con el público, entre el público el Quimbara de Celia Cruz, la gente ya se siente pesada sobre la silla, se pone en pie, canta y baila al ritmo inimitable de Celia.
Pero aún quedaba un fin de fiesta por bulerías, para dejar claro donde están los orígenes. Que critiquen lo que quieran, yo me río con Pitingo, estrella mundial por mérito propio.