Francia: Las élites millonarias contra la justicia

Condenado a cinco años de cárcel por asociación de malhechores (el caso de la financiación libia) el expresidente de la república Nicolas Sarkozy ha ingresado hoy en la cárcel la Santé en París, tras una breve y patética movilización de su hijo, familiares y amigos políticos para despedirle.

Sarkozy-fotograma-21OCT2025 Francia: Las élites millonarias contra la justicia

La justicia es siempre inmediata y rápida para castigar a los pobres, pero lenta y farragosa cuando se trata de condenar a los poderosos. Pero a veces hay días como este 21 de octubre del 2025, en que la justicia nos hace creer en ella, al menos por breves momentos recuperamos confianza en lo que queda en esta democracia francesa de un Estado de derecho.

El hijo de Nicolas Sarkozy, apoyado por las élites millonarias que controlan hoy en Francia la casi totalidad de la prensa dominante (grupos Bolloré y Bouygues entre otros) han lanzado una pírrica manifestación de apoyo a un delincuente de cuello blanco y una masiva campaña de desinformación y calumnias contra la magistratura de este país. El fantasma de Trump recorre Europa…

Lo más grave en este asunto no es la tan lógica como ridícula y poco razonable posición de esa élite que sostiene a un político acusado de corrupción, y que se dice «mañana puedo ser yo», lo más grave a mi entender es la ausencia de condena de tal comportamiento por el presidente de la República, Emmanuel Macron, (según la constitución primer magistrado de la nación), lo que pone en peligro la existencia misma del Estado de derecho, es decir la independencia de la magistratura del poder político.

Lo más grave es también la implicación de la inmensa mayoría de la prensa dominante, incluida evidentemente la prensa neofascista de Bolloré en esa campaña de desestabilización democrática y de ataques contra el aparato judicial que, aunque con lentitud sigue funcionando aun en este país.

Cundo se discute cómo castigar delitos o crímenes, me gusta siempre recordar una noción muy simple: No debe haber nunca ni olvido ni perdón, ni tampoco venganza, sino simplemente justicia y reparación.

El caso Sarkozy no es sino un caso más (excepcional cierto, por tratarse de un exjefe de Estado) de la necesaria lucha contra la corrupción que gangrena el Estado de derecho, y contra esas élites que con total impunidad practican evasión de capitales en los denominados paraísos fiscales y en la financiación de sus actividades y enriquecimiento personal.

Contrariamente a lo que la prensa mainstream desinforma, los franceses no están acongojados por la condena y encarcelación de Sarkozy, sino más bien todo lo contrario.

Basta que recorran las redes sociales para ver la multitud de mensajes de satisfacción y las bromas que circulan tras la condena de Sarkozy.

Me imagino que sus amigotes se abstendrán de hacer una encuesta para no hacer el ridículo. Aunque aquí dicen que hacer el ridículo nunca mató a nadie.

«Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar», es lo que deben estar pensando muchos políticos en el gobierno y fuera de él que arrastran expedientes judiciales de mayor o menor gravedad. Sus perros guardianes en la prensa vociferan y se agitan, por algo será.

La impunidad funciona mientras tienen el poder, pero cuando lo pierden la justicia regresa al galope.

Es por eso que no hay que olvidar, la memoria histórica es alimento necesario de una sociedad democrática amenazada siempre por la corrupción y el olvido.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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