Este 22 de marzo de 2025 la jornada mundial de lucha contra el racismo ha sido impulsada en Francia por «La marcha de las solidaridades», respondiendo al llamamiento de quinientas asociaciones de defensa de los derechos de los inmigrantes, colectivo de indocumentados que reclaman su regularización, Cimade, Liga de derechos humanos, SOS racismo; los sindicatos CGT, Solidaires, CNT; y las organizaciones políticas de la izquierda francesa: Francia insumisa, Ecologistas y grupos anticapitalistas.
Esta jornada de movilización general contra el racismo y contra el fascismo ha reunido a más de cien mil manifestantes en doscientas localidades en todo el país y cerca de cuarenta mil en París, con una nutrida participación de la juventud, con más de veinte mil en París según la policía.
Una manifestación parisina contra el racismo y contra la ultraderecha que se ha desarrollado en calma desde las dos hasta las seis de la tarde, atravesando la capital desde la plaza de la República a la plaza la de Nación. Solo al final del recorrido una de las habituales provocaciones de la BRAV-M, policía antidisturbios motorizada, cortando el desfile y lanzando gases lacrimógenos, ha dado lugar a breves enfrentamientos con grupos de jóvenes manifestantes.
Entre las numerosas pancartas de «Somos todos antifascistas», «No pasarán», «Fuera fascistas», «Fuera la extrema derecha», «Quien siembra el racismo, cosecha el fascismo», «Respuesta antifascista», «respuesta ecologista», «regularización de los trabajadores inmigrantes indocumentados», «Palestina libre», «Alto al genocidio», «Fuera Macron», se encontraban otros contra la política anti inmigración de Macron y de su gobierno sostenido por la ultraderecha, o contra la guerra, la carrera armamentista y la deriva fascista de Trump en los Estados Unidos y de Netanyahu en Israel.
Esta movilización general se produce en un contexto de acercamiento ideológico y político entre la ultraderecha francesa y el gobierno de Macron, con su primer ministro François Bayrou, que ha dado lugar a numerosas declaraciones xenófobas y a un endurecimiento de la política gubernamental contra los inmigrantes, los sin techo, y los menores de edad aislados y sin domicilio fijo.
Por otra parte, los grupos neofascistas que gozan de total impunidad han protagonizado recientemente numerosas agresiones contra militantes asociativos e inmigrantes. Con la luz verde del gobierno, esos grupos tolerados y envalentonados alimentan campañas de amenazas de muerte y difamación contra toda oposición de izquierdas o ecologista, incluidos los parlamentarios.
El genocidio en curso en Palestina y la política fascista de Netanyahu han contribuido así mismo a la confluencia entre la demagógica propaganda de la ultraderecha contra la población musulmana en Francia y las posiciones genocidas del gobierno israelí, apoyado por el no menos fascista Donald Trump en los Estados Unidos. A todo ello se añade ahora la guerra de Ucrania, y la decisión de la Europa neoliberal de lanzarse en una carrera armamentista en detrimento de una política social y económica que beneficie al conjunto de la población.
La propaganda neofascista bien instalada en prensa, radio y televisión, gracias a grupos millonarios como el de Bolloré o Bouygues, y otros oligarcas, ha puesto aquí en tela de juicio la deontología de la profesión, que afecta hoy al conjunto de la prensa dominante incluido el servicio público.
Los periodistas de investigación y la prensa libre se ven relegados principalmente a su presencia en internet.
Mediapart, Reporterre, Basta, Le Média, Acrimed, La bas si je suis, o Le Monde Diplomatique (mensual), entre otros, desarrollan aquí un formidable trabajo informativo periodístico contra el neolenguaje y la desinformación de la prensa ‘de prefectura’ a las órdenes del Palacio del Elíseo, y contra la propaganda de la prensa, radio y televisión ultraderechista.
Desde estas páginas llevamos años alertando de esa deriva neofascista de la derecha política en Francia, acentuada con la llegada al poder de Emmanuel Macron que pone en tela de juicio las bases fundacionales del Estado de derecho. La ambigua constitución del régimen presidencialista de la quinta república sirve hoy de amparo a una situación de parálisis política escandalosa y antidemocrática, que impide el normal funcionamiento del Parlamento, ya que el presidente-monarca se atribuye plenos poderes, a pesar de ser minoritario y de haber perdido una tras otra todas las elecciones, tanto europeas como legislativas.
Un sistema político bloqueado por un gobierno ilegítimo y rehén de la extrema derecha, en espera de las presidenciales de 2027. Un presidente, Macron, que para mantenerse en el poder sea como sea ha tendido una alfombra roja a la normalización del neofascismo en Francia.