En Argelia, el cierre de Radio M, emisora anclada en internet, deja a ese país sin medios propios que puedan resultar creíbles. El Tribunal de Apelación de Argel confirmó hace cinco días la disolución completa de Interface Médias, empresa editora de Radio M.
Su fundador, Ihasane El Kadi, está encarcelado desde diciembre de 2022, pero el medio había resistido hasta ahora el acoso administrativo y las presiones de las autoridades. El Kadi cumple una condena firme de siete años de encarcelamiento.
El Kadi fue condenado mediante el peso del artículo 95 bis del Código Penal argelino, que castiga a quien reciba ayuda o fondos del extranjero para «incitar o llevar a cabo actos susceptibles de atentar contra la seguridad del Estado y su estabilidad».
La defensa del periodista explicó en su día que la única cantidad constatable transferida desde otro país para impulsar Radio M procedía de la hija de Ihsane El Kadi, Tin Hinane El Kadi quien vive en Londres y es investigadora, politóloga e investigadora.
Los medios independientes del poder que han surgido en Argelia a lo largo del tiempo han terminado chocando siempre con el sistema, tras sufrir numerosos tipos de acoso, amenazas y detenciones de periodistas, especialmente cuando dichos medios se han referido a casos de corrupción de los círculos más cercanos al poder o al señalar la represión de las protestas públicas.
El equipo de Radio M ha hecho una declaración diciendo que han resistido lo que han podido : «Hemos atravesado corrientes frías y tormentas violentas que, ¡ay!, no parece que vayan a apaciguarse».
Radio M surgió en el contexto de las marchas populares conocidas como Hirak (movimiento) que impidieron la reelección del presidente Abdelaziz Bouteflika, pero no lograron la regeneración democrática del régimen.
Ahora, el sucesor de Bouteflika, Abdelmadjid Tebboune, parece cuidar las circunstancias que pueden conducir a su reelección. El voto para las elecciones presidenciales argelinas está previsto dentro de tres meses, después de que Tebboune adelantara por sorpresa la cita con las urnas.
El régimen argelino sigue estando dominado por los principales mandos de su ejército y mantiene una gran opacidad que el tiempo no parece atenuar. Ni siquiera está confirmado que el actual presidente sea el elegido para sucederse a sí mismo, aunque la cerrada lógica tradicional del sistema lo convierte en muy probable.
Hace apenas dos meses y medio, una veintena de organizaciones civiles argelinas y de otros países lanzaron una campaña denunciando «el recorte severo de los derechos y libertades», al mismo tiempo que pedían la liberación de los presos de opinión.
Anteriormente, Amnistía Internacional, la Federación Internacional de Periodistas, Reporteros Sin Fronteras y el Comité de Protección de los Periodistas, así como otras organizaciones de defensa de la libertad de prensa, reclamaron la liberación de Ihasane El Kadi.
En estos momentos, es difícil precisar qué número de personas están presas en Argelia por motivos relacionados con las libertades, especialmente las de prensa y opinión.
En junio de 2021, el Código Penal argelino fue revisado para endurecer las penas referidas a los supuestos delitos de opinión, así como contra quien el régimen pueda considerar que intenta «cambiar el sistema de gobierno por medios no constitucionales», una calificación jurídica que se utiliza en los tribunales de manera ambigua.
En el terreno social, esta semana ha habido varias manifestaciones para protestar contra la falta de agua potable en la wilaya (provincia) de Tiaret, situada a unos 280 kilómetros al suroeste de la capital del país. Desde que las autoridades –y la pandemia– lograran debilitar al Hirak, quizá son las primeras manifestaciones de cierta entidad que se han podido visibilizar fuera de Argelia.
Quizá se deba señalar también que dichas protestas tienen lugar en torno a la celebración de Aid Al Adha, la fiesta del sacrificio del cordero, también conocida como Aid El Kebir (fiesta grande), que reúne a las familias en encuentros anuales en los que también se constatan los aumentos de precios en los mercados y el consumo de agua aumenta.
La Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos, a su vez disuelta jurídicamente hace diez meses, ha publicado un comunicado en las redes sociales donde señala que «Radio M era la voz de los condenados de la tierra y del pueblo menor, una última vela encendida de la prensa libre y de la libertad de expresión que se ha apagado».
Sin duda, un día triste para la libertad de prensa en Argelia.