Eduardo Madroñal Pedraza[1]
Frente al saqueo y la degradación Grecia ha persistido en otro camino, demostrando que otra política, y otra Europa, son posibles.
Después de años de un control extremo de la economía por la Troika de Bruselas, el gobierno griego se mantiene frente a las imposiciones de los grandes centros de poder mundial, defiende su soberanía y lucha por unir todo lo unible para poder redistribuir la riqueza en el país.
¿Grecia, retroceso o avance?
El saqueo infligido estos años a Grecia ha sido tan cruel que hasta el mismo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker tuvo que reconocerlo, a principios de este año 2019, “las instituciones europeas hemos aplicado una austeridad irreflexiva; hemos insultado a Grecia; y no fuimos lo suficientemente solidarias con Grecia durante los años más duros de la crisis”.
El reconocimiento llega tarde, cuando el daño ya está hecho y después de haber extraído más de 200 000 millones de euros en los últimos años. Medio millón de jóvenes, de aproximadamente diez millones de habitantes, han emigrado.
Sin embargo, ahora hasta el propio FMI prevé que Grecia crecerá en 2019 un 2,4 %, lo que coloca a la economía griega entre las más pujantes de la Eurozona, con una bajada de un punto en el porcentaje del paro. El peso de las exportaciones en el PIB está aumentando constantemente. Y Grecia ha vuelto a participar en los mercados de deuda, colocando 5000 millones de euros al 6,25 % de interés, cercano al tipo que se aplica a Italia. Incluso la asfixiante prima de riesgo se ha reducido a día de hoy a los 335 puntos básicos -hay que recordar que alcanzó los 600 en los momentos de mayor ataque- y se encuentra próxima a la italiana que ha subido hasta cerca de los 255 puntos -la portuguesa está en 112 y la española en 96-.
Grecia crece de nuevo y Syriza busca recuperar el poder adquisitivo de las clases populares. En enero, el ejecutivo de Tsipras anunció una subida del salario mínimo del 11 % y el fin de los recortes contra las pensiones. Ha reducido el IVA y comenzado a restaurar las ayudas de vivienda y dependencia. Ha restablecido los mecanismos de negociación colectiva abolidos por exigencia de la troika; mejorando los salarios de los trabajadores jóvenes; y desmontando las medidas que expulsaron a 3,5 millones de personas de la sanidad pública.
¿Qué política dirige Grecia?
Pese a todo tipo de embestidas políticas y económicas, en Grecia el gobierno de Syriza sigue en pie. La defensa de su autonomía frente a la sumisión completa a las políticas de saqueo han sido su política y su fuerza principal para enfrentar las dificultades. A veces ha parecido que cedía en sus posiciones ante el hostigamiento decretado de forma inmisericorde por Merkel. Sin embargo el gobierno de Tsipras ha demostrado su firmeza.
La trayectoria del gobierno griego ha sido muy dura pero muy sabia. Con un zig-zag absolutamente clarividente y consecuente, Syriza ha sabido ceder en lo secundario, llegando a pactar con un sector de la derecha democrática para mantener lo principal, dando un necesario paso atrás para avanzar hoy dos pasos: una Grecia con autonomía zafándose de la asfixia infligida por los centros de poder mundial con la Alemania de Merkel a la cabeza.
Hay que recordar, que en medio de la dramática situación económica y social, el gobierno de Tsipras ha tenido la claridad y la decisión de solucionar el peliagudo asunto del nombre de la fronteriza República de Macedonia mediante negociaciones y así evitar un problema con un país vecino que se convirtiera en conflicto y debilitara a Grecia.
Grecia demuestra que se puede salir de la soga de los recortes y “programas de rescate” de la troika, encabezada en el caso de Grecia por una Alemania destructora. Demuestra que las imposiciones de los grandes centros de poder mundial no son ineludibles cuando un gobierno ejerce su soberanía y se planta ante sus mandatos y fortalece el camino de buscar una amplia unidad política para la redistribución de la riqueza: la única vía de salir de la crisis en beneficio de la mayoría.
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Eduardo Madroñal Pedraza es profesor de instituto en España
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Ver: Portugal, otra política es posible