Greenpeace se presenta en Garoña para «desmantelar» la central

Un convoy de diez vehículos de obra con una treintena de activistas de Greenpeace ha llevado a cabo una acción pacífica en las puertas de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) para exigir el desmantelamiento inmediato de la planta.

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(c) Greenpeace/Mario Gómez

Bajo el lema «Garoña desmantelamiento ya» y «Garoña riesgo nuclear», los activistas de la organización ecologista han mostrado simbólicamente que esta envejecida y peligrosa instalación atómica debe ser desmantelada sin demora.

Greenpeace recuerda que la orden de cierre definitivo de la planta (Orden Ministerial del 3 de julio de 2009) está en vigor y que la Audiencia Nacional confirmó esta decisión. A pesar de la falta de responsabilidad del Gobierno en materia de seguridad nuclear por la aprobación el pasado 21 defebrero del Real Decreto que permitiría a Endesa e Iberdrola, los operadores de Garoña, obtener una nueva autorización, la organización ecologista destaca que el proceso de desmantelamiento debe hacerse de manera consecuente al cierre definitivo, ya que la planta está fuera del Sistema Integrado de Supervisión de las Centrales (SISC).

Además de envejecida, Garoña no ha sido evaluada para una hipotética ampliación desde 2009, y desde entonces han variado los criterios de seguridad a raíz del accidente de Fukushima, se han modificado los requerimientos ambientales para la utilización del agua de refrigeración procedente del Ebro y, además, ha cambiado su estado de funcionamiento, ya que permanece en estado de parada desde hace más de un año. Ante esta situación Greenpeace exige su desmantelamiento de manera inmediata.

«Garoña debe comenzar su desmantelamiento porque tiene una orden de cierre definitivo, no tiene licencia de explotación, lleva parada más de un año y es la central nuclear más vieja de la Unión Europea», ha declarado Raquel Montón responsable de la campaña Nuclear de Greenpeace. «Ampliar la vida útil de nucleares viejas y deterioradas como Garoña para que las grandes compañías eléctricas sigan ganando dinero a costa de que los ciudadanos sigan asumiendo las consecuencias de un accidente es un riesgo que no debemos permitir.»

La acción forma parte de una campaña europea para reclamar el cierre de las centrales nucleares más viejas. En estos momentos hay seis acciones de Greenpeace en Bélgica, Holanda, Suecia, Suiza, Francia y España.

Nuevo informe sobre el riesgo de las centrales envejecidas

Greenpeace ha publicado hoy el informe «Ampliación de la vida de las nucleares envejecidas: una nueva etapa de riesgo», elaborado por un equipo de expertos europeos, que analiza los riesgos técnicos de los viejos reactores nucleares. El documento considera los factores económicos, incluida la responsabilidad civil, y los factores políticos relevantes para la ampliación de la vida útil de los reactores. La vida media de los reactores nucleares en Europa es de 29 años, y su vida útil oscila entre 30 a 40 años. Por lo tanto, el envejecimiento nuclear es un tema urgente en la mayoría de los países europeos.

Greenpeace exige que se cierren inmediatamente los reactores que han sobrepasado su vida de diseño original. Y pide a los reguladores nucleares europeos que no autoricen prórrogas para ampliar la vida útil de las centrales envejecidas. La organización ecologista insta a los gobiernos europeos a que apoyen un objetivo de energía renovable obligatorio del 45% en 2030 (2).

» La ampliación de la vida útil de las nucleares en Europa nos dejaría a merced de una fuente de energía peligrosa y obsoleta durante décadas. Los líderes europeos deben aprovechar la cumbre de marzo en Bruselas para poner fin a estos riesgos y apoyar una fuente de energía limpia y segura como son las renovables», concluyó Montón

Notas

  1. Ampliación de la vida de las centrales nucleares envejecidas: empezando una nueva etapa de riesgo?. Resumen del informe encargado por Greenpeace, marzo 2014.
  2. EL 20 y 21 de marzo, los presidentes de los pasíes de la Unión Europea discutiran la política energética y climática para 2030. En este contexto, Greenpeace exige objetivos climáticos y energéticos vinculantes y ambiciosos, tanto a nivel global como nacional. Greenpeace reclama una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% (en comparación con 1990), una cuota de energía renovable en el consumo total de energía de al menos 45% y una reducción del consumo de energía final en un 40% (en comparación con 2005).

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