¡Ay, mi amor vive en Filipinas!
Esta inestabilidad atmosférica no es de sorprender, menos de alarmar pero sí de atender. Colocar en alto todas las cosas, incluyendo los sueños comunes y esas pesadillas tan nuestras que también nos circundan aún sin invitación.
Medir el nivel del agua que entra en nuestro hogar. Nuestra casa no es cualquier techo ni campamento pasajero. Los muebles que escogimos, los artefactos eléctricos que nos agilizan la mañana. ¡Dios mío! Los documentos, tus dibujos, mis escritos, tus cálculos, tu agenda, mis anotaciones, los borrones de los niños, nuestros libros, armas y herramientas. Las fotografías que guardamos en la caja de zapatos, los objetos de nuestros deseos, la ropa que te vestía, tus implementos de vuelo, los abrigos, mi equipo para excursiones.
Cómo salvar todo, o algo. Con el agua enfriándome los muslos, ¿qué es lo más importante? Abandonar tanto amor acumulado entiendo que no es fácil. Hay que suspender por un momento la tarea de recoger adentro para ayudar al vecino que tal vez tenga menos recursos que una para resistir las inclemencias y duelos.
Se que la solidaridad y responsabilidad les inspira y anhelan ayudarme más me resisto a mudarme y dejar que nuestra historia se haga simplemente recuerdo. No aspiro a que me rescaten, me aprovisionen de emergencia, me donen bienes lindos y útiles en reemplazo de los perdidos. Quiero quedarme contigo y lo nuestro.
Pero el ciclón sigue. No hay que permitir que te lleve la tormenta, que te arrastre el río, te golpeen las piedras ni los escombros. Es hora de dejar la casa. Es hora de seguir viviendo.
¡Ay, mi amor vive en Filipinas!
Autores:
- Palabra: Ileana Ruiz
- Ilustraciones: Xulio Formoso
Nuevamente me sorprendes Ileana…! Nuevamente me sorprendes Xulio…! La cara de los niños ante su tragedia lo dice todo: asombro, duda, tristeza pero un niño de pie mirando el horizonte tal vez buscando algo de lo que fué suyo, tal vez. procurando ver un sitio para seguir sus suieños, acompañado de la soledad y las manos vacías. Un texto y una imagen que nos lleva a reflexionar sobre la vida, sus contratiempos, los sentimientos y la férrea voluntad de seguir adelante. Todos hemos pasado alguna vez por el efecto devastador de un Haiyán