Han soltado a los cangrejos

La crisis general ha devuelto el fascismo a los ojos. Ve uno a esos cachorros de Hitler envueltos en banderas que huelen a sangre derramada, mofándose de ancianos estafados o saludando brazo en alto y cree que la inmundicia, resucitada, nos invade.

Lucas Léon Simón

Siempre han estado ahí. Cuando la vaina de la “transición” pasó por ellos, sólo se enquistaron. Se hicieron “demócratas” para invernar. El fundador de su partido, que arrancaba los teléfonos que le daban malas noticias, fue ministro de lo intangible, camisa azul y siempre le sobraba media España. La calle “era” suya y suyos los destinos de sus compatriotas, como los de la Catedral de Vitoria o Montejurra.

Fundó un partido que en realidad no era un partido: era la extensión temporal de un régimen caduco. Solo faltaba que la prensa de los banqueros, los defraudadores fiscales, los rancios empresarios esclavistas le jalearan o financiasen.

Y ahí los tenemos. Subidos a sus mayorías obtenidas con financiación ilegal y sobresueldos, con donaciones y arrogancia de chulillos del macarrón. Y no son una minoría dentro de una organización modélica y democrática, son la mayoría, porque lo llevan en los genes. Un día sale un alcalde gallego justificando genocidios y otro un portavoz parlamentario, atropellando a la justicia, a la historia y a la verdad, adjudicando la responsabilidad del “millón” de muertos a la República. Y equiparando, con ausencia de información y conocimiento, a una bandera, legitimada con democracia y sangre, con un trapo criminal agangrejado.

El resultado de todo esto, es que esta sociedad ha desandado a marchas agigantadas el túnel de tiempo. Vivimos ochenta años atrás. Y como entonces una alianza de las oligarquías y la Iglesia está torturando y aprisionado al pueblo y a las clase populares.

Y sus cachorros, ansiosos de razias, revientan de fascismo en sus sedes, pintan los ruedos con leyendas que son un dislate para la humanidad o sus portavoces principales ofenden a miles y miles de muertos. Conviertan a las víctimas en verdugos y sigue disfrutando su escaño.

Tengo la absoluta confianza que esta tendencia, esta moda social es coyuntural y que pasará. Y que la próxima vez ya no habrá “transiciones” y “reconciliaciones”, y que los asesinos del brazo en alto y sus cachorros, soltados como cangrejos saliendo del nido común, serán, definitivamente juzgados y ajusticiados.

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