La danza del sol es un ritual de las tribus aborígenes de Norteamérica que a lo largo de los siglos se ha trasplantado a diversas culturas de otros continentes, a las que ha sido adaptada con variaciones sobre el original.
La ceremonia se ha acoplado también a reclamos comerciales y turísticos como un entretenimiento más del ocio que organizan hoteles, campings y residencias para sus clientes.
El título de esta novela de Isabel Alba (“La danza del sol”. Ed. Acantilado) remite a este último significado. Se trata de una de las actividades programadas a las doce del mediodía para los clientes del Hotel Solymar, un hotel de temporada próximo a la playa, en el que se alojan los protagonistas de la novela durante un fin de semana de verano. La danza del sol del último día coincidirá con el acontecimiento que cierra la historia.
Dos relatos paralelos sitúan el desarrollo de la narración en los dos mundos en los que se mueven los protagonistas. Dos relatos que finalmente van a converger en un final dramático que, aunque previsible desde el principio de la novela, no deja de resultar espeluznante.
El hotel es un microcosmos en el que la autora sitúa a los miembros de dos familias de clase media emparentadas, que a lo largo del relato van exponiendo sus problemas cotidianos, sus enfrentamientos soterrados, su vida monótona y sin apenas cambios, exceptuando estos paréntesis vacacionales que les permiten pasar un fin de semana en la playa, huyendo de la ciudad y del trabajo.
En este microcosmos formado por los miembros de estas familias (matrimonios, hijos, suegra) se integran también otros clientes del hotel y algunos empleados cuyas vidas se van exponiendo a lo largo de la novela a través de los monólogos interiores de los propios protagonistas.
El otro microcosmos es el de los miembros de un grupo terrorista islámico que prepara un atentado. Son dos hermanos, miembros de una familia de exiliados refugiados en el país, a cuyos padres Isabel Alba retrata con humanidad, y a través de cuyos componentes y de sus experiencias la autora trata de indagar en las causas que provocan el imparable crecimiento del odio que lleva a sus hijos a emprender actividades terroristas en el ámbito del yihadismo.
Dos familias, dos mundos distintos y distantes (aunque no geográficamente) a través de los cuales la autora retrata a dos sociedades que conviven en un mismo espacio con sus vicios y con sus defectos, con sus ambiciones y con sus fracasos, con sus formas de vida, sus juicios sobre lo que ven y lo que viven, y sus decisiones, tantas veces equivocadas.
A destacar la original estructura de la novela, en tres capítulos (Viernes, Sábado y Domingo) que se desarrollan dando protagonismo a los miembros de las familias, a otros clientes del hotel y a algunos de sus empleados, a quienes se introduce situándolos en el momento y en el lugar desde el que cuentan sus experiencias y manifiestan sus pensamientos.
La autora decide quién es el personaje que sobrevive a la masacre a través de un episodio simbólico que cada lector interpretará a su manera.