Cuarta Gala del 56 Festival Cante de las Minas de la Unión
El domingo 7 de agosto de 2016 la Catedral del Cante fue testigo de una fiesta flamenco – jazzera y rockera con recurso y recuerdo a Los Beatles y Stevie Wonder, a la multiversionada Killing me softly, en el caso de Pitingo with his blues.
La noche empezó con artistas muy jóvenes, famosos de nacimiento. 22 años de José Enrique Morente Carbonell, Kiki Morente, rodeado de cantes, toques y bailes desde la cuna, de grandísimos maestros sin salir de la familia. Pero hasta la mejor voz del mundo hay que construirla y eso lleva su tiempo. A la potente voz de Kiki le falta una madurez, una construcción que tendrá dentro de unos años. Pero el germen del futuro maestro está en su garganta.
Su guitarrista, un Habichuela de quinta generación, Juan Torres Fajardo, Habichuela Nieto, ha crecido rodeado de guitarras maestras por todos los costados y a sus 27 años tiene un currículo de lujo. Hay que fijarse en sus manos ágiles, de dedos largos que logran dotar de magia a los acordes y ritmos, arpegios y picados, falsetas de soleá en las seis cuerdas. Escuchar, observar y sentir lo que él siente, que es mucho. Es ya un guitarrista maduro que a saber dónde puede llegar. A los 22 se llevó el Bordón Minero, aquí, en La Unión. Él dio comienzo a la noche con un concierto de Rondeñas exquisito.
Morente vistió la noche de blanco, salpicada de negro con el chalequillo de Habichuela. Empezó muy sabiamente con una caña, haciendo historia de cantes flamencos con orígenes líricos. Siguió luego por los caminos de su ilustre padre, con una soleá con buenos y bellos quiebros. Tientos a continuación, un palo del grupo de los tangos, claro estilo de cante andaluz. Enrique aporta recuerdos de su tocayo El Mellizo en clave moderna. Esta noche fueron por fandangos, alternando el acompañamiento con dúos de cuerdas de guitarra y vocales. Para acompañar a la Bulería en la que el joven cantaor ha hecho gala de todas sus esencias, la guitarra de David Jiménez El Melón ha sido su cómplice perfecto. Dúo de guitarras como regalo inesperado, lo mejor de la primera parte de la noche. Guitarras, el pilar imprescindible del flamenco.
Se nota que Enrique y Juan gozan de la mutua compañía y trabajo. Su complicidad, su sintonía son perfectas. Obligan al espectador a concentrarse casi tanto como ellos para apreciar hasta el fondo un arte lleno de bellezas.
Pitingo, el showman total
En 2004 recogió en este mismo escenario el premio Cantaor Revelación en los concursos de flamenco del festival. Y sobre él ha llovido mucho en estos doce años, que ha ido acompañando de cambios de look, según él mismo nos dice con su simpatía, empatía y carisma, desde el pelo largo pasando por la cresta hasta el que luce hoy al estilo Arturo Fernández, que por algo es ‘el gitano más presumido de España’.
‘Yo soy un cantaor de flamenco’, dice dirigiéndose al público que abarrota la sala. Pero de una versatilidad tan sin límites que ha sido capaz de poner en clave flamenca canciones de soul y gospel, canciones de los Beatles, de Stevie Wonder, la copla, el bolero y mucho más. Apoyado por una banda en la que forman Mariano Heredia, Rocío La Turronera, Constan González, Tuti Fernández, José Muñoz El Cheto, Carlos Merino, a la guitarra Jesús Núñez y efectos especiales de nube, ocupando todo el amplísimo escenario del antiguo Mercado Público. Él siempre de pie, paseando y llenando el escenario, implicando al público a cantar alargando el micrófono hacia la sala, dedicando el programa a los ilustres compañeros desaparecidos recientemente, el patriarca Juan Habichuela, El Lebrijano, José Menese y otros que se fueron antes, pero que todos ellos han pisado este escenario, Enrique Morente, Moraíto y muy especialmente a Víctor Blaya Charico, cantaor granadino que concursó con él aquí en 2004. Siempre actuando, cantando, haciéndose compás, bailando o interactuando con el público, al que pone en pie y con manos alzadas en aplausos cuando suenan hitos universales como Se nos rompió el amor, No me quieras matar corazón, Yesterday, Cucurrucucú paloma, Kill me softly, Let it be, I just called to say I love you…
Es la locura, la sala cantando en inglés a invitación de Pitingo, acompañada por la batería, cinco palmeros, guitarra y el maestro, showman total. Me imagino este espectáculo en el Rockefeller Center y arrasa incluso más que aquí.
La parte flamenca con la que dio comienzo y fin este macroespectáculo, por soleá, fandangos, granaína, seguiriya, tangos y al final una fiesta flamenca por todo lo alto a ritmo de bulerías enloquecidas, con todos haciendo palmas al compás, haciendo piña en un rincón flamenco que se montan a la izquierda del escenario…Nadie se quiere ir, ¡menudo subidón!
Pitingo, onubense universal, showman total, ha roto la noche en esta Catedral del Cante de las Minas de la Unión.