La Bella y la Bestia, nueva adaptación cinematográfica del famoso cuento de hadas –que ha conocido distintas vidas, en distintas latitudes y con distinta fortuna, en los escenarios, y las pantallas grande y pequeña (por no hablar de las funciones escolares de fin de curso)- llega a los cines españoles el 14 de marzo de 2014, esta vez dirigida por el realizador francés Christophe Gans (El pacto de los lobos, Silent Hill) e interpretada por Léa Seydoux (La vida de Adèle) y Vincent Cassel (Cisne negro, El odio) en los papeles de los dos personajes centrales: la Bella y el hombre-león, la Bestia.

La Bella y la Bestia es un cuento clásico que trata los temas del amor y la redención, y que tiene distintas versiones locales. En líneas generales, una joven llamada Bella se sacrifica para salvar a su padre, condenado a muerte por haber cortado una rosa en los dominios de un terrible monstruo. Sin embargo, la Bestia decide dejar a la joven con vida y tenerla viviendo en su castillo. Cada noche, a la hora de la cena, bella y Bestia se van descubriendo hasta que, en un momento dado, Bella comprende que tras el engreído y poderoso hombre-animal se esconde la víctima de un sortilegio, nada menos que el Príncipe majestuoso, y que ella es la destinada a librarle de la maldición. El triunfo del amor sobre la vanidad…
Con la ayuda de imágenes virtuales y el consabido ambiente manierista y barroco que parece especialmente creado para la historia de buenos y malos, en el sentido más tradicional, la versión 2014 del cuento, que oscila entre fidelidad al relato y modernización de los personajes, recupera parte de las visiones surrealistas de Cocteau y añade efectos especiales, que la convierten en una obra espectacular y trepidante que sin duda harán las delicias de los pre-adolescentes – a quienes parece ir dirigida la película- aunque puede que asusten a los más pequeños.
En cuanto a los adultos, no sé…Yo la he visto como algo muy ajeno, sin conseguir emocionarme en ningún momento ni recordar lo que pueda quedarme en la memoria del viejo cuento, tantas veces leído en otro tiempo. Creo que a la pareja protagonista le falta química; que no se siente la historia de amor que debería irse dibujando a medida que avanza el conocimiento mutuo. Y que la elección de unos diálogos más bien lacónicos –dando por hecho que todo el mundo conoce la historia y no es necesario precisar mucho- le quita esa parte de vibración interna que es lo menos que podemos exigir a un cuento, que acunó nuestra infancia.



