En un campo perdido en mitad de Nueva Jersey, Thomas Edison está fanfarroneando. En un momento dado, hace un chasquido con los dedos y se encienden decenas de bombillas colocadas en torno a él. Se diría que es magia, pero es solo la electricidad. Estamos en 1880 y la electricidad todavía no es una realidad, tan solo una promesa.
«La guerra de las corrientes», un título que responde exactamente a la realidad, nos cuenta la guerra mantenida a finales del siglo XIX entre Thomas Edison y George Westinghouse por la corriente eléctrica.
Mientras el primero era un inventor que apostaba por la corriente continua, el segundo era un pragmático hombre de negocios que veía que la corriente alterna podía transportar la electricidad mucho más lejos y alumbrar ciudades enteras. Y, como en la guerra está permitido casi todo, Edison intentaba convencer a la opinión pública de que no se conocían todos los peligros que podía representar la corriente alterna.
Historia épica de inventores e inventos que han sido grandes pasos para la humanidad, «La guerra de las corrientes», producida por Martin Scorsese y dirigida por el texano Alfonso Gómez-Rejón (“Yo y Earl”), tiene dos protagonistas de idéntico nivel: Benedict Cumberbatch (“The imitation game”, “Sherlock”) y Michael Shannon (“Animales nocturnos”, “Revolutionary Road”), en los papeles de Edison y Westinghouse, y unos cuantos buenos actores en los papeles secundarios: Katherine Waterston, Tom Holland, Matthew Macfadyen, Nicholas Hoult…
Episodio importantísimo en el progreso de la humanidad, «La guerra de las corrientes» nos habla de la competencia feroz entablada entre los dos personajes y quienes les apoyaron: JP Morgan en el caso de Edison, juntos deslumbraron al mundo iluminando toda Manhattan; y Nikola Tesla, quien ayudó a Westinghouse a destapar los fallos que tenía la corriente continua de Edison.
En resumen, una instructiva lección de historia.