Sin duda alguna, Felipe II ha pasado a la historia por ser uno de los monarcas españoles más destacados, puesto que su vida estuvo cargada de hazañas realmente interesantes. Por ejemplo, el hijo de Carlos I de España e Isabel de Portugal era un tremendo devoto, el cual llevó a cabo diferentes acciones curiosas que encontramos en la biografía de Felipe ii.
Según sus biógrafos, el monarca Felipe II logró reunir más de 7.000 reliquias en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, entre las cuales destacaban cuerpos enteros, cabezas y miembros completos de santos. Además, el denominado ‘rey prudente’, también añadió a su extensa colección numerosos relicarios de gran valor que fueron diseñados casi en su totalidad por el prestigioso orfebre Juan de Arfe.
Esta obsesión del monarca español por coleccionar reliquias de santos comenzó aproximadamente en el año 1550, sin embargo, no fue hasta el año 1567 cuando el papa Pío V, le dio permiso para conservarlas en el lugar que considerase oportuno. A partir de esta fecha, Felipe II empezó a acumular una gran cantidad de piezas de santos en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
¿Cuándo comenzó a coleccionar reliquias Felipe II?
Por lo general, cuando hablamos de la figura del monarca Felipe II, la mayoría de las personas piensan rápidamente en la Armada Invencible, ya que fue uno de los hechos más notables que se produjeron durante su reinado. Se puede decir, que la vida de Felipe II está repleta de grandes actos, los cuales dieron lugar a numerosas anécdotas y curiosidades que conocemos gracias a sus biógrafos.
Como ya se ha comentado anteriormente, el rey Felipe II fue un gran devoto, algo que dejó patente a lo largo de todo su reinado. Una devoción por la cristiandad que le llevó a poseer más de siete mil reliquias de santos, pero ¿de dónde viene la afición de Felipe II por coleccionar este tipo de objetos de carácter religioso? Según los historiadores, la obsesión del ‘rey prudente’ se inició en uno de los viajes que hizo con su padre.
Para ser un poco más concretos, en el año 1550, Felipe II emprendió un viaje por Europa junto a su padre Carlos I, con el principal objetivo de resolver diversos asuntos religiosos, militares y familiares. En algún momento de este viaje, el jovencísimo Felipe II quedó impresionado por un lugar que acumulaba una enorme cantidad de piezas de devoción, por lo que decidió comprar un centenar de ellas y llevárselas a España.
¿Cuántas reliquias coleccionó Felipe II?
Al principio, la colección de reliquias de Felipe II no era excesivamente grande, sin embargo, con el paso de los años, el monarca español empezó a acumular numerosas piezas de santos y mártires. Desde ropas hasta cabellos, calaveras o cuerpos enteros, llegando a acumular un total de 7422 reliquias. Una cifra realmente increíble, que da buena prueba de la pasión de Felipe II por coleccionar piezas de carácter religioso.
En el año 1567, la devoción del monarca español le llevó a contactar con el papa Pío V, ya que quería obtener un permiso especial para atesorar todas las reliquias en un recinto privado. El papa Pío V le dio su aprobación, de manera que Felipe II decidió guardar todas las piezas de santos que poseía en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial -lugar que el mismo mandó construir-.
Desde entonces, la pasión de Felipe II por las reliquias fue un paso más allá, hasta el punto de que siempre estaba buscando restos venerables de santos para incluirlos en la colección. Para proteger muchas de estas piezas, el rey español mandó fabricar numerosos relicarios con oro, plata y diversas piedras preciosas, los cuales fueron realizados por el excelente orfebre Juan de Arfe.
¿Qué pasó con la reliquia del sepulcro del apóstol Santiago?
A pesar de que la colección de reliquias de Felipe II era realmente extensa, el monarca español no fue capaz de conseguir una pieza por la que sentía un enorme anhelo. Y es que según el historiador Santiago Muñoz Machado, Felipe II intentó llevar el sepulcro del apóstol Santiago hasta el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, sin embargo, este traslado nunca llegó a ejecutarse.
Para los que lo desconozcan, el sepulcro del apóstol Santiago se encontraba en la ciudad de Santiago de Compostela. En sus costas desembarcaban tropas inglesas y francesas, por lo que Felipe II creía que era un lugar bastante peligroso para guardar esta importante reliquia. Por ello, los consejeros de Felipe II diseñaron un plan de traslado del sepulcro del apóstol Santiago.
Este plan quedó reflejado en un documento que se envió al cardenal Diego de Espinosa, el cual relataba las razones por las que era pertinente hacer la mudanza. Un documento que apareció en los archivos del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, de modo que quedó totalmente comprobado el intento fallido de traslado del sepulcro por parte del soberano Felipe II.