El mundo del periodismo gira en torno a cuatro noticias de las cuales, tres, son relativas al corazón. Corazón partío el que hace que millones de espectadores, millones de ávidos lectores y millones de escuchantes se sepan a pies juntillas la vida, milagros y otras postrimerías de los que dicen ser personajes públicos por su actividad. La otra cara de la moneda, se la llevan los personas públicos por nacimiento, título o cargo que llevan implícito ser perseguidos; ser analizados y ser destronados llegado el caso.

Hablando de todo un poco, diría yo, que entre nosotras hay algo más que envidia hacia esta mujer que a la sazón hoy, por Su matrimonio con el rey Felipe VI es la madre de la futura reina de España. Solo eso, tan solo eso. El resto, realmente no nos incumbe; de hecho, no nos debería importar, y es cruel que hablemos de los derechos de las mujeres y nos encontremos con las víboras que La destruyen si va a ver al Papa o si abre la Feria de Arco. No importa si sabe qué tiene que decir; da lo mismo si se ha aprendido un discurso y da igual el compromiso que tenga con las enfermedades raras o con el cáncer. El caso es menear la marrana, como dirían las abuelas; muy español por otro lado. La igualdad entre hombres y mujeres comenzaría si en vez de ese tono despectivo acerca de lo que hace o deja de hacer, lleva o deja de llevar, hablásemos de cuántas cosas ha aportado en estos tres lustros a España; qué bien educa a sus hijas o qué comprometida está con las causas sociales.
Ahora hablamos de Su exmarido porque en este país se nos acumulan los acontecimientos del periodismo basura y de su último bestseller, «El amor de Penny Robinson». Dicen las viperinas desde ya, y aún no ha salido, que describe su vida y milagros cuando todo aquello sucedió; la de Alonso Guerrero; el otro. Ya me extrañaba a mi que el pájaro estuviera callado. Ahora emerge cual ave fénix y veremos si Mrs Robinson sigue cantando a lo Garfunkel. Y se llenaran portadas, comentarios, tertulias e infinidad de programas en donde todos sabrán todo a pies juntillas; lo que dice y lo que calla; lo que cuenta y lo que inventa. Si el libro «Adiós, Princesa» se escribió con las las letras de su propio primo hermano, David Rocasolano, y si alguna vez pensó en aniquilarla, la autobiografía de su exprofesor no dejará indiferentes a las ratas de cloaca. Digo bien porque parece que todo cuanto ha vivido esta Señora es raro y como dice el evangelio, «el que este libre de pecado, que tire la primera piedra…»
Como mujer que Ha vivido y Ha luchado en la calle no debe salir de Su asombro. Como persona, debe estar herida en el fondo de Su alma. Como madre, debe ser insorportable verse juzgada por propios y extraños y como periodista debe entender que la prensa rosa, la canallesca; la que tira por tierra el periodismo de calidad, ha llegado para quedarse y es un modus vivendi en este país. La carnaza, la merda de la carnaza de la prensa rosa.
Señora, desde la humildad de un soporte que habla de lo que acontece en derechos humanos; de injusticias sociales; de discapacidad; de todo cuanto tiene que ver con la vida; en Periodistas en Español, y a mi en particular, nos sorprende tanto como a Usted. Esto es España y nadie se creía que Gran Hermano iba a durar 20 años; y que Sálvame fuera el padrenuestro de las que sobreviven en casa estupefactas. Como decía el otro; ¡ojalá no te toque a ti! . Aquí como te hagan famoso te despellejan; da igual que te pongas de verde o de azul marino. En este caso, Usted iba de colorao. Por lo menos, y a todos lo efectos, habría que decirle ¡Ole Usted! Si me van a criticar igual, al menos, que sepan por dónde ando.
Lo cierto, lo único cierto, es que el entonces príncipe de Asturias La eligió a Ella y aquí se acaba la historia. Tienen dos hijas y son una familia. Fin de la noticia. Ahora, a por la carnaza, así no pensáis en las pensiones; en que no hay presupuestos; en que sigue un paro que nos va a dejar tumbados; en Cataluña; en la desigualdad social; en la pobreza energética y en los niños que no comen cada día. Hablemos de Letizia, así no piensan. Eso que también sucede es España y no se cuenta, no se comenta y no interesa porque hay que taparlo acaso con la mujer de rojo. Esa que os hace pensar si tiene bótox o una tela de Varela puesta. ¡Qué gran país pero qué manipulado está! Pais, decía el finado Forges.
Solamente llamaba para decirte que te quiero, decía la canción.
Con la venia, Señora.



