Las antimemorias de Andrés Sorel

Andrés Sorel es un escritor comprometido, uno de los imprescindibles de un tiempo que se prolonga a lo largo de toda su vida, escribe Víctor Claudín sobre unas memorias que publica ahora, que llama antimemorias porque, dice, no relatan su intimidad, sólo parte de su vida social (cultural y política). Las antimemorias de un comunista, algo que no ha dejado de ser, incómodo siempre, con el subtítulo comercial de “De la Pirenaica a Podemos”.

Víctor Claudín

sorel-antimemorias-comunista-incomodo-portada Las antimemorias de Andrés Sorel
Portada de «Antimemorias de un comunista incómodo», de Andrés Sorel, publicado por Península.

Un libro es un ámbito cerrado, para el que el autor selecciona determinado contenido; en uno de estas características, aquello de lo que quiere dejar constancia. Por eso ahí no está todo Sorel, ni mucho menos, y no me estoy refiriendo ya a “lo íntimo”. Faltan muchos aspectos de su vida pública, como sus años al frente de la Asociación Colegial de Escritores, que apenas cita, muchos amigos que fueron y que ya no están, etc; pero lo que cabe en sus páginas es francamente interesante y da una perspectiva de su lado más político, que en su caso es más culturalmente político. Una perspectiva que refleja y representa la lucha de unos cuantos que siempre han sido.
En el abanico de lo elegido para incorporar al libro hay apartados dedicados a Radio España Independiente, a Cuba, al PCE, a ETA, a los exilios, al final del siglo pasado, y al comienzo del presente, aunque de repente el lector no entienda bien a cuento de qué viene su recuerdo a Leticia, aun siendo compañera de estudios de su hija, pero ahí está ese apartado, que más parece una deuda que cumplir.

En resumen, el libro es la crónica de la lucha entre el dogmatismo comunista y la heterodoxia revolucionaria en la que él se ha situado, ya desde el principio, desde sus trabajos como colaborador de la Pirenaica, y que así ha seguido siendo como asesor cultural en la embajada cubana, como partícipe en la dirección de cultura del Partido, o como responsable de una publicación sobre la emigración española en Europa (dirigió Información Española). Es en esa lucha donde simbólicamente ruedan cabezas establecidas en la disciplina orgánica que convierte en ciegos, sordos y mudos a sus oficiantes burócratas, reuniones históricas donde se paralizaba el curso de la historia, o donde se volvía para atrás, explicación de decisiones contrarias al devenir de los pueblos. En esa pelea entre dogmatismo interesado y libertad de pensamiento, Sorel pierde su lugar en la organización, pero gana en personalidad, en libertad, en rebeldía, en capacidad creadora.

Sí, Andrés Sorel tuvo la oportunidad de vivir de manera bien intensa, con distintas responsabilidades partidarias, así conoció a fondo Cuba (se reconoce amigo de la revolución cubana, pero con espíritu crítico), y la Unión Soviética (esos viajes en los que los guías no dejaban conocer la realidad a los visitantes, por mucho rango que tuvieran, igual le pasa en Corea del Norte), viajando por otros países del Este (estando por ejemplo el 68 en Praga, donde se duele del proceso del comunismo real, con la emoción de la libertad presentida que no va a llegar por los intereses rusos. «Una derrota más, en las derrotas de su vida»), también la emigración española en Europa, la lucha clandestina, la cárcel, el conocimiento de los guerrilleros, tanto dolor provocado por la represión franquista, los intentos por armar una respuesta intelectual al franquismo, también presencia la Revolución de los Claveles de Portugal (estallido de vida y libertad que no conocía desde el 68, antes de que los tanques soviéticos se impusieran en las calles de Praga). Y hace un repaso a su relación con gentes viejas (Santiago Carrillo), con gentes grandes (Pasionaria, el Che, Marcelino Camacho) y con sus amigos (Saramago, Sampedro, Sastre, Gamoneda, Vázquez Montalbán, Zúñiga, Caballero Bonald, Edmundo de Ory). Y a sus libros, a las novelas y ensayos relacionados con su actividad militante, con sus experiencias de trabajo político, prohibiciones, censuras. Uno de esos libros le permite un conocimiento exhaustivo del maquis, ofreciendo una perspectiva que, una vez más, tampoco gustó en la dirección del Partido. Tampoco su actitud ante ETA fue bien comprendida, porque para Euskadi Andrés Sorel siempre defendió el diálogo. Igualmente anécdotas, como cuando en las celdas de la DGS estuvo frente a la que ocupaba Nicolás Sartorius.

Hay a veces un paso demasiado rápido por situaciones, resueltas tal vez con una sucesión de nombres que firman un documento; cuando en otras faltan nombres, como cuando se refiere a la historia del periódico del que estuvo al frente, Liberación, cuando no aparece el grupo rector, cuando no se nombra, junto a Rafa Gómez Parra, que sí aparece, a Antonio Albiñana o a Mercedes Arancibia, o su gestación a través de asambleas teniendo como origen al grupo libertario de Valencia, del que ellos dos formaban parte.

Sus eternas y magníficas dudas y preguntas. Y su poética. Con algunas aseveraciones discutibles, algunos comportamientos que permanecerán en la bruma porque él mismo nos enseña en este volumen que nadie está exonerado de deslizarse por similares derroteros que denuncia en otros. A veces tenemos que suponer o deducir, porque el autor no nos facilita demasiada información.

Llega el 73, Chile, y él escribe un artículo en Información Española que titula «Chile: la Revolución Crucificada», y desata las iras finales de Carrillo y sus gentes, así se hace una reunión sumaria, en la que Sorel ni siquiera considera oportuno defenderse. Y ahí se produce su salida de la organización.

Hacia el final menciona el 15M de 2011, pero no tanto para entrar en su análisis ilusionante (una juventud que despierta a la sociedad) como para recordar las calles de París en aquel otro mayo de 1968.

La emoción de la verdad, de su verdad, de su papel de mosca cojonera, o heterodoxia creadora. Papel de intelectual libre de las ataduras que someten al intelectual orgánico, alma de estructura interna, siempre al servicio domeñado de unas ideas que alguien desde la cima impone, llámese Carrillo, Ceaucescu o Fidel Castro.

Es un libro grande, tal vez controvertido, edificante, desde luego muy necesario porque la historia no puede pasar sin que se conozca, también, la voz de los otros.

Antimemorias de un comunista incómodo
De la Pirenaica a Podemos
Andrés Sorel
Editor: Peninsula (5 de abril de 2016)
Tapa blanda: 380 páginas, 19,90 euros
Libro electrónico: 10,99 euros
Idioma: Español
ISBN-10: 849942502X
ISBN-13: 978-8499425023

 

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