Roberto Cataldi[1]
El hambre en el mundo es un tema histórico, deliberadamente irresuelto, y su forma extrema, que conocemos por hambruna, es causa de desnutrición, enfermedades y mortalidad.

Si bien existen factores climáticos que pueden causar sequía y una mala cosecha, o severas condiciones de pobreza, sabemos que las hambrunas fueron, han sido y son un instrumento de sometimiento o de aniquilamiento de una población, quizá mucho más cruel que un tiro de gracia, ya que el ser humano va asistiendo lentamente al derrumbe no metafórico de su ser.
Si se escribiera la historia de las hambrunas pienso que sería interminable, pero en el siglo pasado hubo varias que deberían habernos sensibilizado para que en el siglo actual fuese algo superado, sin embargo, la crueldad humana no tiene límites ni fronteras.
El Holodomor en Ucrania, el Holocausto, el cerco de Leningrado (hoy San Petersburgo), las guerras civiles, y tantos otros actos bélicos donde por acción de las devastadores consecuencias del hambre se perdieron millones de vidas humanas.
La literatura no ha sido indiferente, desde el «Diario de Ana Frank» hasta «Hambre» de Knut Hamsun, donde se describe este fenómeno terrible y espantoso.
El colmo, por lo que he leído, fue un artículo publicado en la revista de la ONU en 2008 (luego borrado), de un profesor universitario que bajo el título de: «Los beneficios del hambre en el mundo», sostenía que para la economía mundial eran más trabajadoras las personas hambrientas que las bien alimentadas… Al parecer, luego se dijo que el artículo de marras no debía tomarse literalmente porque era una sátira… En fin, no creo que el tema dé para una sátira.
Goethe decía que, «El hombre es lo que él come». En efecto, un ser hambriento se lleva a la boca lo que sea, llegando incluso al canibalismo.
La hambruna como crisis alimentaria extrema de una población, no es un evento repentino, pues, se trata de un proceso lento y predecible, por lo tanto es evitable si existe voluntad.
En LA NACION de este sábado 13 de diciembre 2025, Enrique Piñeyro, conocido filántropo argentino, quien tiene una fundación que se sustenta con fondos propios, reclama que desde hace más de un mes aguarda el permiso de la Cancillería para trasladar en su avión privado a Gaza 43 toneladas de alimentos. Él sostiene que hoy en Gaza es donde más se necesita y su intención es entregar esos alimentos a La Media Luna Roja, que se encargaría de repartirlo. Ahora bien, yo me pregunto, cómo ante una situación de tal gravedad no existe un trámite espress o incluso «al instante» como sucede con el DNI (Documento Nacional de Identidad) que tiene una demora entre dos y seis horas… ¿Acaso el hambre puede esperar más que un documento?
George Orwell no pierde actualidad con su libro 1984: «El Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra; el Ministerio de la Verdad, de las mentiras; el Ministerio del Amor, de la tortura, y el Ministerio de la Abundancia, del hambre.»
Es triste ver a esos pacientes que llegan a los hospitales públicos con una desnutrición severa, y a decir verdad, van allí a morir; los médicos nos hemos cansado de ver estas situaciones que son evitables y nos afectan como seres humanos que somos. Cualquier ciudadano de a pie, si no mira para otro lado o se hace el distraído, ve en la calle gente en condiciones infrahumanas. Lo cierto es que el mundo vive entre el progreso y el hambre.
Qué diría hoy Víctor Hugo (1802-1885), autor de «Los Miserables».
Roberto Miguel Cataldi Amatriain es médico de profesión y ensayista cultivador de humanidades, para cuyo desarrollo creó junto a su familia la Fundación Internacional Cataldi Amatriain (FICA)



