Teresa Gurza¹
Una de las poquísimas acciones positivas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México, es la de señalar que la menstruación es asunto de salud pública y no privado; copiando, finalmente, la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Verlo así, implica la obligación estatal de dar a las mujeres en edad fértil acceso gratuito a toallas sanitarias y tampones; vedados ahora para millones de mexicanas, que no tienen con qué adquirirlos.
Me alegra que estos temas puedan tratarse públicamente; cuando yo era adolescente, solo había Kotex y Tampax, que únicamente se vendían en farmacias y, para comprarlos, había que esperar que estuviera despachando una mujer, que los entregaba envueltos para que no se supiera lo que era.
Pero algunas actitudes, aunque sea lentamente, cambian, y en 2020, el Colectivo Menstruación Digna México impulsó una iniciativa para colocar los productos de higiene femenina en el presupuesto gubernamental para poder ser entregados gratuitamente, que fue rechazada por el Congreso, pero la volvieron a presentar este año.
Esto beneficiaría a las más pobres, para quienes los días de menstruación son muy complicados, porque además de no poder comprar toallas, sus viviendas carecen de agua potable y baños en buenas condiciones.
Pero precisamente el 26 de octubre de 2021, la Cámara de Senadores aprobó las nuevas disposiciones sobre el pago de impuestos que contiene la Miscelánea Fiscal, que entrará en vigor el primero de enero de 2022, y no incluye la gratuidad de los productos de higiene menstrual, sino únicamente que tengan tasa cero de IVA; con lo que el ahorro será mínimo.
Pasando a otro asunto, supe de un avance en temas antes vedados por un artículo de Rachel E. Gross en el New York Times del 21 de septiembre de 2021, que informa de que se está buscando desterrar la ‘vergüenza’ de la anatomía femenina.
Relata Gross que, cuando Allison Draper cursaba en 2014 el primer año de medicina en la Universidad de Miami, podía encontrar los nombres en latín para casi cualquier parte del cuerpo y saber así, dónde estaban y su función.
Pero el día que buscó el nervio pudendo, que proporciona sensibilidad a los genitales femeninos, se enteró de que deriva de pudere, que significa avergonzarse. Sorprendida, comenzó a investigar buscando argumentar que pudendum era término inapropiado y debía eliminarse.
Supo que los escritores romanos del siglo I utilizaban el término para referirse a los genitales de hombres, mujeres y animales, por igual. Y que en 1543 se dejó de usar para los hombres y una ilustración de un atlas anatómico de Andreas Vesalius etiquetaba al útero como «pene con un mechón de vello púbico rizado», porque se pensaba a las mujeres «como hombres con las partes internas del cuerpo imperfectas».
En quinientos años de actualizaciones nadie dio importancia a los nombres del canal pudendo, el nervio pudendo y la arteria pudenda, hasta que, en 1895, la anatomía reconoció la existencia de una región pudenda en hombres y mujeres.
Pero sesenta años más tarde, se dejó únicamente el pudendum femininum y así sigue en casi todos los libros de texto. «Lo que no solo es sexismo, sino también inapropiado, porque, generalmente, los términos anatómicos deben de ser informativos y descriptivos, y pudendum solo tiene contexto moral».
También a Bernard Moxham, jefe de anatomía de la Universidad de Cardiff (Gales, Reino Unido), y a Susan Morgan, les molestaba el sesgo de género en la enseñanza de anatomía y señalaron otros términos, como las palabras himen de raíz igual a la de Himeneo, dios griego del matrimonio; y vagina, que significa vaina o cubierta, sugiriendo que su función principal es albergar un pene «lo que no es exacto ni científicamente neutral».
Dos años después, Moxham propuso eliminar pudendum, y las palabras relacionadas, del siguiente diccionario médico.
Pero no todo el mundo médico estaba convencido; se argumentaba que su raíz latina podía también significar virtud. Finalmente hubo acuerdo en desaparecer pudendum pero no nervio pudendo, canal pudendo y arteria pudenda.
Y la disputa fue tan fuerte entre los grupos médicos a favor o en contra de quitar los términos ofensivos para las mujeres, que en agosto de 2019 Moxham sugirió una moratoria de dos años para enfriar los ánimos.
Pero logró que, a finales de ese año, los labios pudendum ya no aparecieron en la Terminología Anatómica; la arteria, el canal y el nervio quedaron igual.
Y en la vida diaria, aún hay prejuicios y crímenes. El término lego alemán es Schamlippen, labios de la vergüenza.
En muchos países occidentales, las mujeres evitan ir al ginecólogo y les da vergüenza decir que les duele la vagina o la vulva.
Y más de doscientos millones de niñas de treinta países asiáticos y africanos sufren mutilación genital femenina (MGF) para evitarles goce sexual; muchas mueren y otras sufren de por vida de hemorragias, problemas urinarios, infecciones y quistes.
- Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente