Libia: secuestros y ejecuciones sumarias en Bengasi

Amnistía Internacional ha hecho público un informe sobre Libia en el que se pide rendición de cuentas y sanciones específicas de la ONU o de la Corte Penal Internacional, para terminar con la espiral de crímenes de guerra en Bengasi mediante secuestros, torturas, ejecuciones sumarias y otros abusos endémicos perpetrados por las fuerzas enfrentadas, algunos constitutivos de crímenes de guerra.

Fuerzas pro gubernamentales libias en la ciudad de Bengasi. © AI/REUTERS/Esam Omran Al-Fetori.

En Benghazi’s descent into chaos: abductions, summary killings and other abuses, Amnistía pone el foco sobre una sucesión de «abusos espeluznantes» cometidos desde mayo de 2014 por combatientes tanto del Consejo Consultivo de Revolucionarios de Bengasi, coalición de grupos armados y milicias islamistas, como de las fuerzas leales a la Operación Dignidad liderada por el general Khalifa Haftar.

“En los últimos meses, la escalada de los ataques de represalia entre fuerzas rivales en Bengasi han sumido a la ciudad en una espiral descendente hacia el caos y el desgobierno. La violencia desenfrenada entre los grupos rivales y sus simpatizantes clamando venganza ha desgarrado la ciudad”, afirma Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África.

“Si la comunidad internacional no demuestra su intención de investigar los crímenes de guerra y obligar a los autoridades a rendir cuentas, el círculo vicioso de abusos y sufrimiento de las víctimas probablemente empeorará. Es preciso que se termine con este clima de impunidad agravado por el desgobierno”, añade.

Amnistía Internacional ha pedido al Consejo de Seguridad de la ONU que imponga sanciones específicas –como la prohibición de viajar y la congelación de activos– a quienes hayan cometido violaciones de derechos humanos o del derecho internacional humanitario con arreglo a la resolución 2174, aprobada en agosto de 2014.

Asimismo, la organización ha pedido a la Corte Penal Internacional, competente para juzgar los crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos en Libia, que amplíe sus investigaciones para incluir los crímenes de guerra y delitos de derecho internacional cometidos por todas las milicias y grupos armados desde febrero de 2011. Hasta la fecha, la Corte Penal Internacional  sólo ha investigado crímenes cometidos durante la sublevación de 2011 y el conflicto armado.

En las últimas semanas, las conversaciones en curso de la ONU en Ginebra han permitido atisbar la esperanza de que los libios puedan alejar del abismo a su país: “Los esfuerzos para alcanzar un acuerdo político serán en vano si no garantizan que las cuestiones relativas a los derechos humanos serán abordadas. Los abusos contra los derechos humanos cometidos por los bandos enfrentados exacerban los motivos de agravio y no pueden esconderse bajo la alfombra”, ha afirmado Hassiba Hadj Sahraoui.

“Políticos y grupos armados en Libia llevan meses combatiendo por convertirse en los legítimos representantes del pueblo libio. Pero lo que está sucediendo en Bengasi nos demuestra que todos los bandos son responsables de graves abusos contra los derechos humanos, y que los ciudadanos corrientes de Libia están atrapados entre dos fuegos. Todos los bandos tienen la obligación de ponerles fin”, agrega.

Casi cuatro años después de que la población libia se sublevara contra el coronel Muamar al Gadafi, gran parte de sus esperanzas en un futuro estable se han desvanecido.

En su documento, Amnistía Internacional va deshaciendo la compleja maraña de grupos armados que están detrás de la ola de violencia que ha sacudido Bengasi en los últimos meses.

“Los jefes de grupos armados de todos los bandos deben transmitir el mensaje inequívoco de que tales actos no se tolerarán, o enfrentarse ellos mismos al procesamiento”, ha dicho Hassiba Hadj Sahraoui.

Han surgido datos que indican que las fuerzas de ambos bandos han secuestrado y ejecutado sumariamente a decenas de personas, con la aparición posterior en redes sociales de fotografías y vídeos de sus cadáveres abandonados, a menudo con señales de tortura.

En otros casos se ha dado muerte a activistas, dirigentes religiosos y periodistas en ataques de motivación política. Sigue sin conocerse la identidad de los perpetradores, pero muchos en Bengasi culpan a los grupos vinculados al Consejo Consultivo de Revolucionarios de Bengasi, en concreto a Ansar al-Sharia.

Bajo el emblema de la lucha contra el terrorismo y el restablecimiento del Estado de derecho, las fuerzas de la Operación Dignidad lanzaron una operación el 15 de octubre de 2014 para arrebatar el control de Bengasi a las fuerzas del Consejo Consultivo de Revolucionarios de Bengasi.

Después de tres meses de intensos combates y bombardeos indiscriminados en zonas residenciales, además de los ataques aéreos perpetrados por las fuerzas de la Operación Dignidad, los destrozos causados son extensos en algunas zonas, sobre todo las que rodean el puerto comercial y el centro de la ciudad, como Al Sabri. Decenas de viviendas de personas presuntamente vinculadas a grupos islamistas han sido objeto de saqueos, actos vandálicos, incendios provocados y, en algunos casos, demolición completa.

Las consecuencias en el aspecto humanitario han sido terribles. Al menos 90.000 personas se han visto desplazadas por los combates. La población civil lucha por sobrevivir ante la falta de suministro de agua, las subidas de precios de los alimentos, las graves interrupciones en el abastecimiento eléctrico y la escasez de combustible y gas de cocina. Debido a los combates, también hay escasez de personal y medicamentos en los hospitales públicos. Algunos hospitales fueron evacuados tras ser bombardeados. Todas las escuelas han permanecido cerradas en la práctica.

Secuestros y ejecuciones sumarias

Más de 260 personas –entre civiles y combatientes– desaparecieron en Bengasi entre junio y noviembre de 2014, según la Sociedad Libia de la Media Luna Roja.

Muchos secuestros fueron obra de grupos vinculados al Consejo Consultivo de Revolucionarios de Bengasi. En la mayoría de los casos, la víctima fue secuestrada en su casa o en la calle por hombres con el rostro cubierto. También han sido secuestrados trabajadores de la salud, a menudo para que traten a miembros heridos de las fuerzas del SCBR en hospitales de campaña.

Las fuerzas de la Operación Dignidad también han capturado, torturado y ejecutado sumariamente a combatientes y civiles. Algunos fueron detenidos tras ser acusados de pertenecer a grupos armados islamistas en sitios de redes sociales.

Muchas familias no supieron que sus seres queridos habían muerto hasta que reconocieron sus cadáveres en fotografías y vídeos publicados en Facebook.

En Al Marj, localidad situada unos 90 kilómetros al este de Bengasi, se subieron sitios de redes sociales al menos 17 fotografías de cadáveres sin identificar abandonados en la zona. Amnistía Internacional encontró indicios de que al menos cuatro de estos hombres habían sido ejecutados sumariamente tras ser detenidos en Al Baida por fuerzas de la Operación Dignidad.

La hermana de Anas al Khitab, una de las víctimas, contó a Amnistía Internacional que otro hermano había visto una fotografía del cadáver de su hermano en Facebook junto a otros cuatro: “Según un informe forense, a Anas lo mataron de un disparo en la cabeza, pero no se mencionan señales de tortura. Mi hermano es médico y observó contusiones en el cuerpo de Anas que podrían indicar que recibió golpes”, explicó.

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