Amnistía Internacional (AI) alerta a la opinión pública sobre la «limpieza étnica» de civiles musulmanes que se está llevando a cabo en el oeste de la República Centroafricana y que “las fuerzas internacionales no consiguen parar”.
«Los soldados de la fuerza internacional de mantenimiento de la paz no consiguen impedir la limpieza étnica de civiles musulmanes…», se lee en un comunicado publicado este 12 de febrero, seguido del llamamiento a la comunidad internacional para que «impida el control de las milicias anti-balaka y envíe un número suficiente de tropas a los pueblos donde los musulmanes están amenazados».
«Las milicias anti-balaka efectúan ataques violentos que tienen como objetivo una limpieza étnica de musulmanes en la República Centroafricana», ha dicho Joanne Mariner, consejera de AI para situaciones de crisis. “El resultado es que estamos asistiendo a un éxodo de musulmanes sin precedente». Para escapar a esta locura, dice el comunicado de AI, la mayor parte de la población musulmana ha abandonado muchos pueblos y ciudades; los que quedan están refugiados en el interior de iglesias y mezquitas.
AI critica la excesivamente timorata respuesta de la comunidad internacional acentuando el hecho de que las tropas internacionales se muestran reticentes a enfrentarse con las milicias anti-balaka y no se empeñan lo suficiente en proteger a la minoría musulmana amenazada.
«Las tropas internacionales de mantenimiento de la paz no han conseguido frenar la violencia», asegura Donatella Rovera, también consejera de AI. “En algunos casos incluso han dado tácitamente su consentimiento, dejando que las milicias anti-balaka llenen el vacío dejado por la progresiva disminución del poder de Seleka”.
En las últimas semanas AI ha recogido cerca de un centenar de testimonios de primera mano sobre los ataques perpetrados por los anti-balaka contra civiles musulmanes, en las ciudades de Bouali, Boyali, Bossembélé, Bossemptélé y Baoro, en el noroeste del país. En esas poblaciones no había fuerza internacional por lo que los civiles se encontraban desprotegidos. El ataque más letal de los investigados por AI tuvo lugar el 18 de enero de 2014 en Bossemptélé; causó más de 100 muertos musulmanes, entre los que había mujeres y ancianos.
La situación en Centroafricana empeoró con el derrocamiento, en marzo de 2013, del presidente François Bozizé por Michel Djotodia y la rebelión Seleka, en armas desde 2012. Posteriormente, la dimisión forzosa de Djotodia, en enero de 2014, acusado tanto él como su partido de mayoría musulmana de atropellos a la población cristiana, el país ha caído en “una infernal espiral de violencia interconfesional, con la aparición de los anti-balaka, milicias campesinas de autodefensa de mayoría cristiana, decididas a vengarse tanto de Seleka como de los civiles musulmanes”.
En diciembre de 2013, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó el envío de fuerzas para mantener la paz en el país. Esa fuerza, compuesta por 5.500 soldados de la Unión Africana, la MISCA (Misión Internacional de apoyo a Centráfica), y 1.600 soldados franceses integrantes de la «operación Sangaris», se encuentran en Banguii, la capital, y en varias ciudades del norte y sudoeste. El poder cada vez menor de las fuerzas en retirada de Seleka no ha disminuido su brutalidad. “Incluso con una capacidad de movimiento y medios muy reducida, los miembros de Seleka han continuado sus violentos ataques contra cristianos, y sus bienes. Igualmente, algunos miembros armados de comunidades musulmanas, que actúan junto a Seleka o de manera independiente, han protagonizado ataques de gran magnitud contra civiles cristianos”.
«La urgencia de la situación exige una respuesta inmediata», en opinión de Joanne Mariner. “Ya es hora de que la operación de mantenimiento de la paz en la República Centroafricana proteja a la población civil, acuda a las zonas de riesgo y pare el éxodo masivo que se está produciendo”.