Una película radicalmente distinta de todas: Locke, apellido del personaje, nos dedica hora y media de drama a bordo de un BMW que transita por la autopista de va de Birmingham a Londres, con el conductor, Tom Hardy (Bronson, Warrior), como único protagonista.
Cuando empieza el viaje, Ivan Locke es un acomodado encargado de obras, tiene una mujer y dos hijos, una bonita casa y un mal recuerdo de infancia: su padre les abandonó.
Una llamada telefónica, recibida antes de iniciar el viaje va a cambiar (y quizá destruir) su tranquila existencia: una mujer, a la que conoció en un viaje de trabajo y con la que tuvo relaciones sexuales una sola vez, está a punto de dar a luz.
Locke no quiere repetir el comportamiento de su padre, por eso acude a Londres para prestar apoyo a esa mujer e intentar encontrar la fórmula que le permita ocuparse de ella y el hijo, sin pensar ni por un momento en abandonar a la familia de Birmingham.
Película magistral, drama moral y conmovedor que avanza a medida que Locke va recibiendo llamadas telefónicas en el manos libres de su automóvil: de su esposa, de la amante de un día desde el hospital, del jefe de la obra que ha abandonado repentinamente…
Todo para ir configurando la historia de valor y sinceridad de un hombre que, siguiendo a su conciencia y asumiendo lo que considera un deber, decide saltarse todos los convencionalismos –incluidos los muy sinceros del amor real que siente por su familia- de la sociedad a que pertenece.
Monólogo “reservado probablemente a cinéfilos convencidos” dado que en principio no resulta nada cautivador seguir a un tipo al volante de su automóvil durante un ahora y media.
Ha dirigido esta convincente historia Steve Knight (conocido hasta ahora como el guionista de Amazing Grace y Crazy Joe, que también realizó), quien ha contado con el indudable “gancho” de su protagonista, Tom Hardy, para poner cara y poco más, para dar vida a un personaje difícil y aguantar lo que, si lo pensamos bien, es un largo plano de suspense psicológico a caballo entre la road-movie y el thriller, entre el drama existencial y un momento preciso al borde la esquizofrenia, en el que se amontonan recuerdos del pasado y se atisba un futuro complicado.
Mientras su tranquilo mundo se tambalea y se le va de las manos, Locke rueda incansable por la autopista camino del deber.