En mi memoria una imagen marcará para siempre los Juegos Olímpicos de París 2024: el sano orgullo de ese puñado de atletas palestinos que Netanyahu no logró matar, pues cerca de cuatrocientos atletas y deportistas palestinos han sido asesinados por Israel desde que empezó el genocidio en octubre pasado.
En mis oídos resuenan también como un alivio las repetidas ovaciones de la multitud a la delegación deportiva palestina. El grito de Palestina libre quedará en la historia mientras prosigue la matanza y la salvaje invasión colonial israelí.
Desde los JJOO de 1936 en la Alemania nazi, a los JJOO e 1968 en México, o más recientemente en los JJOO de Pequín en 2008, siempre la lucha de los pueblos oprimidos se invitó a esa comunión deportiva internacional, a menudo utilizada con fines propagandísticos por regímenes totalitarios. En 2024, Palestina ha recogido la llama olímpica del afroamericano Jesse Owens ochenta y ocho años después. Una foto para la memoria histórica.
En estos días una nueva campaña de calumnias se ha desatado contra la izquierda francesa con motivo de los JJOO en la prensa «mainstream», prensa dominante en buen castellano.
El semanario Le Point, al servicio de Emmanuel Macron, afirma en portada: «Por qué a los insumisos no les gustan los JJOO». Falso, como lo destaca Manon Aubry, diputada insumisa en el parlamento europeo, y como lo explica Lucie Castets, candidata a primer ministro por el Nuevo Frente Popular: «Al terminar hoy los Juegos Olímpicos, agradecemos al conjunto de los atletas presentes por habernos hecho vibrar, a todas las federaciones, a los voluntarios y a los servicios públicos que han hecho posible este momento increíble. Cita en los paraolímpicos con el mismo fervor».
Le Point miente para denigrar. Lo que detestamos los que somos de izquierdas no es ni el deporte ni los JJOO, sino la vergonzosa manipulación política que de estas olimpiadas han hecho Macron y sus ministros dimisionarios, así como su discutible gestión económica.
A un servidor le gusta el deporte individual o colectivo, el fútbol, el baloncesto, el balonmano, el atletismo, la natación, etc, etc; pero al servicio de la población y de todas las clases sociales, en zonas urbanas o rurales. Detesto en cambio el ‘negocio millonario’ al servicio de una elite y su manipulación por los demagogos.
Aprovechando las vacaciones de verano (obtenidas con las luchas de los trabajadores contra el egoísmo de la patronal, y a las que lógicamente nadie quiere renunciar) Macron se ha servido de los JJOO como barrera para esconder su derrota y su golpe de estado institucional, mientras Francia y el mundo viven día a día pendientes de las Olimpiadas y ahora las Paralimpiadas.
Los JJOO le han servido también para que la prensa dominante siga ocultando la atroz realidad del genocidio en Palestina. Aunque esta vez no podrán decir aquello de «no lo sabíamos», gracias a un masivo movimiento mundial de solidaridad humana con el pueblo palestino. El silencio es sinónimo hoy de complicidad con los genocidas.
Macron, derrotado y humillado en las últimas elecciones legislativas, sigue gobernando como si no pasara nada con sus ministros dimisionarios. Hoy 12 de agosto, tras la ceremonia de clausura de los JJOO, Macron sigue negando su derrota y rechaza la designación de Lucie Castets, la primera ministra designada unánimemente por la coalición Nuevo Frente Popular (NPF), ganadora con mayoría relativa en las ultimas legislativas.
Con su cinismo habitual, Macron sabe que durante las vacaciones y durante los JJOO es tarea imposible movilizar a la población, pero ya veremos después… en francés hay una expresión que dice «il ne perd pas pour attendre», lo que podemos traducir por: ¡Qué espere un poco y verá!
Si en septiembre no se somete al veredicto de las urnas, cabe ardientemente esperar que los franceses le impongan su dimisión con una poderosa movilización popular, frente a este escandaloso golpe de estado institucional antidemocrático.
