Los publicistas y las mayúsculas

Hay quienes aseguran no tener errores ortográficos, además de que se precian de manejar con relativa facilidad el lenguaje que emplean, lo cual me parece razonable, máxime si ese alguien es comunicador social, educador o desempeña otro oficio afín. Lo cuestionable es que cuando escriben o hablan, demuestran todo lo contrario.

Un error ortográfico no es solo escribir «alluda», «apollo», «esplicacion», «iglecia» y «todabia», en lugar de ayuda, apoyo, explicación, iglesia y todavía. Un error ortográfico también es omitir una tilde, o colocarla cuando no debe ir; es no colocar un signo de interrogación o de admiración; es no tildar las mayúsculas.

Eso lo ignoran muchos de los que se precian de escribir sin faltas de ortografía; pero si no toman en cuenta esto que les estoy advirtiendo, su forma de escribir siempre será defectuosa.

Desde tiempos recientes me ha llamado la atención el hecho de que en publicidad, con intención o si ella, se incurre en un uso inadecuado de las mayúsculas. Se ha vuelto una mala costumbre colocarle mayúscula a casi todas las palabras en un contenido publicitario y hasta en textos de otra índole.

Por eso es frecuente leer, por ejemplo: «Venga y haga sus Compras con Comodidad»; «Somos los más Firmes aliados de su Economía»; «Tenemos todo Para amoblar su Casa»; «La Solución para los Problemas con su Vehículo se la Tenemos en…».

Y así como esos hay más, con los que se evidencia el grado desconocimiento de quienes se dedican a escribir de esa manera, supuestamente para llamar la atención. Yo les preguntaría: ¿para llamar la atención de quién? Considero y no tengo ninguna duda de que para llamar la atención, solo basta escribir adecuadamente. Para tal fin, no es necesario ser individuo de número de la Real Academia Española.

Debo reconocer que en el ámbito publicitario hay excelentes profesionales que se distinguen por su creatividad y buen manejo del lenguaje escrito y oral; pero hay otros que no tienen la mínima noción de lo que es ese oficio, menos aun lo provechoso de manejar con soltura la ortografía. Sin embargo, se creen con derecho de dictar cátedra.

Del tema de hoy he hablado en muchas ocasiones, y como ha sido costumbre, he mostrado ejemplos sencillos, con el deseo de facilitar la comprensión y disipar las dudas; pero persiste la terquedad, sobre todo en aquellos que creen que cada «creación» suya es una novedad, es algo que impactará positivamente en el día a día de los seres humanos. ¡Vaya creatividad!

Mis conocimientos en publicidad no van más allá de los que adquirí en la universidad; pero tengo claro que en esa disciplina es fundamental el buen manejo del lenguaje, y en eso tengo un largo camino andado, que no me perfila como un experto; pero me ha dado la solidez suficiente para afirmar que en el ámbito publicitario, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, hay muchos disparateros.

Estimo conveniente recalcar que las mayúsculas llevan tilde, y no colocárselas es un error ortográfico. Para su uso existen unas reglas que permiten manejar el asunto con relativa facilidad.

Téngase presente que cuando palabras como «río» y «ciudad» no forman parte del nombre del lugar, se escriben con inicial minúscula, y con mayúscula si son parte de este: «El río Guanare es el más caudaloso del estado Portuguesa», «Río Caribe es la capital del municipio Arismendi del estado Sucre»; «En la ciudad de Acarigua ha llovido copiosamente en los días más recientes»; «Mi hija Daniela reside en Ciudad Piar».

Para cerrar, aunque a algunos les parezca una nimiedad, es conveniente que recuerden que los meses del año, los días de la semana y los gentilicios, se escriben con inicial minúscula, a menos que con ellos se inicie un escrito: lunes, martes, miércoles; enero febrero, marzo; venezolano, antioqueño, guanariteño etc.

De modo pues que, lo del uso excesivo de las mayúsculas en publicidad, no es ninguna creatividad, no es un asunto de modernidad, de una estrategia de mercadeo ni nada de eso; es simplemente frivolidad y desconocimiento por parte de los que, cual si tuvieran un parche en un ojo, han asaltado un ámbito en el que por lo general ha habido gran calidad.

Es por eso que cada vez que hablo del asunto, tengo el cuidado de aclarar que no todos los que se dedican a la publicidad son disparateros.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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