Inspirándose de las manifestaciones y bloqueos que se desarrollan en Otawa contra el pase sanitario, una movilización análoga ha sido organizada en Francia este fin de semana con llamamientos a través de Facebook, apoyados por mas de 370.000 personas. El «convoy de la libertad» llegó a Paris el sábado y el lunes se espera su entrada en Bruselas, pero aquí el gremio de camioneros estuvo ausente, los manifestantes se declaraban «fachés mais pas fachos» (enfadados pero no fascistas).
Sus reivindicaciones se refieren en primer lugar a la cancelación del «pase sanitario», de las medidas arbitrarias y discriminatorias adoptadas por el presidente Macron con el pretexto sanitario, la abrogación de la ley de seguridad global, reintegración del personal hospitalario sancionado por reclamar la «libertad de vacunación» o la supresión del Estado de urgencia.
La movilización contra el liberticida pase sanitario y los conflictos de interés entre los laboratorios farmacéuticos y el poder político ha sido esta vez el detonador que ha permitido renacer de otra forma al muy reprimido movimiento de los gilets jaunes, que aunque dividido, sigue vivo como expresión de un profundo malestar de la sociedad francesa.
A ese pliego de demandas se añaden en efecto otras preocupaciones económicas y sociales que fueron la base en 2018 de la protesta popular de los «gilets jaunes», a saber: Contra la carestía de la vida, contra el aumento del precio de la gasolina y de otras fuentes de energía, contra los beneficios obscenos de Total y del Cac40 durante la crisis que distribuyen a sus accionistas, por la reconstrucción de los servicios públicos y en particular de los hospitales, por una jubilación y una vida digna, por el derecho inalienable a poder vivir dignamente del trabajo, por el derecho a votar en un RIC, referendo de iniciativa ciudadana.
A dos meses de la elección presidencial, decenas de miles de franceses han decidido «votar» saliendo a las calles, poniendo en tela de juicio la legitimidad del presidente de la República, al grito de «Macron dimisión». Es de esperar que ese voto popular impida la calificación de Macron el próximo mes de abril.
Frente a esa movilización que amenazaba con bloquear Paris, el presidente Macron y su gobierno han contestado una vez mas con una violenta represión frente a una manifestación pacifica, que había sido previamente prohibida por la prefectura, con el mas absoluto desprecio de la libertad de expresión y de manifestación.
El despliegue de cerca de ocho mil policías antidisturbios, de la BAC brigada anticriminal y de vehículos blindados en pleno centro de Paris no lograron sin embargo impedir la anunciada y doble concentración: por un lado, cientos de vehículos que llegaban a la capital desde todas las regiones de Francia y por otro una importante manifestación pacifica de miles de personas en el interior de la ciudad que desbordó inmediatamente el dispositivo policial.
Paradoja de la estrategia represiva de Macron: todos los accesos a Paris desde las puertas del bulevar periférico, fueron bloqueados previamente por la policía desde primeras horas de mañana, más de trescientas multas a vehículos por el solo hecho de querer llegar a Paris, no impidieron el paso de la caravana, aunque limitaron su concentración en el centro de la ciudad.
A partir de las dos de la tarde los manifestantes a pie se desplegaron en las calles de Paris, llegando hasta los campos elíseos. Pese al carácter pacifico de la manifestación, la policía procedió a múltiples detenciones y dispersó la multitud con gases lacrimógenos y violencia desmesurada, y la amenazadora presencia de vehículos blindados, como puede verse en los numerosos testimonios, videos y fotografías que circulan en las redes sociales.
La imagen del aun no declarado candidato Macron se ha visto así perturbada por su única respuesta represiva y violenta a esas reivindicaciones a tan solo dos meses de la elección presidencial. Si los candidatos de la extrema derecha Le Pen y Zemmour se muestran muy prudentes, el también ultraderechista Florian Filipot ha fracasado en su tentativa de capitalizar esa protesta. Un manifiesto difundido en la manifestación mostraba con un juego de palabras el sentido profundo de esta demanda de libertad: «Fachés mais pas fachos» (enfadados, pero no fascistas).
En la izquierda parlamentaria solo la Unión Popular con Jean Luc Melenchon ha dado su apoyo a las reivindicaciones formuladas por el «convoy de la libertad», a las que responde ampliamente el programa «l’avenir en común». Francia insumisa no se opone a la vacunación, sino a «la vacunación obligatoria» y a la imposición liberticida y discriminatoria del pase sanitario. La Unión Popular prosigue su dinámica campaña electoral con mítines en todo el país y llama a los participantes de esa marcha a acudir en abril a las urnas para echar a Macron y fundar una sexta república.
Ese movimiento de protesta que encarna el «convoy de la libertad», entronca de forma evidente con el iniciado en 2018 por los «gilets jaunes», y reúne una multitud de franceses que se movilizan fuera de control de los partidos tradicionales, y de las organizaciones sindicales.
Como sucedió en 2018, los sindicatos se mantienen al margen de esa llamada, no obstante, sus reivindicaciones sociales, lo que no impide que numerosos simpatizantes de la izquierda participan en las manifestaciones, junto a esa muchedumbre de posibles abstencionistas decepcionados por la corrupción de la clase política y por la ceguera de las élites en el poder, y otros tentados por el voto ultraderechista y su demagogia antiemigrantes.
Sin embargo, la canción de los gilets jaunes «aunque Macron no lo quiera estamos aquí, por el honor de los trabajadores, por un mundo mejor, estamos aquí», se ha convertido de hecho en una consigna retomada en las manifestaciones sindicales, en las huelgas y en los mítines de la izquierda francesa.
Llevar a las urnas contra Macron a esa multitud de franceses tentados por la abstención, es el gran desafío de la actual campaña electoral que desarrolla con mucho éxito la unión popular, haciendo fracasar la tentativa de «denigrar» la persona de Melenchon, retomada de forma recurrente por los perros guardianes de las cadenas de desinformación, controladas hoy en Francia por un puñado de multimillonarios.
Melenchon y la Unión Popular están demostrando en todo caso ser el único movimiento representativo de la izquierda parlamentaria capaz de gobernar con un programa coherente y alternativo al neoliberalismo tan en boga que comparten derecha y extrema derecha.