Máximo García Ruiz
Con la palabra, hablada o escrita, Manuel López ha tejido una interminable red de amigos en los más dispares e insólitos lugares. El oficio de “juntar palabras” como acostumbra a definir el suyo de notario de la actualidad, lo aprendió en la calle, en el fragor convulsivo de una sociedad en proceso de cambio.
El editor adjunto de Periodistas en Español vivió la transición política como fotógrafo de prensa o fotoperiodista en las redacciones de Gaceta Ilustrada, Cuadernos para el Diálogo, El Periódico de Madrid, El Periódico de Catalunya y Tiempo. Pero si su oficio ha sido la fotografía su vocación se ha orientado hacia la página impresa. Terminaría fundando y editando su propio medio, Revista Foto, de la que vieron la luz 287 números impresos hasta 2009 y, después, en formato digital.
De su calidad profesional deja testimonio Antonio Espejo en El País (“La ‘fotografía creativa’ de don Manuel”, 11.03.2011): “Manuel López es el decano de los periodistas españoles especializados en fotografía y un referente de los profesores; pocos colegas saben tanto de esta profesión como él. La crisis se llevó por delante su revista FOTO (1982-2009), pero no pudo arrebatarle lo que le queda de 45 años de experiencia profesional acumulada como fotógrafo y periodista, y también como divulgador y docente”.
Respaldado por su prestigio profesional ha recorrido España y una buena parte de Europa impartiendo cursos, dando conferencias y participando como jurado en todo tipo de certámenes y concursos.
Gallego de nacimiento (Vilasantar, La Coruña, 1946), madrileño de adopción, viajero y ciudadano del mundo siempre con su cámara en ristre, se afincó hace unos pocos años en la ciudad costera de Denia, donde se ha abierto espacio en círculos tan dispares como la política, la religión, la agricultura del ocio, los ámbitos culturares y académicos y, sobre todo, el periodismo, su gran pasión. Aún habiéndose adaptado a la comunidad valenciana que le dio cobijo (ha estudiado su lengua autóctona que procura utilizar tanto como le es posible), mantiene siempre vivo el deseo de terminar sus días en la tierra natal, a la que vuelve con cierta frecuencia.
Aunque militante del PSOE desde su etapa de emigrante en Alemania, donde estudió fotoperiodismo, siempre ha mantenido viva una actitud crítica que le sitúa fuera de los órganos de poder, a pesar de haber cultivado la amistad de los más conspicuos dirigentes del partido y, en su momento, de los miembros más destacados del gobierno. Su otra militancia, la religiosa, en el seno del protestantismo español, la utiliza para prestarle sus servicios profesionales, siempre ad honorem, en los diferentes medios, en formato papel o digital. Unas veces como fundador o cofundador (Protestante Digital, Madrid Protestante, Puerta Abierta); otras como director (El Eco Bautista); siempre como columnista o en calidad de entrevistador, Manolo López ha publicado centenares de artículos y un sin fin de documentos gráficos captando los hitos más sobresalientes de congresos, convenciones, actividades de culto, festividades o hechos luctuosos.
Además de los innumerables artículos publicados, es autor de varios libros profesionales, así como de manuales de formación, fruto de los cursos dictados en diferentes instituciones docentes. En el terreno religioso, de La España Protestante (Madrid: 1976), que fue prologado por José Mª Díez Alegría, una historia periodística del protestantismo en la dictadura que marcó época. La donación que hizo de su colección privada de libros y revistas (más de 5.000 volúmenes) sobre fotografía a la diputación de La Coruña, sirve como fondo suficiente de la Sala bibliográfica y documental “Manuel López”, que le fue dedicada. En 2006 fue nombrado “Fotógrafo histórico” por la diputación de La Coruña y distinguido por Kodak en 1980 en reconocimiento a su labor a favor de la fotografía y su difusión. Su exposición antológica compuesta por un centenar de fotografías de prensa de su etapa profesional durante la transición española, junto a otras más recientes y que lleva por título Manuel López: Imágenes (1966-2006), ha sido vista en 25 ciudades de España y México. La exposición cuenta con retratos de personalidades políticas y sociales del país, escenas de la vida cotidiana y sucesos de actualidad que vivió Manuel López en primera persona; entre otras, el intento fallido de golpe de estado del 23-F, perpetrado por Antonio Tejero, a quien plasmó pistola en mano en una de sus instantáneas. Dicho catálogo contó con un prólogo escrito por Felipe González, expresidente del gobierno de España y amigo de Manolo, a quien diera clase de fotografía en “La Bodeguilla” en sus tiempos de presidente del gobierno.
Uno de los rasgos distintivos de Manuel López, junto a su querida y siempre elogiada María Rosa, es la generosidad. Su casa siempre está abierta, y la paella preparada, para los amigos. De paladar exquisito (dispuesto en cualquier momento a degustar unas deliciosas gambas rojas de Denia), amante del buen vino, su afición por la cultura vinícola le ha convertido en un experto sumiller, de cuya afición ha surgido una amplia serie de reseñas (“La vuelta al mundo en 80 vinos”) de la que lleva publicadas 26. En ellas no sólo analiza las virtudes de cada caldo sino que filosofa en torno a las emociones más sutiles que produce una cata, como el gusto, el olfato, la vista e incluso el ruido que hace el corcho al salir de la botella que, según afirma “se ha de parecer más a un suspiro que a un espectáculo de fuegos artificiales”.
El cuerpo de Manuel López ha sido atrapado recientemente por una traicionera enfermedad; su cuerpo, que no su mente, ni su espíritu. Ni su coraje y ganas de plantarle cara a la adversidad, una vez más; una adversidad que se presenta ahora de forma diferente a como lo ha hecho en otras ocasiones. Le acompañan en la lucha su compañera de toda la vida, desde aquellos remotos y soleados días de julio de 1969 en Denia, cuando se conocieron en un cursillo de periodismo que a mi me tocó impartir. Le acompaña también su fe inquebrantable; una fe llena de dudas, pero también repleta de esperanzas. Le acompañan sus ganas de vivir, sus proyectos inacabados, su empeño en seguir yendo a pescar con su nieto Nicolás, su devoción a los amigos, su tremenda humanidad. Y le acompañamos, aunque sea desde la distancia, sus amigos.
No conozco a Manuel López. O en realidad sí, al considerar que se puede conocer mucho más a un ser humano a través de lo que escribe, y habitualmente leo lo que está en la web; los textos y análisis reflejan el yo interior de una gran persona en calidad humana, dimensión espiritual y consecuencia, aparte de su rigurosidad en lo sistemático. En base a ello, me preocupa lo que le sucede algo así como lo de un «pariente», deseando que ante la adversidad presentada las acciones sanadora en lo humano y lo divino den óptimos resultados y el mal que lo afecta se detenga o entre en regresión, esto último no tan remoto porque en mi vida cercana he visto tales reacciones en casos similares.
Muchas gracias, Abel. Dios le oiga. Sepa usted que también yo le considero a usted como de mi numerosa y entrañable «parentela» a ese otro lado del «charco». Los viejos roqueros con delicada salud de hierro no podemos bajar la guardia ante la adversidad; nos dan coraje los buenos deseos de tanta buena gente que nos quiere. Un abrazo desde España.
Un cáncer es nada frente a la fe en Dios y en la ciencia médica, en la familia, en el oficio, los amigos, las causas de la buena gente y el buen ánimo y las ganas de vivir y poder contarlo, el privilegio de poder ser útil a los demás…
Siempre es un ‘palo’ verte ahí como noticia, pero no puedo ni quiero ser inelegante, por lo que doy las más emocionadas gracias a Máximo, a Rafael y a María Rosa.
Ahora, vuelta a la faena alternando reposos, mientras la quimio sigue haciendo su trabajo.