El 13 de julio de 2017 se llevó a cabo en Japón la ejecución por ahorcamiento de dos condenados a muerte. Son las primeras ejecuciones del año, y elevan a 19 el número de efectuadas por el actual gobierno desde 2012, informa Amnistía Internacional (AI).
Los ejecutados han sido Masakatsu Nishikawa, declarado culpable del asesinato de cuatro personas en 1991 y 1992, ahorcado en el centro de detención de Osaka, quien siempre se declaró inocente y, según el periódico Asahi, había pedido un nuevo juicio; y Koichi Sumida, condenado por homicidio en 2011, y ejecutado en el centro de detención de Hiroshima.
Estas ejecuciones, escribe AI, “demuestran el grave desprecio del gobierno de Japón por el derecho a la vida. La pena de muerte no hace justicia nunca, es el castigo más cruel y más inhumano que existe».
Según cifras recientes del ministerio japonés de Justicia, 124 presos están actualmente condenados a muerte en las distintas cárceles del país.