Cuando triunfó como actriz de cine, Mae West ya tenía más de cuarenta años, medía un metro cincuenta, físicamente era poco agraciada, utilizaba pestañas postizas y su cuerpo era demasiado sexy para una época en la que la sociedad americana rechazaba cualquier atisbo erótico en las divas de la gran pantalla.

Pero ella no vendía sexo. Nunca apareció ligera de ropa ni se le vio besar a sus partenaires. El sexo estaba en sus diálogos.
El 22 de noviembre 2025 se cumplieron 45 años de la muerte de Mae West cuando tenía 87. Hoy aún sigue siendo una de las figuras míticas de Hollywood y un sex symbol de la historia del cine.
Fue una gran actriz pero también sobresalió en una faceta más desconocida, como autora de obras de teatro que se estrenaron con éxito en Broadway.
En 1949 el New York Times elevó a Mae West a la categoría de institución americana: «como el Pato Donald, como el barrio de Chinatown, como la tumba del General Grant». El cuadro de Dalí «Retrato de Mae West que puede utilizarse como apartamento surrealista» es una de las joyas más apreciadas del museo del pintor en Figueres y su rostro es uno de los que aparecen en la portada del álbum «Sargent Peppers» de The Beatles.
Cuando Mae West iniciaba su carrera, los Estados Unidos atravesaban una época difícil a causa de la Gran Depresión provocada por el crack de 1929, y las calles de las grandes ciudades se habían transformado en escenarios donde las mafias imponían sus actividades criminales ante las restricciones de la ley seca.
Mae West era hija de un boxeador de origen irlandés y de una modelo de corsetería. Vivían en un barrio pobre de Nueva York donde la delincuencia era un aspecto más de la vida cotidiana. El ambiente en el que se movía la familia, de violencia, machismo y alcohol, la acostumbraron a escuchar un lenguaje duro que pasó a utilizar en los diálogos con sus amistades y que después trasladó a sus obras de teatro y a sus películas, para escándalo de la sociedad conservadora americana y solaz de la clase trabajadora que asistía a sus espectáculos.
Ese mismo lenguaje de desparpajo, lleno de tacos y frases sugerentes, lo utilizaba también en sus entrevistas a pesar de haber firmado un contrato, como hacían entonces las estrellas de Hollywood, por el que se obligaba a mantener una imagen pública intachable.
Por los diálogos de sus obras de teatro y de sus películas y por las insinuaciones sensuales de su lenguaje corporal tuvo problemas con la censura de la época, incapaz de frenar aquellos excesos. Al contrario, le proporcionaban más popularidad: «Creo en la censura –dijo en una ocasión-; he hecho una fortuna gracias a ella».
En 1927 su obra de teatro «Sex», sobre la vida de una prostituta, que además de haberla escrito la dirigió y protagonizó, se mantuvo un año entero en Broadway, pero la condenaron a diez días de cárcel por «corromper la moral de la juventud». Se presentó en prisión a bordo de una limusina que sus admiradores habían llenado de rosas. A pesar de esta condena continuó provocando con su teatro a la sociedad conservadora.
La siguiente fue «The Drag», sobre el mundo de la homosexualidad, prohibida a los pocos días por estar protagonizada por travestis reales en vez de actores.
Una de sus comedias, «Diamond Lil», interesó a los productores de la Paramount, a los que vendió los derechos para la película «Night After Night», protagonizada por George Raft, una de sus fugaces parejas. No le gustó el guión de Archie Mayo y lo reescribió de cabo a rabo para adaptarlo a su manera. A pesar de interpretar un papel secundario, esta película la lanzó al estrellato.
Siguieron una serie de éxitos ininterrumpidos: «No soy ningún ángel», «No es pecado», «Ahora soy una señora», «Nacida para pecar»… En 1935 ya era la actriz mejor pagada de Hollywood.
El ocaso de Mae West comenzó en 1938 cuando el Código Hays, creado por el senador republicano William H. Hays, se amplió a la censura cinematográfica. La denominada Liga de la Decencia, un grupo cristiano que decía velar por la moral de los americanos, retiró de la cartelera todas sus películas y censuró los nuevos guiones y los diálogos de sus proyectos.
El magnate William Randolph Hearst se unió a la campaña contra Mae West llenando todos sus periódicos y revistas con críticas descalificadoras de sus obras y divulgando bulos sobre su vida íntima. Las películas que conseguía estrenar fracasaban una tras otra, privadas de aquellos diálogos chispeantes llenos de ironía.
La Paramount tuvo que prescindir de sus servicios. Volvió al teatro, donde la censura era más permisiva, pero aunque consiguió un cierto éxito con una comedia irónica sobre Catalina II de Rusia, ya no pudo remontar su carrera.
En los años sesenta recibió ofertas para volver al cine pero las rechazó todas, incluso las que le hicieron Billy Wilder para protagonizar «Sunset Boulevard» y George Sidney para que acompañase a Frank Sinatra y Rita Hayworth en «Pal Joey».
Aceptó, sin embargo en 1970 participar en la película «Sextette», tal vez para despedirse del cine con el actor con el que había comenzado, George Raft, quien también participaba. A pesar de que el reparto incluía a famosos como Timothy Dalton y Tony Curtis (y a músicos como Ringo Starr y Alice Cooper), la película fue un rotundo fracaso. Fue lo último que hizo.
En 1959 había publicado un libro de memorias titulado «Goodness Had Nothing to Do With It» que se actualizó en una edición de 1970.
CITAS COLECCIONABLES
- ¿Llevas una pistola en el bolsillo o te alegras de verme?
- Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes.
- Cuando soy buena soy muy buena, cuando soy mala, soy mejor.
- Sólo se vive una vez, pero si lo haces bien es suficiente.
- Cada hombre que conozco quiere protegerme. No sé de qué.
- El buen sexo es como un buen bridge. Si no tienes un buen compañero será mejor que tengas una buena mano
- El sexo con amor es lo más grande de la vida, pero sin amor tampoco está mal
- Cuando tengo que elegir entre dos pecados siempre elijo el que no he probado
- Guárdate un novio para un día lluvioso y otro por si no llueve.
- ¿Diez hombres esperándome en la puerta?. Manda uno a casa, estoy rendida.
- Sobre el senador Hays: Este predicador lo único que ha catado es su mano derecha.




Excelente crónica. Me encanta Mae West, una mujer libre, cáustica e Irrecuperable que sigue molestando a todos los meapilas del planeta.
Otra réplica que le atribuyen: una boda es el único entierro en el que la víctima lleva sus propias flores.
Saludos Julio.