El 26 de noviembre de 2017 se celebraron en Honduras elecciones presidenciales, proceso en el que se perfilaba como favorito Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición Contra la Dictadura, una amplia coalición coordinada por el expresidente Manuel Zelaya, depuesto por un golpe de estado en 2009, informa Inocencia Soria.
Nasralla competía contra el actual presidente del país, Juan Orlando Hernández, del derechista Partido Nacional. Desde 1982 la Constitución hondureña prohíbe la reelección presidencial, pero Hernández pudo postularse a un segundo mandato gracias a un polémico fallo de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que le dio el visto bueno tras un malabarismo jurídico.
La noche de las elecciones, ante los primeros datos que daban como ganadora a la oposición —con el 57 % escrutado— se paralizó el recuento de votos y la publicación de actas, dando lugar a una delirante situación de crisis, desinformación e inestabilidad que llega hasta el día de hoy.
La Organización de Estados Americanos (OEA) en un informe preliminar de 4 de diciembre de 2017 documentó diversas irregularidades en el proceso electoral. En un segundo informe del 17 de diciembre concluye que ha observado “un proceso de baja calidad electoral y por ende no puede afirmar que las dudas sobre el mismo están hoy esclarecidas”. Cuatro horas antes de haberse hecho público el informe de la OEA, el Tribunal Supremo Electoral, presidido y formado por exdiputados del partido del Gobierno, anunció la victoria definitiva de Juan Orlando Hernández, quien seguirá en el cargo cuatro años más. Según los datos del Tribunal Electoral, Hernández ganó los comicios celebrados el 26 de noviembre con el 42,95 % de los votos, superando al opositor Salvador Nasralla, que alcanzó el 41,42 %.
Por su parte, la Organización de Estados Americanos anunció a través de Luis Almagro que la OEA «recomienda la celebración de nuevas elecciones» ante la «imposibilidad de dar certeza» a los resultados y en pro de la paz y la concordia en Honduras.
Hay que recordar que este país es el segundo más pobre del mundo, con tremendos intereses de las industrias extractivas occidentales. Escasos días después de que el secretario de la OEA, Luis Almagro, propusiera la repetición de las elecciones presidenciales son ya 18 los países que han reconocido la victoria de Hernández, entre ellos los gobiernos de Guatemala, Colombia, Israel, México, Brasil, España y Estados Unidos.
La Alianza de Oposición contra la Dictadura ha convocado protestas contra lo que considera un fraude electoral. Nasralla ha anunciado que viajará a Estados Unidos para reunirse con la OEA, «representantes del Departamento de Estado (de EEUU) y organizaciones de Derechos Humanos». Paralelamente el socio político de Nasralla, Manuel Zelaya, anunció nuevas protestas y movilizaciones en el país.
A las críticas de los observadores de la UE y la OEA, denunciando graves irregularidades “antes, durante y después” de los comicios, se suman las de organizaciones como Amnistía Internacional en contra del toque de queda vigente desde los días posteriores a los comicios del 26 de noviembre.
Desde Naciones Unidas el secretario general, Antonio Guterres, se declaró “preocupado” por la violencia poselectoral y Human Rights Watch (HRW) denunció que no solo importa contar correctamente los votos “sino también que las autoridades garanticen el derecho a la protesta pacífica», dijo esta semana José Manuel Vivanco, director para las Américas.
La represión a las manifestaciones y protestas con cortes de carreteras que se vienen sucediendo a partir del 30 de noviembre ha provocado numerosas personas heridas y detenidas. Desde el 29 de noviembre al 31 de diciembre están documentadas 30 muertes relacionadas con la protesta. El viernes 12 de enero de 2018 el coordinador del partido Alianza de la Oposición, Manuel Zelaya, publicó en su cuenta de Twitter que ascendían a 45 las víctimas mortales. Todo apunta a que al menos hasta el 27 de enero, fecha prevista para la toma de posesión de Orlando el toque de queda, las protestas y la represión se recrudezcan.