El grito del gallego que ha perdido a su ser querido es el grito de la España que se resquebraja en un solo dolor. Ya no hablamos de crisis ni de desahucios, hablamos de seres humanos que han perdido la vida en un viaje. En el tren de la incongruencia cuando un maquinista dice, “y qué le voy a hacer yo?”. Tú, nada querido, reza porque tu conciencia pueda conciliar el sueño alguna vez cuando te subas a un tren o lo veas ir desbocado. Porque el tren se salió de la curva y la velocidad alimenta nuestra adrenalina. A veces sin pensar, y muchas otras sabiendo lo que hacemos. No paramos cuando se trata de velocidad porque ésta nos lleva a un lugar infinitamente distinto. Ese lugar, ahora se llama muerte y España llora con ellos porque no ha sido un atentado, no ha sido la fatalidad. Ha sido el absurdo humano de querer llegar antes y no prever que a 80 km/h puedes matarte pero a 190, seguro.
No sois vosotros, sino los españoles los que no pueden celebrar el día del patrono de España. Santiago. ¿Qué harán ahora los que hacen el camino? Siempre existirá el destino y con él, cuando el tiempo pase, se recordará que en esa zona cero, lloraban los niños, las personas desoladas y las personas anónimas que ayudaban porque el español arrima el hombro cuando lo tiene que arrimar. El camino que lleva a Santiago es hoy un lugar en donde el peregrino no sale de su asombro. Un lugar al que le ha costado llegar a pie porque espera ver al Santo y le ofrece su esfuerzo y hoy el Santo está más desolado que nunca. En el día de su festividad, Galicia se tiñe de negro y España de vuelca al son de ese dolor.
Te delató la red social de facebook amigo, en donde colgaste hace un año que no podías ir a más de 200. ¡Qué gracioso! ¡Qué mayor! Y ahora, ¿eso cómo se come? ¿Cómo puedes alardear de velocidad cuando ochenta personas han dejado de vivir por tu culpa quizá y 168 están aún heridas? Habrá otras causas además pero está la tuya. «La he jodido», decías… Ahora veremos cómo se explica lo que tú mismo relataste tras el suceso. A veces las redes sociales nos dejan inermes, casi siempre por exceso de información y en esta ocasión nos ha venido bien saber que tú estabas exponiendo la vida de tus pasajeros. Unos que tuvieron suerte pero éstos ahora no. El viaje que me llevaría a unas vacaciones, a la vuelta a casa, a ver a mis padres, a conocer Santiago, a ver otra Galicia, a ver, a ver. Y ahora no vemos nada. Estamos desolados ante el negro que tiñe la vida y lo convierte en muerte. Y es entonces cuando pensamos cómo es la vida, cómo es que en un segundo se termina y nos deja aquí para siempre. A todos vosotros que aún estáis ahí luchando por la vida, a todos los que se quedarán discapacitados, a todos los que lloran a los que han desaparecido y no logran averiguar dónde están, a todos, a todos queridos gallegos, mi más sincero abrazo.
Por mi sangre corre sangre gallega y desde Galicia se ve una España de gente auténtica, trabajadora, noble y eficaz. Recemos con el Santo y que el Santo nos proteja en este nuevo camino que se llama descarrilar. Que esto sirva una vez más para aprender de un error humano y como añadía Valle Inclán, “Santiago, y abre España a la libertad y al progreso”.
Por todos vosotros, a todos vosotros. ¡Santiago, dales un bico e una aperta!
Ahora, por hoy, España se cierra no por vacaciones sino por un dolor inmenso al perder a estas personas inocentes.
¡Adeus!
Ana De Luis Otero
Periodista
Ana, como galego quéroche dar as grazas polo teu escrito. O mais importante é superar isto e recordar que a xente crente e non crente, leva case 2.000 anos andando para ver ao Apostol, e debe seguir facendolo cada 25 de Xulio sen perder a esperanza, o alento e a sonrisa. Graciñas.
Xoan Pita