Cuando se reúnen en un escenario cantaoras como Carmen Linares y Marina Heredia y el cantaor Arcángel. Cuando las guitarras que acompañan y conversan son las de Miguel Ángel Cortés y José Quevedo Bolita y la percusión está a cargo de Paquito González. Y si la guinda la pone el baile de Ana Morales, es cierto: Estamos en Tempo de Luz.
Fue una noche luminosa la del 13 de junio en la Sala Verde de Teatros del Canal, en la que tres voces flamencas reconocidas en el mundo fueron navegando por raíces llenas de jondura, pasearon por cantes de ida y vuelta y llegaron a propuestas incorporadas al flamenco en tiempos más recientes.
Los tres en escena, turnándose por soleá y después por bulerías. Primero en la voz de Carmen llena de musicalidad y de matices, luego Arcángel cantaor de enjundia, máxima figura del flamenco contemporáneo y Marina Heredia, la voz inconfundible del Albaicín, acompañadas de toques y animadas con percusiones. Un arranque lleno de tronío.
Y hablando de toques, el de Miguel Ángel Cortés de quien puede decirse que nació con la guitarra puesta. A los ocho años ya andaba bebiendo flamenco en la Zambra del Sacromonte. A los catorce se hizo mayor de edad acompañando con la guitarra a bailaores del calibre de Javier Barón, Antonio Canales, Juan Andrés Maya, Mariquilla y más, por los tres continentes más flamencos, Europa, las Américas y Asia. Y al cante perdemos la cuenta. A los 18 empezó con Carmen Linares por España y por el mundo y a los 22 ganó el primer premio de guitarra Paco de Lucía. A día de hoy, a sus 45 años es uno de los grandes de las seis cuerdas, como solista, como acompañante y como coprotagonista en conciertos como este Tempo de Luz.
Y hablando de toques, no se queda atrás su compañero, el jerezano Bolita, quien posee la esencia de la guitarra de su tierra. Bien conocido por grandes como Israel Galván, Joaquín Grilo, Miguel Poveda y Marina Heredia con quien también comparte escenario esta noche. Todo en el es flamenco, aún cuando con su oído prodigioso se abre a todo lo que le llegue al alma.
Con ellos la música fluye de modo natural, fluido, inspirador, palo a palo, que tan bien conoce Carmen, la gran erudita de todo lo que se ha hecho en el mundo flamenco desde el siglo XVIII. Con Arcángel, quien además de cantar, crear exquisitas coreografías y componer, es el gran difusor de todos los cantes por el mundo, el gran defensor del tablao del que ha recordado toda su enjundia por galas y disco. Y con Marina, con su voz poderosa, maestra en matices y registros.
Para Ana Morales estaba reservada la seguiriya. Bailarina y bailaora excepcional, de lo mejor del baile femenino de hoy en día, baila vestida de negro como la solemnidad del palo requiere y lo hace dúo con la complicidad del cante de Arcángel, dando vida con cante y baile a amores y desamores, con el fondo de música de Miguel Ángel Cortés. Una obra de arte.
Dúo de guitarra de los dos maestros, que eso nunca puede faltar en un concierto flamenco y para que las cantaoras y bailaora cambien de atuendo.
Cuerdas más percusión para Carmen, vestida de madroños rojos, rescatando con su cante a Rafael Alberti en su poema más conocido, La Paloma y en eso Carmen tiene mucho que ver…
Se equivocó la paloma, se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur
Creyó que el trigo era agua
Creyó que el mar era el cielo
Que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío
Que el calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa
Que tu corazón su casa.
Marina, modelazo de blanco y plata, acompañada por el trío instrumental, canta a ritmo de copla un hermoso verso sobre todos mis sentíos están en tu boca. La sigue Arcángel con un cante que suena muy antiguo, muy sentido y profundo que deja a la audiencia sin respiración, porque no es fácil asumir de repente tanta pureza y belleza, tanta memoria de grandes pioneros de cante flamenco.
Bolita y Ana Morales por tangos. Ella de bata de cola que sabe manejar a veces de forma casi increíble y cuando hace bailar a la vez la cola de su vestido y el mantón de Manila es un asombro. Que ya hay que dominar la concentración y el movimiento para hacer las dos cosas a la vez como si fuera lo más natural del mundo, como si no implicara esfuerzo ni conocimiento ni técnica. A ella el baile le surge de los adentros.
Largo fin de fiesta por fandangos, con cantaores sentados y haciendo compás sobre mesas, a la manera tradicional antigua de antes del cajón, que añade pureza al conjunto, que es de lo que se trata aquí. Y luego el fiestón por todo lo alto con todos en pie, público incluido y todos jaleando a Ana Morales que se derrite bailando por el palo de Huelva…Algo que nunca falta cuando está Arcángel de por medio…
Una noche jonda donde las haya.