La Asociación Española Contra el Cáncer ha hecho público un estudio que identifica los grupos en riesgo de exclusión social al enfrentarse al cáncer. Trabajadores, autónomos, desempleados y personas con salarios bajos son los grupos más vulnerables que suponen unos 25.000 enfermos al año en España.
Una realidad dramática al que se enfrentan las familias que no solo tienen que apoyar al paciente que acaba de ser diagnosticado sino que no saben cómo afrontar los gastos que suponen tener esa enfermedad.
El Observatorio del Cáncer de dicha asociación ha sumado hasta un 28 % de los diagnósticos en la población activa española en el año pasado. El cáncer de mama es la segunda razón de baja laboral detrás de patologías lumbares. El informe indica que cada año, aproximadamente 11.000 autónomos reciben un diagnóstico de cáncer. Un 80 % de ellos cotizan la base mínima por lo que reciben una prestación de 670 € pero deben seguir abonando la cuota de 275 € de autónomos, lo que supone que afrontan el mes con 395 €. Si la situación económica es esa, el autónomo no se puede permitir coger una baja hasta que la enfermedad no le deja otra opción.
Otro dato drámatico es que cerca de 5.000 pacientes a los que se les diagnosticó cáncer no reciben prestación alguna y su situación familiar es precaria. Si el diagnóstico se recibe con una situación laboral buena, un sueldo digno y una economía saneada no se afronta igual que si el paciente está en paro o es autónomo. Esto, sumado a que no siempre se puede volver al trabajo anterior hace que la calidad de vida de los enfermos no solo merme sino que les lleva a una total desprotección por parte del estado.
La desigualdad de las familias se remediaría según la propuesta de la Asociación, mediante el plan de protección integral para las familias con cáncer. En ese sentido, se identificaría el caso, se crearía un protocolo de interacción entre sanitarios y sociales y se revisarían los casos uno a uno. Estas desprotecciones hacen que los pacientes con cáncer se curen con muchas carencias; tengan una absoluta vulnerabilidad frente a la enfermedad y pocas veces retomen la vida en donde la dejaron.
Esto supone que el cáncer empuja sin duda a los pacientes autónomos y desempleados a la pobreza absoluta; una situación que no es significativa para el ministerio de Sanidad, políticas sociales e igualdad, al parecer.