Con un reparto espectacular – Kristin Scott Thomas, Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Cherry Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy, Timothy Spall– la comedia negra ácida “The Party”, de la realizadora británica Sally Potter (“Ginger & Rosa”, “Orlando”), es «una reflexión sobre los partidos políticos y su lenguaje, su relación con la verdad, (…) sobre lo que nos pasa cuando la verdad se ve distorsionada en la vida personal y en la política”.
Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra de Sanidad, lo que significa el premio a toda una carrera política. Para celebrarlo, con su esposo Bill (Timothy Spall) reúne a un pequeño grupo de amigos en su casa. Son siete en total, que durante todo el tiempo esperan la llegada, en cualquier momento, de Marianne –“la hermosa Marianne, la magnífica Marianne…”, que su joven marido quiere retener aunque sea a la fuerza y su viejo amante conservar al precio que sea-, la octava invitada a una fiesta que acaba convirtiéndose en tragedia.
Con un casting de grandes actores imposible de superar, unos diálogos soberbios y envenenados que dejan entrever lo que cada uno de los personajes esconde, y una fotografía casi expresionista en blanco y negro, esta metáfora de la Inglaterra anterior al Brexit es un retrato de las angustias, las desilusiones y los resentimientos de unos tipos que desnudan sus sentimientos cuando son capaces de abandonar la moral establecida y escapan a las obligaciones de su clase social. Unos tipos que se quieren y se detestan alternativamente, encerrados en el reducido espacio de dos habitaciones de una casa, tan propicio a la cristalización de las pasiones y al estallido de las angustias más recónditas, donde las iniciales conversaciones sobre política van diluyéndose para dejar paso a un vitriólico desfile de problemas de la sociedad británica actual, a la representación de los estereotipos de una burguesía que define principios que no respeta y disimula hipócritamente.
A pesar de lo que pudiera pensarse, no es teatro filmado. «The party» es una de esas raras joyas cinematográficas que, con un tono ligeramente ácido, aciertan a dar un repaso elegante y sin piedad a las costumbres de un época y una clase.