Wert: una ley para ser obedientes

Myriam Fernández Nevado*

escuela-rural-España Wert: una ley para ser obedientes

En esta vida hay tres ejemplos de personas a la hora de aprender: unas no toleran el conocimiento, el crecimiento intelectual se lo des como se lo des no lo desarrollan, no razonan ni deducen… simplemente, pasan por él sin dejar huella. Los segundos, son los que se atreven a pensar por sí mismos, a innovar desde su concepción, diría yo, y por tanto, son los leaders del futuro, de la sociedad, los innovadores, los descubridores, los que se preguntan y preguntan, cuestionando el conocimiento y el saber que les llega… los que al final, aportan a los demás y ayudan a que la sociedad crezca y mejore; algunos acaban recibiendo reconocimientos públicos, premios… Y los terceros, son los que “engullen” las enseñanzas sin rechistar, como autómatas, sin cuestionarse, sin dar problemas, acatándolo como norma y obligación porque opinan, que el futuro suyo se construye acatando y ejecutando ese conocimiento sin más; claro está, por supuesto en beneficio de sí mismos ante todo, pero sin interponerlo contra nada.

Dependiendo de estos tres modelos a la hora de aprender que tengamos enfrente, en el futuro tendremos ciudadanos oscuros, no participativos; según su devenir de vida, ciudadanos problemáticos social y personalmente, y frustrados con sus prójimos. En un segundo grupo tendremos ciudadanos transparentes, participativos, positivos, generosos por y para los demás, comunicadores de ideas y portadores de experiencias que puedan ayudar y solventar circunstancias adversas. Y por último, tenemos ciudadanos grises, que no se mojan; conformes con lo que tienen y lo que son, que no molestan pero cuando su espacio de confort se siente dañado, se asustan, enmudecen y sienten miedo, reaccionando a veces poco o tarde.

Y, ¿cómo creamos auténticos ciudadanos participativos y comprometidos con el mundo que les rodea, con su sociedad inmediata y el resto de nuestro mundo globalizado?

Sencillamente, ayudados de la Educación, la Cultura, la Convivencia, la Comunicación…. como dirían muchos desde la cuna, y más adelante, compartiendo en responsabilidad y con libre opción de saber y respeto desde el colegio, el instituto, la Universidad,… Escuchando y siendo escuchados en la variedad de discursos que se dan en la Sociedad, con espíritu crítico y dialéctica continuada e imaginativa, con ese espíritu constructivo y no destructivo que aprendimos desde los primeros pensadores hasta hoy y que, coinciden en sus paradigmas a la hora de mejorar al Ser Humano. No podemos olvidar que, todo lo que nos rodea es parte de nosotros a lo largo de nuestra vida, y por ello, deja una huella para los que lleguen detrás y sigan aprendiendo o en algunos casos, desaprendiendo para mejorar.

Acabamos de inagurar una etapa histórica donde ser participativo, interiorizar y exteriorizar el conocimiento de nuestros Derechos y Deberes, apropiándonos de ellos, defendiéndolos y compartiéndolos, empieza a ser molesto para cierto grupo social. Y parece ser que para estos últimos, nada mejor que atajar el problema por donde puede empezar: desde lo más primario y necesario para desarrollarse como persona con dignidad: desde la necesidad de saber y aprenderé innata de todos, desde la necesidad de interactuar con los demás en los estratos de socialización más inmediatos como seres humanos con capacidad de relación.

No compensa tener ciudadanos que sepan, que piensen por sí mismos, que analicen las circunstancias y las situaciones que les sean adversas o beneficiosas, que se pregunten por sus Derechos y Deberes, que se comprometan de manera positiva e independientes. Simplemente, es más sencillo preparar futuros ciudadanos (¿?) que no molesten, que no levanten la mirada al cielo, y acaten y ejecuten las normas sin rechistar. Todo es así más sencillo para ellos y para los demás porque, según estos personajes, el día a día será más fácil de llevar: ¿cómo autómatas?, me pregunto.

Pero, a los ciudadanos del siglo XXI, ¿ésto nos interesa a corto, medio y largo plazo? ¿Debemos seguir dejando nuestra libertad individual, nuestro disfrute de los Derechos conquistados, en manos de otros a su antojo?, ¿debemos someter el futuro de nuestros hijos y su libre aprendizaje a dictámenes partidistas y caprichosos con terceras partes ajenos a la esencia Ciudadanía real? ¿Seríamos auténticos ciudadanos?

Si analizamos la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) del ministro Wert, que está a punto de ser aprobada por el Senado español, entendemos que su finalidad es machacar la libertad de opinión, de pensamiento, de aprendizaje, la creatividad innata de los niños y las niñas, la Imaginación. Aniquilar de manera infundada la ilusión por construir lugares mejores donde la participación y el protagonismo de la ciudadanía civil sea real y continuada en el tiempo. Y lo que prima es someter al niño o la niña desde pequeños, a pruebas de conocimiento irracionales para poder mantenerse en un pseudosistema de calidad, -por cierto, definido por personas ajenas al propio sistema educativo-, a través de indicadores nada objetivos y nada relacionados con las verdaderas necesidades, y exigencias de conocimiento para la Sociedad que les espera en fase adulta. Porque podemos preguntarnos si tiene sentido someter a nuestros niños y niñas a horarios descomunales de clases, estudio y trabajo posteriores, mayores que las jornadas laborales de adultos; si está racionalizado el sistema de asignaturas de contenido formal en los planes de estudios de los diferentes niveles académicos, hasta con 11 asignaturas, como en 4º de la ESO; cuando muchas de ellas, se demuestran que no son necesarias para el futuro desempeño laboral en fase adulta, con métodos de aprendizaje más propios de principios del Siglo XX y finales del Siglo XIX, dentro del periodo de la Industrialización, donde los niños y las niñas fueron “estabulados” para facilitar el trabajo de mano de obra poco cualificada de madres y padres en las fábricas, sin espacios que fomentaran el protagonismo de los educados sino más bien, donde imperaba la autoridad indiscutible de la figura de orden y mando, sobre cualquier intento de participación en el aprendizaje y del fomento de valores convivenciales civiles y éticos, acordes a las sociedades desarrolladas que pretendemos ser.

Eso sin olvidarnos que la figura del maestro, que está borrada de la pizarra en esta ley, como verdadero guía en el aprendizaje, la participación y la trasmisión de contenidos no formales a la experiencia de sus alumnos, desde los primeros años de la socialización que aporta la escuela. La “Ley Wert” suprime la importancia de la Educación Infantil, transforma la función de aprendizaje y de desarrollo de las capacidades intelectuales y cognitivas del niño/a desde los primeros años, en funciones de competitividad y producción; pero con el agravante de acabar convirtiendo a los adolescentes al finalizar sus estudios en seres inexpresivos de conocimiento e innovación, creatividad e imaginación, para transformarlos a través de los contenidos y métodos aplicables, en futuros obreros al servicio de los cánones de diseño económicos imperantes del momento. Y sin dar valor a los contenidos no formales que distingan a los futuros individuos de sociedades empáticas, sensibles a los demás y comunicadores y fortalecedores del bienestar social e individual, no solo material sino inmaterial.

No podemos descartar mencionar la intolerancia que se crea con el acceso a los estudios superiores universitarios, que vuelven a estar al alcance de muy pocos, tras superar continuas pruebas de nivel en la vida académica escolar. Teniendo que volver al sistema del “primogénito” medieval que estudiaba, y los “secundones” que se buscaban la vida en la milicia, el campo, los oficios,… Vamos, un sistema feudal en pleno Siglo XXI, eso sí, con un sistema de Monarquía Parlamentaria democrática. O eso, ponen en los libros de texto que aún estudian los chavales, y que tanto dolor de espalda provocan transportados en sus mochilas.

Los niños y niñas ya no estudiarán cuáles son sus Derechos y Deberes, solo engullirán el saber dirigido por la nombrada LOMCE; la cual no ha sido contrastada con el verdadero sistema educativo español: los profesores desde Ed. Infantil hasta la Universidad y los alumnos, principales afectados por la reforma. No ha sido planificada pensando en las verdaderas necesidades como ciudadanos en una sociedad global. No ha sido pensada y estructurada para fortalecer a un país a través del Desarrollo tecnológico, Investigación, Ciencia, Cultura, Economía, Arte…. no, claro, para qué… Porque eso es dar calidad de vida a la gente, hacer que los individuos se empoderen de su bienestar, su sentimiento de libertad y lo compartan. Y eso, a la larga no interesa, a ellos, no. Es más cómodo tener adultos ignorantes en Derechos, en Libertades y seguirles dirigiendo a través de leyes segadoras de la esencia de la Dignidad Humana.

*Myriam Fdez. Nevado es consultora internacional en Infancia y Derechos Humanos.

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