La XVI Feria de Teatro de castilla y León acaba de celebrar su cita anual en Ciudad Rodrigo la semana del 20 al 24 de agosto.
Durante estos cinco días, la antigua ciudad amurallada de Miróbriga ha visto cómo sus calles y plazas se han llenado de colorido, músicas y danzantes, al mismo tiempo que sus teatros estrenaban una tras otra las obras seleccionadas para ser exhibidas a lo largo de la Feria.
Su imponente catedral, su plaza porticada, lugar habitual de eventos y novedades festivas, sus otras plazas, su castillo de los Trastamara y, sobre todo, su muralla fortificada a lo largo de tan diversas épocas, han sido testigos de esta fiesta teatral que cada año convoca a las compañías de toda España, pero sobre todo de Castilla y León, Extremadura y Portugal, a mostrar su oferta teatral. Allí acuden los programadores desde cualquier punto de España y Europa donde haya una sala de teatro, a fin de surtirse de novedades para la programación del curso que ahora empieza.
Durante todo el año la organización de la Feria ha trabajado para poder ofrecer lo mejor a los asistentes y hacer que de esta forma no se sientan defraudados los compradores, pues eso es una Feria de Teatro, un lugar donde se compra y se vende teatro para todos los públicos y por eso reúne cada año a más de 30.000 espectadores de todo el país, pero particularmente de Ciudad Rodrigo. Un público ferviente y muy preparado.
Toda la ciudad se ha convertido durante estos días en un gigantesco escenario al aire libre, algo que ya es de por sí en su conjunto y en sus detalles Ciudad Rodrigo. El número de palacios es tal, que no hay año que no descubramos uno nuevo rehabilitado para la Feria; las casas blasonadas, con su portón abierto de día a la curiosidad de los que pasan, se habitan en estos meses de verano por sus propios dueños, gentes que viven lejos el resto del año pero que las conservan y mantienen a través de generaciones a pesar de los costes.
Las numerosas iglesias, todas cargadas de historia bélica, con partes que han permanecido ocultas hasta anteayer para preservarlas de saqueos, y sobre todo los conventos (teresianas, clarisas, carmelitas, agustinas, de la caridad), algunos de los cuales hoy para adaptarse a los tiempos están convertidos en Asilos y Residencias de la 3ª edad, dan fe, nunca mejor dicho, del pasado espiritual de la ciudad que inspiró tales obras, del poder de la Iglesia y del potencial arquitectónico de las mismas.
Se me dice que los 12.400 habitantes de Ciudad Rodrigo tocan a una iglesia por cada 400. Dentro del recinto amurallado hay bellezas como la de San Pedro y La Pasión, pero también fuera de él hay auténticas joyas como la de San Andrés.
Un poco de historia
Ciudad Rodrigo tuvo una intervención muy destacada durante la Guerra de la Independencia y en el Palacio de los Águila hay una exposición que así lo recuerda. Durante 100 días fue cuartel general de los soldados franceses. Las tropas de Napoleón jugaron aquí, como en tantas otras iglesias de la geografía española, a ahuyentar el hambre y el frío a cañonazos y a base de afinar puntería sobre las imágenes. Hoy es algo que se puede contar mirando lo que se ha salvado, aunque siempre quedarán huellas que no borra el paso de los años y que la hermanan, igualándola en su suerte, con la ciudad portuguesa de Almeida.
Por ello, viendo a grandes rasgos la historia de Ciudad Rodrigo, no es de extrañar que en ella surgieran héroes y personalidades exóticas de tan diverso rango como el Charro, enterrado al pie de la muralla, frente a la torre de la catedral, y el duque de Welington, que también lo es de Ciudad Rodrigo. Pero no sólo en esa época jugó la ciudad un papel crucial. Al estar situada Ciudad Rodrigo en la frontera con Portugal, era un buen refugio para quienes en tiempos revueltos se bandeaban entre los diversos cambios de fortuna, y aquí están los escenarios que un día los albergaron, desde el castillo y la muralla que cuentan las guerras fratricidas de los Trastamara o Trastámara, hasta la reciente Guerra Civil. De ahí que muchos de sus palacios, conventos e iglesias hayan desempeñado funciones de cuartel o polvorín o depósito.
Obras vistas
Lovers, de Rayuela Producciones, de Castilla y León, en el Teatro Fernando Arrabal fue la pieza encargada de presidir la inauguración de esta Feria. Un musical basado en las canciones de Cole Porter, con un gran lujo de intérpretes y de vestuario, donde el objeto del deseo parece quedar lejos. De vacaciones, a cargo de Suripanta Teatro, pieza que marca la primera intervención de Extremadura en la Feria de Castilla y León, da las claves para disimular cómo nos afecta la crisis. El sótano encantado, por la Cía andaluza Teatro Mutis, es una invitación a imaginar mundos en los que dar rienda suelta a la fantasía. En la calle Madrid, en pases continuos de la mañana a la tarde, el carretón de Miguelillo ofrecía un espectáculo en miniatura para tan sólo 15 espectadores. Se llamaba La señorita Lupierre. Había que pasar de uno en uno y estarse muy quietecitos dentro, como seducidos por el misterio de la carreta. Aran Dramatica presentan Anomia, un drama exitoso sobre la corrupción dentro de los partidos.
En la calle, Sobre Rodas en la Plaza del Conde, es danza, pantomima, acrobacia, teatro gestual y ciclismo. Muy estimulante y nada contaminante. De las manos, por Teatro Lafauna, presenta un mundo en cadena donde el muñequito de Hyundai es una realidad humana. La frialdad quirúrgica de los manipuladores pone la sangre a enfriar. En el Espacio Herrasti, debajo de la torre de la catedral, Hortzmuga Teatroa, presenta Yo estuve allí y no lo contaron como yo lo vi. Un muy certero juicio sobre lo que pueden esperar las víctimas. Eva’s Show, en Los Sitios, tiene un éxito formidable y Julia, un viaje teatrástico, por Teatro clásico de Sevilla pone al alcance de los niños, con gran acierto, Los pasos de Lope de Rueda. Adormecida, por la portuguesa Teatro e Marionetas de Mandrágora, fue como un sueño, una belleza. Frankristina, por Bambalúa Teatro S.C, hace una revisión del mito de Frankenstein desplazándolo hacia la figura de una niña. Pielescallar, por el Ballet Contemporáneo de Burgos, habla de la pérdida y el duelo y lo hace muy bien. Es arte. The funanviolistas, Andalucía. Gustó muchísimo al público por el virtuosismo de las intérpretes y su espontaneidad.
En la Plaza Herrasti, el Circ Bover con su espectáculo Circ Trashumant encantaba al público con sus grandes malabares, su trapecista y su hombre orquesta. Desde Los sitios, Troula, con su Pachamama, llenó las calles de danza, pirotecnia y fuego de parte de los dioses antiguos de culturas lejanas. James on the rocks, por Trotam Teatre, mima las aventuras y actitudes del gran 007. A cidade verde e a cidade azul, por la portuguesa Zone Quorum Ballet, LDA, narra en clave de danza un precioso cuento sobre diversidad. La sirenita, por Festuc Teatre, de Lleida, encantó y emocionó al público más variopinto El sueño de la razón, por la Cía. Ferroviaria (Alicante), es una obra para adultos muy lograda que habla de los problemas de Goya con Fernando VII hasta culminar con su exilio en Burdeos, su locura visionaria y sus manías de genio viejo y sordo. No le sobra nada, que es lo más que se puede decir. By blue roses, por Rayuela Lab & The Freak Cabaret Circus, revisa la relación de los hermanos Wingfield de El Zoo de Cristal, de Tennessee Williams, a través del movimiento, el teatro físico, el circo y el audiovisual.
Passagem, por los portugueses de PIA, en la Plaza del Salvador, alude a la memoria del pasado mediante objetos suspendidos. Teatro del Azar, con Bruno XXI, da la campanada en el Claustro de la catedral. Este claustro es digno de verse por sí solo como sitio teatral por excelencia, un escenario “divino” que le va muy bien a la función ya que así tuvimos ocasión de recrearnos en su apabullante belleza. La Cía. Teatrapo, por su parte, puso en escena Sfera en el espacio Bolonia. La escenografía, muy cuidada, me recordó el cuadro La vendimia, de Goya, y lo cierto es que trata sobre la relación del hombre con la biosfera en un intento por restituir el equilibrio. La prematura muerte de un viajante, por Síndrome de clown, da las claves del subtexto trágico que lleva a la risa y a la carcajada. Una niña, por Rosa Díaz, titular de La Rous, un argumento precioso y bien desarrollado. TACHÁN, la historia del circo ilustrada, por la familia Musculini, repasa sin riesgo los avatares de la profesión. Niebla, por Garufa, es la adaptación de la obra homónima del salmantino nacido vasco Miguel de Unamuno y cuenta con la dirección del conocido actor salmantino Juan Antonio Sayagués. Respetuosa. De bestias, criaturas y perras, por Le miroir qui fume, de Aubervilliers (Francia), supuso un aldabonazo en la última tarde. Contundente. Latidos con H, por Antropía Teatro, ahonda con máscaras en los tópicos de la profesión y el caos hospitalario.
Espacio en Rosa: un respiro para los más pequeños
En el espacio en Rosa actuaron por este orden, la compañía de Teatro La sonrisa (Castilla y León), Teloncillo Teatro (Castilla y león), Eugenia Manzanera (Madrid) y We Tum Tum, con Crash Street (Portugal) para un público que va desde los 6 meses hasta los 4 ó 6 años, aunque algunos, como los Títeres de María Parrato, ofrecían también una sesión para adultos. Por falta de hueco, sólo pude ver Caminos, y quedé ensimismada con el tratamiento de los objetos que hace María-José Frías. Algo muy zen y telúrico. Si los niños se quedan así, que duerman.