Y a mí qué me importa el nuevo Gobierno

  • Del exilio y los 10.000 niños perdidos

  • ¿Volverán las nuevas ideologías en los pensamientos sus ideas a colgar?

Como si en nuestros días existiera la independencia para gobernar. Como si los gobiernos no debieran supeditarse a los dictados y leyes que imponen los verdaderos gobernantes: los poderes económicos y empresariales de las dictaduras de Estados Unidos y Europa -con Alemania a la cabeza-: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, las oligarquías dominantes.

Pero el espectáculo sigue. Las torticeras palabras, los argumentos engañabobos, las tertulias insoportables, los editoriales al servicio de quienes les mantienen de los grandes periódicos, todo un circo para embobar a los ciudadanos con el medio principal, la televisión, al que corren, desesperados, los candidatos, para gritar, que de esbozar razonados argumentos no se trata. Y mostrando sus ansias de sentarse en escaños congresuales, poltronas ministeriales para que continúe la farsa de que gobiernan ellos, y comenzar a contemplar de dónde y cómo pueden extraer sus mayores ganancias y beneficios.

En el cansancio y la abulia que nos provocan, y en la absoluta desconfianza hacia el gobierno que, según las circunstancias y los acomodaticios pactos se conforme, comprendemos, en esta visualización que se nos impone, la actualidad de viejas palabras escritas por Hans Magnus Enzensberger, que reproducimos:

«El analfabeto secundario no tiene ni la menor idea de que es analfabeto secundario. Se tiene por bien informado, es capaz de descifrar las indicaciones para el uso de los objetos que compra, los pictogramas y los cheques, y se mueve en un mundo que le aísla herméticamente de cuanto puede inquietar a su conciencia. Es impensable que naufrague en el mundo que le rodea. Es él el que le ha producido y formado para garantizar su estabilidad y permanencia.

El analfabeto secundario es producto de una nueva fase de la industrialización. El medio ideal para el analfabeto secundario es la televisión. Al hecho de ser retrasado mental es a lo que debe la televisión su encanto, su irresestibilidad, su éxito.

En este proceso la regla será que los analfabetos secundarios ocupen las posiciones más elevadas en la política y en la economía».

Del exilio y los 10.000 niños perdidos

Que no se habla de los muertos, otras decenas de miles. Pero se argumenta: mafias que se los llevan para convertirlos en trabajadores esclavos o en víctimas del comercio sexual. Mafias. Los Gobiernos de Europa o Estados Unidos levantan muros, crean campos de concentración para que los inmigrantes no traspasen las fronteras, se mueran de hambre, frío o enfermedades inatendidas en ellos y, eso sí, posibilitan cuando no colaboran o las crean en la existencia de esas mafias en las que no faltan policías, miembros de la justicia, empresarios y políticos cómplices, sin los que no podrían subsistir.

Mientras desarrollan y trafican con el comercio de armas para las guerras que ellos mismos provocan, el mantenimiento de regímenes dictatoriales, culpables unas y otros de los masivos éxodos.

Las llaman catástrofes humanitarias. Mejor definirlas como consecuencias de la explotación capitalista y de los intereses imperialistas para dominar la economía y los territorios en que imponen sus poderes políticos.

¿Volverán las nuevas ideologías en los pensamientos sus ideas a colgar?

Porque sólo ellas, herederas de las viejas que tantos tránsfugas y traidores han desechado, pueden alentar las revoluciones y luchar por las transformaciones sociales y políticas. Lo demás es conformismo, colaboracionismo, sostenimiento de un capitalismo cada vez más fascista. Xenofobias y explotaciones económicas para que un puñado de terroristas -a los que se venera en periódicos, revistas, televisiones- se repartan el mundo y consuman la sangre de sus ciudadanos.

Y el engaño de las nuevas culturas y medios de comunicación que sólo buscan la destrucción del pensamiento, las alienaciones colectivas, procurar que no existan las ideas para que no se conviertan en un peligro, que no hurguen en los pensamientos e impidan las burocracias políticas y sindicales que únicamente persiguen acomodarse al poder corrupto que ellas mismas, por acción u omisión, consienten.

Cuándo, en nuestra impotencia, alentaremos al menos un lenguaje que no sea embaucador, conformista, que devuelva a la palabra su exacto significado, que impida, cuando se habla de determinadas políticas y desarrollos económicos, de culturas y progresos, drogar a los pueblos para impedir sus revoluciones.

En el año 1923 José Bergamín escribió: Escribir es pensar; y pensar es comprometerse.

Ni pensar ni comprometerse es lo que hace esa muchedumbre de escritores que con su conformismo y supeditación a las voces del mercado consienten la existencia de esas mafias y gobiernos corruptos que nos rodean por doquier. Y al que denuncia, palo, silencio, marginación.

Como si hoy, lo único que da beneficios a la cultura fuera gritar una vez más: Vivan las cadenas, aunque sean las de la mente.

Hace ya muchos años que Cioran escribía: Nuestro saber es universalidad de superficie, dispersión que presagia la venida de un mundo unificado en lo grosero y lo terrible.

Hace tiempo que ese mundo ha llegado. Hace tiempo que nuestro pensamiento se encuentra cada vez más extinguido. Y también nuestra acción es una acción de brazos caídos. ¡Qué lejano aquel grito de ¡A las armas ciudadanos!, las armas que necesitamos ahora del pensamiento libre, no robotizado y exangüe, de las acciones no burocratizadas, sometidas a las exigencias de las inicuas leyes que nos conducen a la esclavitud como seres humanos libres y pensantes. ¿Cuándo organizaremos no acatamientos, vítores, palmas, sino ideas para rebelarnos?

Ni Dios, ni patrón, ni catecismos o leyes sagradas, ni jefes guapos o embaucadores. No seamos objeto de quienes solamente buscan conformistas y aduladores. Luchemos, desde la palabra, por impulsar que no hablen, sino impongan, derechos como la rebelión, la igualdad, y desenmascaren y destruyan a quienes sólo conciben la política como formas de ocupar parcelas de poder o constituir grupos que acaten las leyes de quienes realmente lo detentan.

Ni la Europa de las Patrias ni las Naciones Unidas para pueblos vasallos: ideas para impulsar la rebelión de los justos, palabra hoy también en desuso.

Porque de no ser así, el poema romántico será de triste actualidad:

¿Volverán las nuevas ideologías en los pensamientos sus ideas a colgar? Ni las nuevas ni las viejas, no, esas no volverán

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