¡Y para cerrar el año, un breve recordatorio!

Mi dedicación a la escritura en medios de comunicación comenzó en 1982, cuando todavía era estudiante de bachillerato en la siempre recordada Escuela Técnica Industrial Acarigua, en mi ciudad natal, de la mano del profesor Reinaldo Martínez, a quien cariñosamente sus amigos, muchos de los cuales fueron sus alumnos, llamaban «el Viejo Martínez».

Por muchos años fue docente de aula; pero al momento de haberlo conocido, se desempeñaba como bibliotecario, además de articulista del diario Última Hora, también de Acarigua. Fue también maestro de locutores. Lo admiraba porque en sus artículos hacía gala de un gran manejo de la gramática y la lingüística, y por eso me interesé por hacerme articulista, pues estaba convencido de que, con la orientación de un gran conocedor del asunto, podría lograr ese propósito.

Luego de haber sido articulista y de convencerme de que tenía facilidad para la ortografía y otros elementos gramaticales, me convertí en columnista, primero en el diario El Regional, después en Ultima Hora (Venezuela). Actualmente en Periodistas-es.com (España).

No sé cuántos artículos he escrito en 41 años de ejercicio, pues jamás le presté atención a eso, aunque guardaba los artículos; pero hace varios meses (a mediados de este año) me deshice del archivo. De lo que sí estoy seguro es de que la cantidad no es la que debería ser, pues por diversas razones, hubo muchas ocasiones en las que no escribí.

De otra cosa de la que no tengo dudas, es que, con la de hoy, son 240 publicaciones en este importante medio de comunicación. Tampoco la cantidad de artículos corresponde con el número de años que llevo formando parte de este portal, dado que también ha habido mucha irregularidad en las publicaciones, atribuida a mí, pero por razones ajenas a mi voluntad.

Durante todo ese tiempo (en Periodistas-es.com) he escrito sobre las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana. A veces ha sido necesario volver sobre un tema ya tratado una y muchas veces, con la finalidad de disipar las dudas que hayan podido quedar. Para tal propósito, he procurado deshacerme del rigor gramatical, con la finalidad de mostrar ejemplos sencillos que faciliten la comprensión. Me agrada saber que a la luz de estos aportes semanales, muchas han sido las personas, especialmente periodistas y educadores, que han adquirido madurez y soltura en eso de redactar, lo cual me demuestra que este trabajo de 41 años ha dado buenos frutos. ¡Esa es la finalidad!

Impropiedades de todo tipo he comentado en este espacio de divulgación periodística: desde casos de ortografía elemental, hasta complicados problemas gramaticales que han ameritado una esmerada atención, sin pretender erigirme en catedrático del idioma español, toda vez que solo soy un aficionado del buen decir, aunque esa larga trayectoria me permite opinar con propiedad, dado que eso no es necesario ser miembro de número de Real Academia Española.

Estoy en capacidad de afirmar que las impropiedades más frecuentes en los actuales momentos, por lo menos en la realidad venezolana, son la omisión de la tilde, la dificultad de algunos diaristas y docentes para usar adecuadamente los verbos comenzar e iniciar; el uso inapropiado de mayúsculas y minúsculas, además del empleo de verbos con significado diferente del que registran los diccionarios.

Es inconcebible que muchos profesionales no sepan que esta no es lo mismo que está. Y que comenzar e iniciar, aunque son sinónimos, no se construyen de la misma forma. Para usar ambos verbos de forma correcta, deberá tenerse presente que las cosas no inician, se inician. Por tal razón, es incorrecto decir, por ejemplo, que «la prueba de admisión inicia a las diez de la mañana». Lo correcto es: «…se inicia…».

Hasta hoy estuve creyendo que el mal uso de comenzar e iniciar era exclusivo de Venezuela; pero luego de ver y oir el noticiero de una televisora ecuatoriana, me convencí de que no estaba en lo cierto.

Lo del uso indiscriminado de mayúsculas y minúsculas, es un mal que ha hecho metástasis en varias áreas del saber, pues en ámbitos en los que sería impensable encontrar una impropiedad de esa naturaleza, es común y corriente. A casi todo le colocan mayúsculas; pero cuando es necesario, no lo hacen. Es el mismo caso de las minúsculas, aunque en esto último es prudente acotar que la impropiedad ocurre porque muchos redactores no saben distinguir un nombre propio de uno común. De eso ampliaré detalles en otra entrega.

Por ahora, solo me resta desearles prosperidad y paz en el año que está por llegar.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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