¿A qué están «jugando» los plutócratas?
El 22M y la ciudadanía nos han aclarado que los antidisturbios y “Condemor” junto con el Gobierno de EsPPaña, el ministerio del Interior, Cristina Cifuentes y los mandos policiales tienen una relación “extrañable”.
Gracias a la manifestación pacífica de las Marchas de la Dignidad hemos podido comprobar cómo algunos antidisturbios hicieron de conejillos de indias, en una especie de “investigación” de no se sabe de qué cabezas salió, que Mucus, inteligencia natural de un moco, trata de explicárselo.
Este experimento, al parecer, consistió en ver cuánto tiempo podía aguantar un grupo pequeño de antidisturbios completamente aislados, ante un grupo fino que les lanzaba empedrado, adoquines… para completar la faena apuntillando con una patada a aquel que caía. Por otro lado antidisturbios disparando pelotas de goma rebotando en la gente y no en el suelo, mutilando a manifestantes. También se basó en intimidar y detener a gente, que se retiraba pacíficamente por otros lugares (ajenos a lo que ocurría con el grupo de antidisturbios aislado), dándoles un trato «cortesía de la casa».
Se ve que el experimento consistió en hallar la relación entre las decisiones de los altos mandos y el tiempo récord que podrían emplear, para que a manifestantes y a antidisturbios les entraran unas ganas enormes de seguir manifestándose en esta plutocracia. Gracias a la dicha que produce que a funcionarios y a cualquiera, nos sigan chupando la sangre para que la impunidad de los pudientes siga campando a sus anchas.
La vi por última vez en 1978. Creo recordar que fue en diciembre de 1977 cuando se produjo en España la última víctima mortal por disparos de la policía contra una manifestación (de estudiantes en La Laguna). A lo largo del 78 seguía estando presente en algunas paredes de nuestras ciudades. Después, desapareció durante décadas, hasta esta mañana. La he visto en el barrio de Chueca, en pleno centro de Madrid. Me refiero, ya habréis adivinado, a una pintada: Policía asesina.
Al poder nunca le ha gustado que se junten más de diez personas. Les da por beber y comer y en ocasiones les da por pensar y si el asunto se pone crudo les da por protestar. Debe limitarse de una vez y para siempre el derecho de reunión; y de paso sus compinches: la libertad de expresión, la libertad de cátedra, el derecho de huelga (alias «El Piquete»), el derecho de asociación y el secreto de las comunicaciones. ¡Disuélvanse! http://www.elsenorgordo.com/2014/03/derecho-a-manifestarse.html