Drama coral dirigido por el brasileño Fernando Meirelles (La Ciudad de Dios, El jardinero fiel) a partir de una adaptación de la obra teatral La Ronda, de Arthur Schnitzler, escrita por Peter Morgan (guionista también de The Queen), “360. Juego de destinos” es una obra polifónica floja, bastante artificial, en la que se cruzan “los destinos” de una prostituta eslovaca que busca clientes en Austria, un empresario inglés, un fotógrafo brasileño, un dentista francés y unos cuantos mafiosos rusos, que se mueven por Viena, Bratislava, Londres, París… (traspasando ocho fronteras y hablando en siete lenguas).
Un relato triste en el que mandan a medias el azar y el deseo sexual y que, han escrito acertadamente en un blog, “condensa al máximo las historias de la obra original, amputándoles de paso profundidad y sutileza”. Se estrena en España el 31 de mayo de 2013.
“360” es un moderno calidoscopio de amor interconectado y relaciones que unen a personajes de diferentes países en una intensa y conmovedora historia sobre la vida romántica en el siglo 21, explica el texto promocional y de verdad querría que me explicaran que quiere decir eso de “la vida romántica”.
En todo caso, el título alude a una pretendida vuelta al mundo (360 grados) en compañía de unos cuantos seres solitarios interpretados por un casting internacional: Anthony Hopkins (El silencio de los corderos), Jude Law (Sherlock Holmes, Cold Mountain), Rachel Weisz (Dream House, Agora), Ben Foster (The Messenger), Gabriela Marcinkova (quien probablemente debuta con este filme porque no he encontrado la mas mínima referencia sobre trabajos anteriores), Jamel Debbouze (Out of Love, Amélie), protagonistas de un clásico encadenado de A conoce a B, que es el marido de C, que se acuesta con D, quien a su vez es el amante de A (con una banda sonora original compuesta nada menos que por Sir Anthony Hopkins) …etc.
Entrando en materia, Mirka posa desnuda para Rocco, quien añade las fotos a su catálogo de “acompañantes”. Michael Daly, de paso en Viena para asistir al salón del automóvil, renuncia en el último momento a su cita en el hotel con una prostituta, que no es otra que Mirka. En Londres, su esposa Rose Daly celebra que su matrimonio se ha ido a pique con un amante brasileño, Rui, quien posteriormente descubre que su novia Laura le deja. Laura, por su parte, simpatiza con un hombre mucho mayor, John, que tiene que identificar en Phoenix el cadáver de su hija…
A diferencia de la obra teatral de referencia, que ya ha cumplido casi un siglo, y en la que todas las parejas hacen el amor al menos una vez, en la película hay dúos que solamente hablan (y alguno en que uno habla y el otro no se sabe como puede aguantar tan interminable monólogo). En lo que sí coinciden es en que todos arrastran una carga depresiva considerable aunque, como dice el crítico francés Fréderic Strauss, “curiosamente nadie se suicida”.
Una especie de carrera de todos a la búsqueda imposible del amor y, en resumen, una película muy triste y poco lograda. “360 –dicen en los textos promocionales- fue concebida y escrita a la sombra de la crisis bancaria internacional, el efecto dominó de la Primavera Arabe, la amenaza global del virus de la gripe y la inestabilidad en la Eurozona. Nunca ha estado más claro como está interconectado el mundo”. Ni hasta qué punto es triste y carente de esperanza el panorama social en que nos movemos todos, en todo el mundo.