Carmen Maura, veterana y magnífica actriz española de larga trayectoria, en el cine, el teatro y la televisión, es la primera española galardonada con el Premio Donostia, que recibió en la noche del domingo de manos de Alex de la Iglesia. Una gala que culminó con la proyección de «Las brujas de Zugarramurdi», en cuyo reparto coral figura Carmen Maura, junto a otras brujas como Terele Pavez, Macarena Gómez y Carolina Bang.
Elegante, vestida de negro, con pañuelo blanco, Carmen Maura muy emocionada agradeció al festival este homenaje y con mucha modestia subrayó «he dado al público todo lo que he podido».
A sus 68 años de edad, muy bien llevados, Carmen Maura no necesita presentación. Alex de la Iglesia hizo de ella un merecido elogio y ella misma señaló en su discurso tres películas que marcaron su carrera : «Ay Carmela» de Carlos Saura, «La ley del deseo» de Pedro Almodovar y «La comunidad» de Alex de la Iglesia.
Con cuatro premios Goya y más de un centenar de títulos en su carrera nacional e internacional podríamos añadir muchas más películas e inolvidables papeles, pero basta que miren ustedes su filmografía desde los años 70. Son ya más de cuarenta años de carrera en los que ha trabajado con los mejores cineastas españoles y franceses, sin olvidar tampoco su colaboración con Francis Ford Coppola. En Francia, en donde reside ahora Carmen Maura, ya la han adoptado como propia en cine y televisión.
Su último gran éxito francés fue con el director Philippe Le Guay en «Las chicas de la sexta planta» una deliciosa comedia galardonada en los premios Cesar. En televisión participa ahora en una serie muy popular de France 2, la televisión pública francesa. Aunque algunos, por ignorancia, intentaron ponerle la etiqueta de «chica Almodovar», pronto se dieron cuenta que su talento de actriz va mucho mas allá de la filmografia del director manchego.
Siempre he pensado, y un día se lo comenté a Carmen Maura, en una amplia entrevista que le hice en el Festival de Montpellier, que ella ha aportado más a Almodovar que él a ella, a pesar de que el gran éxito mundial de «Mujeres al borde de un ataque de nervios», disparó su carrera internacional, como también la de Almodovar.
Pero antes de ese gran éxito, hay tres películas emblemáticas en la carrera de Almodovar que tienen a Carmen Maura como soporte e intérprete: «Pepi Luci Boom y otras chicas del montón», «Entre tinieblas» con la también inolvidable Julieta Serrano, y sobretodo «Qué he hecho yo para merecer esto», en una época en la que nadie apostaba por el entonces joven e ingenioso cineasta.
No cabe duda, Carmen Maura ha hecho mucho para merecer esto. En “Las brujas de Zugarramurdi” aporta también su genio y presencia compartidos con Terele Pavez, y cada vez que aparece en la pantalla es de agradecer, a pesar de que la película de Alex de la Iglesia no está en esta ocasión a la altura de «La comunidad».
Me gusta en general el humor negro y esperpéntico de Alex de la Iglesia, al que voy siguiendo desde «Acción mutante» y «El día de la bestia». Me gusta su manera de no tomarse en serio, consciente de que el arte, como el cine, es un eterno repetirse, pero evidentemente intentando superar la creación anterior, en cada momento y en cada época.
El cine desmadrado, ingenioso y excesivo de Alex de la Iglesia tiene altos y bajos. Con «La comunidad» puso a mi juicio el listón muy alto y no he encontrado luego en su filmografía ninguna otra de sus películas tan lograda como aquella.
«Las brujas de Zugarramurdi» tiene un arranque formidable: un atraco en una tienda de «compra de oro», junto al kilómetro cero de la madrileña Puerta del Sol. Atracadores disfrazados de Jesucristo o de personajes de Disneylandia, secuencia de antología, y el comienzo de una vertiginosa persecución que se anuncia bien pero que no cumple luego sus promesas. Excelentes también los títulos de crédito que son un apunte cómico sobre el papel de la mujer en la historia de la humanidad.
La huida a Francia de los atracadores y su encuentro con las brujas se pierde después, sin conseguir ni en sus diálogos, ni en sus situaciones, el esperado efecto cómico. Un atracador con niño y en instancias de divorcio es el pretexto para servirnos diálogos tópicos sobre la guerra de sexos. El espectacular y canibalesco akelarre, la acción muy bien filmada y los efectos especiales predominan sobre lo que hubiera podido ser un mejor guión. El desarrollo y el desenlace decepcionan, pese a su brillante realización y un elenco de actores muy profesionales.
Presentada al mismo tiempo en San Sebastián en el Velódromo de Anoeta, con pantalla gigante, «Las brujas de Zugarramurdi» es una película «espectáculo» que tiene garantizado su éxito popular, a falta del reconocimiento de la crítica, que por cierto no tiene que juzgarla por estar fuera de competición.
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