Dos de los artistas de renombre internacional que han participado en el reciente VII Festival de Mantras organizado por la Fundación Ananta en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, han sido el laudista iraquí Naseer Shamma y la cantante de mantras y kirtan norteamericana Jai Jagdeesh, auténtica intérprete de música para el alma.
Naseer Shamma nació en Al-Kut, al sur de Bagdad, a orillas del río Tigris, en 1963. Desde niño mostró su espíritu independiente, su pasión por la música, su historia de amor con el laúd, su conciencia de la cultura. Su traslado a Bagdad a los doce años para estudiar la música y poesía apasionada del laúd, el ancestral oud árabe, hasta convertirlo en un sueño cumplido; sus primeros reconocimientos, su activismo como adversario al régimen baasista personalizado en Sadam Hussein, su activismo contra el invasor norteamericano, destructor de tantas cosas, pero sobre todo del alma que supone el riquísimo patrimonio cultural iraquí, su campaña de ayuda a los niños iraquíes desde su primer exilio en Túnez en 1993, una estancia que duró cinco años; después, El Cairo donde renueva su compromiso con causas humanitarias y funda la primera Casa del laúd , una escuela de inspiración innovadora. Hoy en día hay Casas del laúd en Alejandría, Bagdad, Basora, Mosul, Kut, Arbil , Sulaymanya y en algún otro país del Golfo.
Naseer Shamma es considerado en oriente como el nuevo Ziryab, el virtuoso laudista, poeta y gastrónomo de la Edad Media, nacido en Mosul, artista en la corte del legendario Harún Al – Rashid, exiliado más tarde en Kairuán y finalmente en Córdoba, donde murió en 857 a.d. y donde cuenta con un hermoso monumento. Ziryab fue un gran innovador, desde la construcción del instrumento con maderas idóneas, espacio y forma de la caja de resonancia y número de cuerdas que mejoraban su sonido, hasta las innovaciones musicales que hicieron del laúd un instrumento exportable. En occidente se le considera como el Paco de Lucía del laúd, por su dedicación, virtuosismo, su espíritu innovador en las técnicas y fusiones que le han llevado a su expansión global.
En España es bien conocido, varias veces sus conciertos han sido auspiciados por la Casa Árabe de Madrid, como su participación en 2014 en el Festival de la Guitarra de Córdoba y el Festival Internacional de Granada. Ahora es la Fundación Ananta la que nos proporciona el placer de escucharle.
En el concierto, estuvo acompañado por otros instrumentistas de talla internacional: El pianista italiano Cesare Picco, el clarinetista rumano Alex Simu y el percusionista español Miguel Ángel Orengo, un cuarteto mosaico de la diversidad y universalidad en el arte. Solos, con o sin acompañamiento, diálogos a dúo, trío y cuarteto al completo. Si hay que resaltar el maravilloso virtuosismo de otro instrumento además del de laúd, es el del clarinete alto y clarinete – contrabajo de Alex Simu. Dos maestros que rivalizaron en calidades de sonido, con trinos, arpegios, trémolos, ecos, sonidos dobles, multifonía, smorzattos que transportan más allá del goce auditivo físico: transportan al alma.
Un repertorio de música oriental de varias épocas, con trasfondos andalusíes como no podía ser de otra manera, en las canciones Whitness, Tomorrow will be better, Silk road, Far away to sadness, Ishrak, Travelling soul , el solo de Naseer, Horse Dance y dos bellísimas improvisaciones, llenaron la noche del Teatro Fernán – Gómez de Madrid de sonidos inolvidables.
El alma de Jai Jagdeesh.
El domingo 21 de febrero de 2016 permanecerá en el recuerdo de los amantes de este género musical, cada vez más presente en este occidente tan necesitado de conexiones más allá de lo material y por tanto finito.
Norteamericana de nacionalidad, Jai Jagdeesh tiene más relación con oriente que con occidente. Educada en la India desde su infancia en las tradiciones yóguicas Kundalini Ravi – Inder Kaur y Sat Kartar Singh, estuvo rodeada de yoga, meditación y sonidos sagrados. A los seis años entró en un internado en India, donde formó parte de un programa de educación para extranjeros de Bhajans Yóguicos, lo que la introdujo en una infancia venturosa que la ha conducido hasta cualquier creatividad concebible en la expresión musical. Unas cuantas décadas y muchas aventuras más tarde, sigue impregnada de este ambiente y está feliz porque ello la ha llevado paso a paso, casi sin proponérselo al reconocimiento mundial. Y es que Jai, toca directamente las almas de quienes asisten a su conciertos, porque ella canta desde lo más profundo del corazón.
El domingo estuvo acompañada de un guitarrista español y del tablista, percusionista de cajón y otros, Saul Gopala, cómplices de muchos años. En concierto no se concibe fácilmente al uno sin el otro. Tanto monta, monta tanto. Ella canta y se acompaña de un armonio hindú.
Jai improvisó todo el concierto. Compartió sus temas y sus historias con el público, en inglés y en español, -estamos hablando de un tipo de canto en el que el público interactúa, repitiendo al solista – y el público cantó, alguno bailó y todos hicieron el compás de palmas. Emocionante. Ella había invitado previamente: “Sentiros libres. Si queréis cantar, cantad, si queréis escuchar, escuchad, si queréis moveros, moveos. Me gusta ir en libertad con esas corrientes de sonido, cantamos juntos libremente cada sonido”.
Empieza con un canto meditativo en lengua Madanjeet para introducir a la audiencia en en el territorio del Ser. Ella sola, canta como en éxtasis y transmite su estado de alma a toda la sala. Después canta una composición suya en español, Yo soy la luz del amor. Y nos cuenta: “Escribí esta canción en un momento de profunda vulnerabilidad, tenía miedo ante la inmensidad de la vida y me prometí estar presente en la mejor de mis habilidades. Todos tenemos un destino inmenso y hay que repetirse, ‘Yo soy, yo puedo, yo soy capaz’. Hay que abrir los brazos para recibir todo lo que viene.” Y canta: Soy tu hija, soy tu madre, soy tu novia, soy tu amante / yo soy todo, yo soy la luz del amor. Jai repite según la tradición del kirtan, pero lo hace sin repetirse, cada vez cambia de música y clave.
Sigue con un tema de la tradición Kundalini Yoga, Jai Om Tat/Sat kaur prasad. “El significado de esta historia – dice – es más de intención que de palabras. Sostener un espacio positivo es lo que le hace proyectarse al universo, una proyección multiplicada por miles que regresa a nosotros, como un efecto boomerang”. Con percusión de cajón, sublime.
El guitarrista alterna la guitarra clásica con la eléctrica. Jai anuncia un mantra en homenaje al Gurú. ¿Quién es el Gurú? Es quien nos lleva desde la oscuridad hasta la luz. Un mantra de entrega: Soy tuyo/a, dentro de mí me encuentro a mi mismo/a. Es un mantra de éxtasis, nada hay fuera de nosotros, lo que nos hace pasar de la oscuridad a la luz es mi Gurú, es mi Maestro. Y esto es una celebración, siéntete dentro de tu alma. Esta vez la percusión de tablas transporta directamente a la nube. Pienso en todos los tablistas que he conocido y no encuentro comparación posible. Aparte de esto, todo son cuerdas. Guitarra, armonio y el canto de Jai. Los mantras empiezan muy suaves, hacen un lento crescendo de voz y ritmo hasta alcanzar su ápice energético y desde ahí descienden hasta acabar en suavísimo sonido. Merece la pena la experiencia..
Para despedir el concierto, la gran sorpresa. Baila de propina, con amor y maestría una danza hindú, para lo que se pone pulseras de muñeca y tobillo con pequeños cascabeles. “Ni yo ni ellos – guitarrista y percusión – sabíamos que esto iba a pasar. Me habéis visto como una estrella, ahora me vais a ver como una constelación de estrellas…”
Al final baja a pie de escenario, para abrazar a todo el que se acerca. Tendrá pasaporte norteamericano pero ¡es una india!
