Excelente interpretación de Antonio de la Torre en “El Reino”
La 66 edición del festival donostiarra arrancó el sábado por la noche con una gala de apertura que tuvo como novedad su presentación cómica, cuando las actrices Belén Cuesta y Nagore Aranburu, del español al euskera, procedieron a un buen ejercicio de cómica autocritica del festival, una muy buena iniciativa que redujo la solemnidad habitual del acto.
Como lo probó en su día ese género cinematográfico que se ha denominado comedia a la italiana, nada más sano en este mundo que saber reírse de sí mismo, tanto en sus comparaciones con otros grandes festivales, como abordando algunos de los tópicos más escuchados sobre este festival, su gastronomía y sus gentes.
La película de inauguración fue sin embargo una decepción y a mi entender hubiese sido mejor colocarla fuera de concurso, pues con todos mis respetos por sus afamados interpretes, Ricardo Darín y Mercedes Morán, el guion y la realización del argentino Juan Vera en esta comedia sentimental sobre la crisis de pareja de un matrimonio sexagenario argentino, con abundantes diálogos y pocos momentos inspirados, quedaría mejor como un vodevil teatral.
Aunque con una larga carrera de productor de cine argentino, Juan Vera se estrena aquí como director con “El amor menos pensado”, guion coescrito con Daniel Cúparo. El resultado es una comedia con exceso de diálogos, carente de ritmo y nada convincente en su realización cinematográfica, pero sobre todo con muchos tópicos, demasiada amabilidad y final convencional para que guste a un amplio público.
Excelente interpretación de Antonio de la Torre en “El Reino”
En la competición he visto también la muy esperada película española “El Reino” de Rodrigo Sorogoyen, que aborda con claves de thriller político, el tema de la corrupción en la España de hoy. Aunque sin citar nunca ningún partido, ni gobierno, la ficción (cualquier parecido con la realidad sería pura coincidencia, como suele decirse), parece evidente que se inspira en las cacerolas que arrastra el derechista Partido Popular, aunque el mensaje del guionista se diluye en una denuncia del conjunto de la clase política y de sus relaciones con los grandes medios informativos. La eficacia de la denuncia política queda diluida así en la acción del thriller.
No obstante su brillante factura de producción, su cuidada dirección de fotografía, y la excelente interpretación de su protagonista, Antonio de la Torre, “El Reino” no me ha convencido pues en su realización y su montaje se decanta más hacia el thriller de acción a la manera de Hollywood, que hacia un cine critico de reflexión política, como a mi entender exigía el tema.
Buscar la empatía del espectador con el personaje de un político corrupto y brutal ha sido el desafío, a mi juicio fallido, de los guionistas para escapar al maniqueísmo, pero su planteamiento es poco sutil y carente de matices, el trazo es grueso, y en su galería de políticos corruptos y groseros, y de un partido y un sistema gangrenado por la corrupción, la conclusión final del “todos podridos” resulta muy discutible, pues alimenta la idea de que todo esto es finalmente imposible de cambiar.
Personalmente formo parte de esos españoles convencidos de que: Sí, se puede, aunque sea difícil.