La resistencia humana y la razón contra la barbarie
Tercer largometraje de Álvaro Brechner, director uruguayo afincado en España, “La noche de doce años” es una excelente adaptación a la pantalla de “Memorias del calabozo”, las denominadas crónicas tupamaras del escritor y exguerrillero uruguayo Mauricio Rosencof.
En 1973, la dictadura militar detuvo y torturó a nueve militantes tupamaros, esta es la historia de tres de ellos: José Alberto “Pepe” Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Los tres fueron torturados física y sicológicamente, sometidos durante doce años al aislamiento total, sin ver la luz del día, torturados y desplazados constantemente de un lugar a otro, secuestrados y desaparecidos, sin apenas contacto con sus familiares, todo ello con un objetivo deliberado: enloquecerlos, quebrar su voluntad.
Una cita de Kafka al comienzo del film evoca bien esa experiencia de humillación y privación de libertad, en donde pasaron de la categoría de presos a la de rehenes.
La película cuenta con fuertes imágenes como resistieron a ese trato inhumano y acoso permanente, gracias a una admirable voluntad de sobrevivir y de mantener la esperanza en terribles condiciones de detención, rotos físicamente, pero manteniendo en su mente la voluntad de permanecer enteros, sin ceder a la infamia de los torturadores.
Esta es una historia de resistencia y de reconstrucción de tres hombres que, al salir en 1985 de esa noche de doce años, mantuvieron integras sus ideas, no enloquecieron y supieron derrotar a sus acusadores.
Pepe Mujica fue presidente de la Republica uruguaya entre 2010 y 2015, Eleuterio Fernández Huidobro, ya fallecido, fue ministro de Defensa, y Mauricio Rosencof prosiguió su carrera literaria. “Querían volvernos locos -cuenta Pepe Mujica- Nos tocó pelear con la locura y triunfamos. No quedamos lelos”. Sus perseguidores en cambio están ya en el estercolero de la Historia.
“Y si este fuera mi último poema, insumiso y triste, raido pero entero, tan solo una palabra escribiría: compañero.” Esa breve poesía de Mauricio Rosencof, trasmitida en morse, aislado en una celda de castigo, a su compañero de cárcel Eleuterio Fernández, resume bien la humanidad de este relato, que recupera y transmita la memoria histórica del pueblo uruguayo, en los terribles años de la dictadura militar.
En un acertado montaje, las secuencias de aislamiento en la cárcel se entrecruzan con las de su detención, las argucias que les permitían resistir, los escasos encuentros con la familia en prisión, las escenas oníricas en donde piensan en sus seres queridos, que sirven de respiración a tan grave relato.
Brechner me ha hecho pensar en el italiano Benito Benigni en “la vida es bella”, en la que se atrevía a abordar con humor el horror de los campos nazis. Brechner logra también hacernos reír por momentos con anécdotas de supervivencia, que le contaron los dos expresos aun en vida.
“Las bromas y la risa, eran para ellos una forma de resistir, de enfrentarse al dolor físico y moral”, explicó Álvaro Brechner en los encuentros de Desayunos horizontes en San Sebastián, a donde acudió con su productora hispano uruguaya Mariela Besuievski y sus actores Antonio de la Torre y Chino Darín.
A ver si se animan los guionistas y directores españoles y llegamos a ver un día una película de esta calidad sobre la memoria histórica y los crímenes del franquismo en España, ocultados en nuestra transición democrática. Esa transición que algunos, como un servidor, apreciamos en su justo valor, aunque nos supo a poco.