La revista satírica de humor gráfico nació un 8 de junio hace 75 años. Pronto se convirtió en el referente de la prensa española durante los años de la dictadura franquista. Fundada por Miguel Mihura, sufrió numerosos problemas hasta que en 1978 dejó de publicarse.
El panorama periodístico simbolizó durante sus ediciones un humor surrealista y absurdo que sorprendía a lectores y provocaba la ira de muchos de los que se sentían heridos. Un semanario plagado de chistes gráficos, viñetas, tiras cómicas y fotográficas, diálogos, jeroglíficos, críticas taurinas, etc.
Su fama no se quedó en la península ibérica; traspasó fronteras y también fue leída en latinoamérica durante los 37 años que resistió a las críticas, a la censura y a los enemigos de la ironía. Fueron 1898 números, 12 expedientes administrativos, varios secuestros, suspensiones; en fin, el terror de lo que estaba prohibido y nunca exhibido.
Aún así, se han rescatado ediciones, se han hecho facsímiles y se sigue considerando una proeza del periodismo al ser un referente cultural en tono de humor. El primer número se llamaba, La Codorniz, Revista de Humor, aunque siempre se la conoció como «La revista más audaz para el lector más inteligente», apostilla que se incrustaba en la mancheta desde el año 51, diez años más tarde de su primera edición.
El ingenioso humor no hacía otra cosa que campata las costumbres, actitudes y lenguajes fruto del régimen franquista. Mihura nunca hablaba de actualidad ni tampoco de política, ya que realmente no era de su interés. Álvaro de Laiglesia, Antonio de Lara, Enrique Herreros García, Jose María Picó, Ricardo Summers Ysern, Alfredo Marqueríe, Edgar Neville, Joaquín Calvo Sotelo, Tomás Borrás, Manuel Aznar, Francisco de Cossio, Wenceslao Fernández Flórez, Ramón Gómez de la Serna, entre otros hicieron las delicias de sus lectores. Pocas mujeres pero alguna que debemos destacar, Conchita Montes, autora del Damero Maldito y Mercedes Ballesteros que firmara con el pseudónimo, Baronesa Alberta, participaron de La Codorniz.
En el año 44, en plena posguerra, Miguel Mihura vendió la revista al conde de Godó, a Manuel Pombo y a Juan José Pradera. Reapareció en Barcelona bajo la dirección de Álvaro de Laiglesia, fundador de la misma. Su espíritu crítico permaneció, así como la sátira social y costumbrista de la época. Nuevos dibujantes se incorporarían a esa segunda etapa y nuevas formas de ver la realidad social la España que salía de la guerra; Mingote, Chummy Chumez, González Ruano, Rafael Azcona, Forges entre otros. Entre el año 52 y el 66 se mantuvo como una revista que tuvo momentos tensos pero era un referente periodístico en la época.
Tras la recién instaurada Ley de Prensa impulsada por Fraga, fue expedientada y tuvo su primera multa. Varias sanciones y alguna otra denuncia hizo que La Codorniz infringiera la ley y fuera tildada de revista rebelde. En su septuagésimo quinto aniversario se ha organizado un libro homenaje a La Codorniz y a su antecesora, La Ametralladora y a la que posteriormente apareciera La Golondriz, Antología más inteligente jamás editada.
La Real Academia del Humor la define como el semarario más representativo del vanguardismo humorístico español del siglo XX. Ha sido objeto de numerosas tesis y estudios y es una muestra del humor español; inteligente, audaz, irónico y sobre todo, ejemplar.