Ha pasado el primer trimestre del año y las cifras de mortalidad de las personas que tratan de llegar a nuestras costas, ha aumentado el doble, según ha enumerado el alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) y la organización internacional para las migraciones (OIM).
Uno de cada 27 inmigrantes murió cuando trataba de alcanzar el territorio español frente a los 52 del año anterior. El informe Travesías desesperadas, mantiene que los índices de migración van se incrementa, sobre todo en inmigrantes marroquíes, argelinos, y subsaharianos cuyo aumento es del 67 %. Esta consideración que se realiza por mar supone que muchos no lleguen por ahogamientos, rotura de las barcazas, frío, enfermedades, u otras razones de desamparo a las que están expuestos. Al menos 3.129 personas han fallecido tratando de cruzar el mar mediterráneo en 2017 y ya van 501 los que lo han hecho en estos tres meses del año 18.
Por tierra, las migraciones no bajan si hablamos de sirios que huyen de la guerra y de los flujos de refugiados que no cesan, además de los otros peligros que no son la mar sino abusos, extorsiones, redes de trata, tráfico y grupos armados además de las penalidades a las que se ven expuestos en la travesía. Hambruna, frío, sed, y enfermedades no tratadas que llevan las personas que sufren de un territorio a otro. Mujeres expuestas a violaciones y niños que también llegaron a Europa, al menos 17.000 no acompañados, además del aumento de las devoluciones de personas llegadas a cada país, hace que la situación sea insostenible en términos violación de derechos humanos.
«Lo hemos dicho durante años y lo seguiremos diciendo, no es suficiente con contabilizar estas trágicas estadísticas, debemos actuar», manifestó en un comunicado el director general de la Organización Internacional para las migraciones (OIM), William Lancy Swing.
Acnur añade que es necesario el acceso al territorio y a procedimientos de asilo ágiles, justos y eficaces que son vitales para quienes buscan Europa como territorio en donde pueden protegerse.
La gestión de las fronteras, no es incompatible con las obligaciones internacionales de los estados de ofrecer protección a refugiados, cita Moreau, directora de la oficina de ACNUR para Europa.
Por otro lado, el hacianamiento que han tenido miles de familias en Grecia, ha hecho que esa forma de vida precaria sea al menos una oferta ante la negativa de otros países, cuando las condiciones en las que viven y se mantienen son del todo extremas. La única parte positiva de todas estas cifras es quizá la de los refugiados reubicados sirios, un 84 % del total se encuentren ya en Reino Unido, Suecia y Alemania. La evacuación de personas recluidas en centros de detención fueron protegidas para que la ley internacional les amparase; todas venían desde Libia a Níger e Italia otros datos halagüeños.
Los otros daños, esos que no son visibles, son los que acontecen en el ámbito familiar porque la reunificación no siempre sucede, la depresión y la angustia permanece en estas personas y por ello, piden más solidaridad a los estados europeos que ven en sus costas los muertos flotar o en los caminos, personas que nunca llegaran a su destino. Además de ello, el preocupante estado de salud, la extrema debilidad, la enfermedad crónica y la delgadez de las personas hace que muchos de ellos mueran en el camino.
Los países de asilo y tránsito son la vía para alcanzar una vida mejor. Ellos huyen del hambre y de la guerra; Europa les debe una ayuda necesariamente.