Investigadores del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto Carlos III (ISCIII), y el instituto geológico y minero de España (IGME) han valorado la posible asociación entre las concentraciones de metales pesados del suelo y la mortalidad por diferentes tipos de cáncer.
Este estudio, que ha sido publicado en las revistas Envionmental Geochemistry and Health y en Environmental Science and Pollution Research International, justifica las estadísticas citadas y se han extraído del Atlas geoquímico de España además de la base de datos de defunciones por 27 tipos de cáncer según la zona en la que residían los pacientes.
Los autores del citado estudio, cruzaron la información del tipo de suelo y la distribución geográfica de los tumores aplicando los análisis estadísticos y teniendo en cuenta la presencia de los focos contaminantes locales o variables que pudieran interferir en los resultados. Entre los datos figuran tantos por cientos significativos; a más mortalidad por cáncer de esófago en ambos sexos, mayor concentración de plomo en el suelo; frente al cáncer de pulmón en donde el cobre estaba presente. Los cánceres del sistema digestivo en hombres el suelo presentaba concentraciones de cadmio, plomo, zinc, manganeso y cobre, en el caso de hombres, frente a las mujeres que tenían una mortalidad debida al cáncer de encéfalo.
Esta investigación supone que la composición geoquímica del suelo podría estar influyendo en la distribución y los diversos patrones de mortalidad por cáncer en España; independientemente del contexto sociodemogrático. De igual forma que se ha estudiado, los investigadores piden cautela a la hora de interpretar los resultados, sin bien, la composición del suelo parece estadísticamente afectar a la muerte por cáncer, no es rotunda la etiología del mismo y hay que hacer estudios más precisos para saber de su origen como son los individuales de cada paciente; genética, fumador o no, alcohol, obesidad, etc.
Gonzalo López-Abente, otro de los coautores y también investigador del ISCIII, coincide: “Las conclusiones se mueven en el campo de las hipótesis y de las asociaciones estadísticas, que tendrán que ser confirmadas con futuros análisis para comprobar si la propia composición del suelo tiene su correlato en los marcadores biológicos de los humanos. En cualquier caso, los resultados son plausibles y podríamos estar frente a un componente más de la etiología del cáncer”.
Los investigadores que han participado en este estudio pertenecen al área de epidemiología del cáncer y ambiente del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto Carlos III de Madrid, perteneciente al Consorcio de Investigación Biomédica en la red de epidemiología y salud (CIBERESP).