Hace siete décadas, el portugués José Fontinhas, nacido en Fundão, en concreto en la freguesía de Povoa de Atalaia, -cerca de la frontera con Cáceres-, editó el libro As mãos e os frutos (Las manos y los frutos) que recibió el aplauso de los críticos.
Así nació el poeta Eugenio de Andrade (1923-2005). Fue en la ciudad invicta donde vivió más de medio siglo y escribió su poesía, hasta su muerte a los 82 años, el día 13 de junio de 2005.
Llegó a Oporto en 1950 procedente de Lisboa, como consecuencia de una transferencia por su profesión de inspector administrativo del Ministerio de Sanidad.
En esa época, ya tenía varias obras escritas pero su trayectoria literaria y vital quedó por siempre vinculado a la ciudad del Duero. De hecho, más tarde, en 1989, recibió el título de ciudadano honorario de Oporto. Entonces dijo que prefería que el Ayuntamiento repusiese el árbol que existía ante su casa y que fue talado para hacer más aparcamientos.
Con motivo de su 80 cumpleaños, en enero de 2004, Oporto le hizo un homenaje con la exposición ‘Un regalo para Eugenio y algunas tulipas’ donde en la emblemática Casa del Infante, se pudieron observar ediciones originales de sus libros, pinturas y poemas homenaje a su figura. También se exhibió el documental ‘Eugenio de Andrade. Vida y obra’. Un año después fue declarado doctor honoris causa por la Universidad de Oporto.
La anécdota del árbol y su profundo amor por Oporto se pueden encontrar en el libro ‘A la sombra de la memoria’ editado por Pre-Textos en 2006, al año de su desaparición. Entre otras citas que dedicó a la ciudad se encuentra: “Oporto es sólo una cierta manera de refugiarme en la tarde, cubrirme de silencio y tratar de sacar algunas palabras”. Su relación con la urbe fue de desencuentros pero le tuvo siempre un gran cariño, le gustaba pasear por la rua das Flores.
Autor de decenas de obras –muchas traducidas al español en la editorial Hiperión-, fue también traductor de obras de autores españoles como Federico García Lorca y Antonio Buero Vallejo y también del argentino Jorge Luís Borges.
Entre las diversas antologías poéticas de las que fue autor, se destaca aquella que dedicó a Oporto (Daqui Houve Nome Portugal, 1968). Su poesía estaba vinculada a la naturaleza, la tierra, la luz, el agua, los sentidos, considerando que este género literario era “la más noble expresión del genio portugués”.
Era un hombre discreto, alejado del dinero y la fama, manifestando que no hacía vida social, pero mantenía relaciones de amistad con otros escritores y artistas. No le gustaba dar entrevistas ni comparecer en actos sociales y culturales.
Escribió también libros para niños. De hecho, se puede citar ‘Aquella nube y otras’, escrito en 1986 para su ahijado Miguel y que fue traducido al español diez años después.
De España recibió dos premios, en el año 2000, el Premio Extremadura a la creación a la mejor trayectoria literaria –era además su primera edición- y al año siguiente el Premio Celso Emilio Ferreiro para autores ibéricos, en Ourense. Su abuela era española y estaba vinculado a Galicia y el País Vasco.
Vivió largos años en el número 111 de la Rua Duque de Palmela, -donde le aconteció la anécdota del árbol talado- pero desde 1994 y hasta su muerte vivió en la Casa Serrúbia, en la Rua do Passeio Alegre, -cerca del jardín con el mismo “hermoso nombre”- en un lugar emblemático, la Foz del Duero. Esta casa vendría a convertirse en la sede de la Fundación Eugénio de Andrade –creada cuando aún vivía, en 1991 por sus amigos-, que después, en 2011, dejó de existir. Sus manuscritos y otra documentación están actualmente en la Sala de Colecciones Especiales -que lleva su nombre- de la Biblioteca Pública Municipal de Oporto.
En la misma ciudad, en el cementerio del Prado del Reposo, queda su tumba, una lápida en mármol blanco, dibujada por su amigo, el arquitecto Alvaro Siza Vieira, en la que están escritos versos de su libro ‘Las manos y los frutos’: “La sabiduría del poeta es una segunda inocencia” y “Una palabra es como la nota que busca otras para un acorde perfecto”.
Recibió, entre otros, el premio Luis Camoes en 2001 y se le considera el poeta más difundido de Portugal tras Fernando Pessoa (de hecho, el escritor Antonio Lobo Antunes lo definió como “el más grande de la lengua portuguesa”), siendo traducido a más de veinte idiomas, entre ellos el español, gallego, vasco y catalán e incluso el bable.
Se identificaba con las ideas de izquierda pero aclaraba: «La izquierda a la que pertenezco rechazará siempre la iniquidad y todas las formas de represión, tendrá en cuenta las nuevas realidades…» Su figura da nombre, entre otros, a una escuela en Oporto y a la biblioteca municipal de Fundão.