Cuervo ingenuo, recordando a Javier Krahe

Cuaderno de bitácora, decimocuarto día del duodécimo mes de 2025

Después de estar en las cercanías de Marte nos aproximamos a Venus, segundo planeta del sistema solar, similar a la Tierra en dimensiones, masa y composición, también rocoso pero completamente distinto en cuanto a temperatura y atmósfera, su órbita es casi circular y gira en sentido de la horas del reloj, no como el resto de los planetas, sus amaneceres son por el oeste y los atardeceres por el este, un día venusiano son unos 240 terrestres, con lo que estos acontecimientos, amaneceres y atardeceres se convierten en realmente excepcionales.

Es visible desde la Tierra justamente al amanecer o atardecer y se le reconoce por su característico color amarillento debido al dióxido de carbono, nitrógeno y ácido sulfúrico. Se cree que en el pasado pudo tener océanos como nuestro planeta y que pudo albergar las condiciones de vida que se han dado en la Tierra.

Al igual que Marte nos debería servir de ejemplo del futuro que nos espera si no somos capaces de revertir el calentamiento global provocado con los gases de efecto invernadero por la continua emisión de combustibles fósiles como el carbón y los derivados del petróleo. Tenemos dos planetas vecinos que nos muestran un futuro inhabitable y somos incapaces de verlo. Tremendo.

Javier-Krahe-Ni-feo-ni-catolico-cubierta Cuervo ingenuo, recordando a Javier Krahe

He terminado de leer una especie de biografía de Javier Krahe, uno de los llamados cantautores. La escribió Federico de Haro del Río y se publicó por Penguin Random House en 2021. La tituló «Ni feo, ni católico, ni sentimental».

Digo que es una especie de biografía porque bien pudiera haber sido auto o quizás una novela o ensayo sobre una conversación íntima entre Javier y Federico. Nos vamos del libro con la sensación de haber estado presenciando cómo transcurría la vida del poeta que cantaba, a su manera tan particular, hasta su fatal desenlace, como fatal es y será para cualquiera que haya vivido.

Ni feo, ni católico, ni sentimental. Por supuesto Javier no era feo, y si lo era no lo parecía. Era un don Juan, elegante y fabulador. Supo encontrar el amor y sus amores a los que fue fieles, incluso en sus infidelidades. El amor, el desamor y todas las variantes de las relaciones amorosas las escribió y cantó con maestría, con ironía y humor, con mucho amor y mucho humor.

No era católico pero conocía la religión y la tradición católica como pocos autores de su generación, su paso por el colegio del Pilar le delataba, sus canciones, sus letras muestran ese profundo conocimiento, y de esa fuente salía su rebeldía e ironía hacia el hecho religioso, la beatería y el sentimiento de culpa.

Pero el guiño que hace el autor del libro con el título título a Valle-Inclán y a su Marqués de Bradomín, creo que en lo sentimental sí que lo era, o al menos esa impresión siempre tuve al escuchar sus canciones y sus maneras. También podría haber pasado por marqués disparando su verbo afilado contra todo tipo de aristocracia.

Me acuerdo de Javier porque echo de menos sus canciones y sus ironías, sus metáforas, sus letras hilarantes, cáusticas y profundas. Murió en julio de 2015, hace ya diez años; y me hubiera gustado ver cómo cantaba los tiempos actuales. No dudo que hubiese sido capaz de desenmascarar tanto cinismo, tanta hipocresía, creo que no hubiera dejado títere con cabeza.

No tuvo el éxito que tuvieron otros pero tampoco lo buscó, era un niño bien que siempre tuvo las espaldas más o menos cubiertas, el dinero le importó lo justo (porque tampoco le faltó de verdad), y supo ser austero y vividor, porque sabía perfectamente que la sociedad de consumo era prescindible.

Pagó caro su talento ya que los mediocres, entre los que se encuentran muchos poderosos, jueces, políticos de todos los lados, empresarios, abogados que portan una cruz contra todo y contra todos, y que no saben tomarse la vida con humor ya sea blanco, amarillo, negro o con toda la mala hostia del mundo, pero es humor; y si no saben encajar la más mínima crítica, la ironía o la mala uva que se gastan los poetas, escritores, humoristas, cantantes y demás gentes de mal vivir que nos hacen la vida más llevadera, más valdría que no salieran de sus casas.

«Cuervo ingenuo» le costó años de ostracismo en la televisión pública y en muchos ayuntamientos socialistas porque tuvo la osadía de desnudar al Presidente del Gobierno de aquella época que cambió de parecer en un asunto de vital importancia política, la entrada o no en la OTAN, y que encima se mosqueó porque se lo afeó en una canción que le recordó que él también hablaba con lengua de serpiente, como, por cierto, sigue hablando.

Krahe fue un adelantado a su tiempo y también tuvo que pasar por los juzgados por hacer un corto, «Sobre la cristofagia», que emitió Canal+, que no gustó a dos señores muy religiosos y con poco sentido del humor. Finalmente fue absuelto, argumentando su señoría que en el corto hay un inequívoco sentido satírico, provocador y crítico, pero no delito alguno. Se resarció con la canción «Fuera de la grey».

Hoy solo quería decir que necesitamos personajes ilustrados como Javier Krahe que desnuden tanta idiotez, tanta injusticia, tanto abuso de poder, tanta violencia ejercida por gobiernos que no respetan ni los derechos humanos, ni la legalidad internacional, ni la vida de las personas. Necesitamos su canciones, sus letras y su humor para no caer más todavía en estos tiempos oscuros.

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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