En un año en el que la fotografía social de los años de la posguerra española está siendo reivindicada en este momento gracias a las exposiciones de los fotógrafos de la revista Alfal en el Museo Reina Sofía y a las de Ricard Terré en la sala Canal y de Carlos Saura en La Fábrica, todas ellas en Madrid, el Premio Nacional de fotografía a Leopoldo Pomés viene a fortalecer aquella etapa heroica de la historia de la fotografía española en la que Pomés inició sus primeros pasos.
En la década de los años cincuenta una nueva generación de jóvenes fotógrafos comenzó a registrar imágenes de la España que la oficialidad franquista quería mantener lejos de la mirada crítica de la sociedad. Eran fotografías de Català-Roca, Nicolas Muller, Alberto Schommer, Ricard Terré… nombres hoy consagrados en la historia de la fotografía española, entre los que ya estaba el de un joven Leopoldo Pomés.
Muy pronto la obra de estos fotógrafos comenzó a divulgarse también fuera de España, y a comienzos de los sesenta “The Photography Year Book” les dedicaba una de sus ediciones, que incluía a Gabriel Cualladó, Francisco Ontañón, Ramón Masats y también a Leopoldo Pomés. Esa España de posguerra estaba muy presente en “Barcelona, 1957”, un trabajo fotográfico que Carlos Barral encargó a un joven Lepoldo Pomés y que es una crónica que explora la ciudad natal del fotógrafo y que, a pesar de su calidad, no pudo mostrarse al público hasta 2013.
Un trabajo galardonado
Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931) comenzó su carrera fotográfica en 1946 como aficionado autodidacta y una década más tarde ya presentaba su primera exposición individual en las desaparecidas Galerías Layetanas de su ciudad natal. Eran retratos de amigos y conocidos, entre los que estaban los miembros del grupo Dau al Set, con los que compartía sus ideas de vanguardia. También los del editor Jorge Herralde, el artista Tàpies, los escritores Eduardo Mendoza y Julio Cortázar y el arquitecto Oriol Bohigas.
Simultaneó la fotografía con el cine, la publicidad y la comunicación audiovisual desde los Estudios Pomés, que fundó en 1961 con su pareja Karin Leiz, actividad –la publicitaria- con la que consiguió importantes premios en Cannes y Venecia. Su obra, exceptuando la de sus primeros años, se identifica con el glamour y el erotismo publicitario de unas imágenes seductoras, entre las cuales figuran algunas inolvidables para toda una generación, como las burbujas de Freixenet y la chica montada a caballo en un anuncio del coñac Terry. A pesar de estos éxitos, en 2006 decidió abandonar sus trabajos en los medios audiovisuales para centrarse en la fotografía.
El Ministerio de Cultura ha concedido a Leopoldo Pomés el Premio Nacional de Fotografía «por su contribución a la historia de la imagen en España, con una trayectoria vinculada en sus inicios a la vanguardia artística del grupo Dau al Set y AFAL, y siempre comprometida con la modernidad”.
Según el jurado, “Leopoldo Pomés ha participado en la configuración de nuestro imaginario colectivo introduciendo un nuevo lenguaje fotográfico dentro de la publicidad, con una mirada renovada a la sociedad de su época».